El hombre de 38 años comenzó su vida delictiva pocos días después de cumplir diez y desde allí ha escalado hasta ser definido como "el zar" de la droga en Uruguay.
En los últimos meses, el apellido Fernández Albín se ha repetido cada vez con más frecuencia al hablar sobre crimen organizado. Se ha vinculado a esta familia con el aporte de logística para el comercio de cargamentos de droga, pero también con amenazas a autoridades (como el ex director de cárceles) y con homicidios en múltiples barrios de Montevideo.
Tal como ocurre con todos los grupos identificados por el Ministerio del Interior, los investigadores de la Policía cuentan con un organigrama en el que (al menos en este caso) se tiene claro quiénes serían los líderes de la agrupación. La "mesa chica" de los Fernández Albín estaría compuesta principalmente por tres hermanos, todos con distinto perfil, aunque se presume que quien maneja realmente los hilos de la banda es Luis Fernando, quien fue extraditado desde Argentina este jueves e imputado el viernes.
Si bien se presume que Luis se encuentra detrás de las decisiones del grupo, la investigación por la que fue traído a Uruguay y por la que fue formalizado está vinculada al hallazgo de 2.000 kilos de cocaína de alta pureza en una chacra ubicada en Punta Espinillo. La sustancia se encontraba acondicionada para su exportación por mar.
Meses de investigación y análisis de distintos elementos llevaron a indicios que vincularon a Luis Fernando con ese cargamento. Según dijeron a El País fuentes policiales, el análisis de celulares de otros miembros de la banda fue fundamental. Allí se habrían encontrado, entre otros elementos, audios enviados por Fernández Albín. Hasta el momento no se ha incautado el dispositivo desde el que se mandaron estos mensajes, de los cuales Fernández Albín no reconoce ser el remitente, por lo que será necesaria una pericia que lo confirme.
Durante la audiencia de control de detención realizada el jueves, a la que accedió El País, el propio Luis Fernando aseguró que esa fue la información que le proporcionaron al momento de su detención en Argentina. "Me dijeron que había un audio que me nombra, o algo así", relató ante el juez de Crimen Organizado, Fernando Islas.
Además del delito de narcotráfico, Fernández Albín es investigado por presunto lavado de activos y por contrabando. En el primer caso, para los investigadores existieron múltiples "gastos injustificados", entre ellos en inmuebles, mientras que el delito de contrabando se remonta a cuando todavía se encontraba en libertad viviendo en Uruguay, debido a que se le encontró una camioneta de origen brasileño durante un allanamiento. La llegada al país del delincuente de 38 años requirió la colaboración de múltiples dependencias del Ministerio del Interior, que trabajaron desde las 04:00 de la madrugada del jueves. Su traslado estuvo a cargo de la Fuerza Aérea. En el área cercana al juzgado penal ubicado en la calle Juan Carlos Gómez, se montó un fuerte operativo policial con personal equipado con armas largas. Dentro del juzgado, una decena de custodios controlaban cualquier movimiento. Una situación similar se vivió el viernes, cuando finalmente se desarrolló la audiencia de formalización. Allí, la fiscal de Estupefacientes Angelita Romano solicitó la imputación de Fernández Albín por los tres delitos investigados. El juez Islas accedió al pedido, otorgando un plazo de 120 días de prisión preventiva. Se espera que el narco sea trasladado a la unidad de máxima seguridad del Instituto Nacional de Rehabilitación, donde se encuentran los delincuentes de mayor peligrosidad, aunque todavía no se ha resuelto. La noche anterior, según dijeron fuentes policiales a El País, estuvo recluido en un celdario ubicado en la ex Cárcel Central, donde actualmente funciona el departamento de Homicidios.
A pesar de que la audiencia de formalización comenzó pasadas las 15:00 del viernes, permaneció en el juzgado desde la mañana. Fuentes del caso dijeron a El País que decidió no declarar, aunque consultó a Fiscalía por su situación procesal y manifestó su descontento con que se lo vincule con el atentado a la fiscal de Corte Mónica Ferrero. En respuesta, la fiscal le habría comunicado que no está siendo investigado formalmente por ese caso.
El "zar" de la droga
Luis Fernando, a quien una fuente del gobierno definió a El País como el "nuevo zar de la droga, muy por arriba de todos a nivel local, que juega en las ligas mayores", es en realidad de origen argentino. Sus padres eran uruguayos y cruzaron el charco por problemas económicos, aunque tras su nacimiento retornaron a Uruguay y se instalaron en Cerro Norte. Su padre, que hasta hace poco seguía viviendo en aquel barrio, tenía trayectoria delictiva.
La primera anotación de Luis Fernando apareció cuatro días después de haber cumplido diez años. Hurto, fue el delito que se digitó. Luego comenzó a escalar. Desórdenes, rapiña, tenencia de estupefacientes. Fue en la cárcel donde comenzó a trepar en el mundo criminal, aprendiendo y entablando contactos con otros delincuentes. Es por este que la intención del ministerio es tenerlo bajo control.
Las alianzas han sido claves para Fernández Albín tanto a nivel local como internacional. En el plano doméstico, los investigadores presumen que tiene lazos con la banda liderada por Luis Alberto "Betito" Suárez. A nivel internacional, Fernández Albín es apuntado como colaborador del narcotraficante uruguayo prófugo Sebastián Marset, aunque hasta el momento los nexos no han sido confirmados por la Justicia.
La Policía también cree que el ahora imputado llegó a establecer vínculos con el Primer Comando Capital (PCC), una de las principales organizaciones criminales del continente. Según las hipótesis, el delincuente viajó con documentos falsos a Brasil, donde habría estrechado los lazos con integrantes de esa banda.