El Club Uruguay homenajeó a Aureliano Rodríguez Larreta, "una figura clave de la lucha política no armada, dentro de una revolución armada", además fue Ministro de la Conciliación y miembro de varias legislaturas.
Redacción El País La directiva del tradicional Club Uruguay, actualmente encabezada por la Cra. Nora Bugallo, decidió homenajear a quien fuera su primer presidente y fundador. Hoy una placa de bronce da nombre a una de sus salas y la preside un gran retrato donado por su descendencia. Al comienzo de la ceremonia, su nieta, Julia Rodríguez Larreta, recordó una frase que bien describe a su antepasado. Don Aureliano "fue una figura clave de la lucha política no armada, dentro de una revolución armada. Un puente entre el Uruguay militarizado y el civilista".
Abogado de profesión, no solo dedicó su vida entera a la creación de un país democrático y respetuoso de la institucionalidad. También de joven arriesgó su vida más de una vez y por sobre todo, trabajó siempre por la paz y el respeto de las leyes, como lo prueba su larga carrera al servicio de la naciente República. Fue Ministro de la Conciliación, constituyente (1917) y miembro de varias legislaturas, hasta su muerte a los 80 años.
Tomó luego la palabra el escritor Diego Fischer, que hizo un vívido relato de lo que fue la odisea de Rodríguez Larreta, junto a otros 14 jóvenes políticos a los que el Gral. Lorenzo Latorre trató de silenciar para siempre. Deportados de un día para otro en una precaria embarcación, que a duras penas pudo atravesar el Atlántico, llegaron finalmente a Cuba en pésimas condiciones materiales y sanitarias. Al no ser autorizados a descender, abordaron luego un barco norteamericano rumbo a Charleston, Estados Unidos. A punto estuvieron de naufragar tras la ruptura del mástil principal al ser golpeados por un huracán, pero gracias al rescate enviado por las autoridades del puerto vivieron para contarlo y pronto regresaron a su patria.
El broche final de la tarde fue la sentida oratoria del expresidente Luis Lacalle Herrera. Una vez más, la audiencia pudo apreciar no solo sus dotes de orador, sino su vasto conocimiento de nuestra historia y de nuestra idiosincrasia. Fue la suya una aguda mirada sobre ese conjunto de figuras históricas plenas de idealismo, valentía y erudición, seguida de un interesante pantallazo sobre el presente.