Domingo, 21 de Diciembre de 2025

Los Cabos sin retorno

ChileEl Mercurio, Chile 21 de diciembre de 2025

Uno de los destinos más exclusivos de México, en Baja California Sur, tiene excelentes playas, gastronomía y panoramas como visitar el pueblo mágico que habría inspirado la canción Hotel California , avistar ballenas, nadar con tiburones o tortugas y... la lista es bien larga. Texto y fotos: Marilú Ortiz de Rozas , desde México.

E l velero detiene sus motores e iza las velas para acercarnos a la ballena sin asustarla. Nadie pronuncia palabra para contribuir al requerido silencio. Estamos en un indefinible punto en que el océano Pacífico abraza al mar de Cortés, y hace un buen rato avistamos una primera ballena, de lejos, que no volvió a aparecer. Por eso, esta vez aguantamos hasta la respiración cuando vemos el lomo y luego la inconfundible cola de una jorobada.
Nos explican que cuando el cetáceo muestra la cola, es porque se va a sumergir muy hondo para reaparecer unos 20 minutos más tarde en otro lado. Emocionados, creemos entonces que la ballena se vino a despedir de nosotros.
Es el broche de oro de esta celebrada navegación que nos llevó, primero, hacia el ícono de Los Cabos, el Arco , una escultura en roca en medio de las olas. Luego navegamos hacia el este, en dirección al mar de Cortés, hasta anclar en bahía Santa María , donde no fue necesario bucear, porque los cientos de inquietos peces de colores se veían desde el barco.
Estas aguas son tan transparentes y biodiversas que el explorador francés Jacques Cousteau las llamaba "el acuario más grande del mundo".
Como sea, no es aún temporada de ballenas, así que tuvimos la fortuna de ver algunas. Ha sido la mejor bienvenida a Los Cabos.
Llegamos anoche, tarde, a oscuras, a nuestro elegante hotel, Corazón Cabo Resort & Spa, en Cabo San Lucas . Nos esperaba una mesa en el Rooftop, el restaurante de la azotea, donde se festejaba un matrimonio. Nos dieron una deliciosa degustación de platos típicos mexicanos y aunque en este estado, Baja California Sur, han adaptado bastante su gastronomía a los paladares extranjeros, los de los cuatro periodistas invitados a este viaje (dos de Argentina, una de Uruguay y una chilena) empezaron a arder. No es tan buena idea apagar el incendio con margaritas, pero es lo que había a mano.
La gran sorpresa, al despertar esta mañana, fue la carga de luz proveniente del mar, que al comienzo enceguece pero, adivinando el contorno de las cosas, nos damos cuenta de que estamos frente a la cadena rocosa del Arco.
Las vistas de este hotel son incomparables. Dan ganas de quedarse contemplando el horizonte ad infinitum , pero en la marina está por zarpar el velero de Cabo Adventures, con bar abierto y suculentas provisiones.
Al regreso nos viene a saludar al hotel Rodrigo Esponda, director general del Fideicomiso de Turismo de Los Cabos, institución que nos trajo a descubrir este destino que cautiva de entrada.
Rodrigo es fanático del buceo en Cabo Pulmo, un sitio de culto para los aficionados a los paisajes submarinos que pronto conoceremos, y nos reafirma que "en el mar de Cortés habita el 39 por ciento de los mamíferos marinos conocidos en el mundo". Lo más interesante, dice, es que en Los Cabos los propios habitantes, incluso en zonas rurales, han creado sus normas para proteger la naturaleza. Como establecer una capacidad máxima de turistas por día en determinados lugares o incentivar el uso de bloqueadores solares biodegradables. Por su parte, los chefs solo reciben en los restaurantes pescados que son de la temporada, y no se autorizan construcciones hoteleras de mucha altura. Así, el turismo, que no es ni será masivo, ha permitido la regeneración de especies y la sustentabilidad.
Finalmente, si es un destino por lo general asociado al lujo, Rodrigo Esponda asegura que hay alternativas para todos los bolsillos, y es fácil de conocer, porque hay carreteras buenas y seguras.
Cardumen
Con ganas de volver cuando recién estamos llegando, partimos al precioso centro histórico de San José del Cabo , una ciudad que data de 1730; en tanto, Cabo San Lucas es más moderna (se abrió al turismo a partir de los años 70, tras el cierre de una pesquera). Recorrimos las calles adoquinadas de San José al atardecer, con Kristián Sandoval, auténtico "choyero", como les dicen a los locales, nombre que deriva de un cactus típico, la choya.
Él creó Cabo City Tours y una fundación para enseñar a sus habitantes la historia de su ciudad. Así aprendimos que este es uno de los estados menos poblados de México y "aunque es una península, funciona como una isla". Sus pueblos originarios -pericúes, cochimíes y guaicuras- no hacían pirámides sino palapas con hojas de palma, y si a San Lucas le dicen "San Locos", porque siempre está de fiesta, San José tiene un vasto distrito de arte que se visita en rutas culturales los jueves por las tardes.
Ahora estamos frente a una laguna que es un santuario de aves y son tantas las ballenas que llegan hasta su costa "que en febrero puedes escuchar el canto de las jorobadas tirado en la playa", sostiene.
Llegamos a La Lupita , una alegre taquería y mezcalería, donde probamos los famosos tacos al pastor y los de pato con mole, que fue un acierto. Algunos pidieron mezcales; yo, una frutal margarita con tamarindo. Una buena idea de La Lupita fue poner cuatro salsas en la mesa en orden creciente de picor, casi como una escala sismológica para jugar a cuánto aguanta cada uno.
El día siguiente salimos en jeeps rumbo al mítico Cabo Pulmo , un Parque Nacional al que se accede por caminos de tierra. Bien lejos de las urbes llegamos a un caserío rodeado de playas vírgenes bajo cuyas aguas tibias se plasma un compendio de las maravillas del mundo marino. Nuestro chofer y pez mayor, Luis Soto, alias Monito, repartió máscaras, tubos y aletas, y nos guio por el arrecife hasta llegar a una zona muy profunda pero translúcida, donde se veían los surcos de la arena blanca dibujados por el vaivén del agua y el sol. Cruzamos bandadas de peces incandescentes azules, amarillos, morados, tortugas rezagadas, peces trompeta y muchos otros maravillosos seres acuáticos.
Monito nadaba tan rápido que a veces lo perdíamos. Sin embargo, los cuatro periodistas y nuestra anfitriona, Nachi Vilardo, no nos separamos nunca más de 20 centímetros. Por eso nos bautizamos el "Cardumen", y así se llama el chat que creamos. Es que Monito se adelantó para buscar tiburones toro, que por suerte no encontró. Asegura que no atacan, mas el esnórquel aquí se promociona como ocean safari .
Nos recuperamos en la playa tras la larga travesía submarina y retomamos la ruta por este peculiar desierto que era un bosque de cactus en medio de especies endémicas muy verdes, gracias a las recientes lluvias. Íbamos a otro sitio protegido, en la sierra La Laguna , donde nos internamos a pie por un sendero hasta una caída de agua y volvimos a bañarnos, en una refrescante piscina natural de vertientes de montaña.
Bajamos a almorzar a una sabrosa taquería de pueblo, donde, conversando con Monito, nos enteramos de que, además de instructor de buceo y surf (para High Tide Los Cabos), es un astro de fútbol local. Entonces volamos a San Lucas para que alcanzara a jugar en la noche, y como le pagan por partido y por gol, lo encomendamos a la Guadalupana.
Nosotros, bien bronceados y cansados, caminamos al bar de la esquina que se llama Bar Esquina , donde comimos como reyes, festejamos el gol de Monito y nos fuimos a dormir.
Al día siguiente nos esperaba una clase de cocina con el chef Ubaldo Martínez en una propiedad campestre impresionante, una colina en medio del bosque verde de este desierto tropical, con vistas a la sierra, por un lado, al mar por otro: Monte Cardón . También vienen aquí las parejas del norte de América a casarse.
Ubaldo nos enseñó cómo preparar una ensalada de nopal (hoja de tuna que se rasura, asa y aliña), sashimi de camarón con chile, pez cabrilla y flan de maracuyá. Lo que luego comimos con muy buenos vinos y 360 grados de paisaje.
Hotel California
Nos costó partir, pero queríamos pasar a conocer la insólita playa El Chileno . Dicen que se llama así porque en tiempos de la independencia de México, la facción de una escuadra chilena liderada por Lord Cochrane, para contribuir al movimiento de liberación, llegó a esta bahía. Por cierto, es un enclave precioso y lo recorrimos sintiendo esa histórica conexión americana.
Al llegar al hotel nos esperaba una sesión de masaje, celestial, y en la noche fuimos a un restaurante muy mexicano, Tres Sirenas . Allí, además de degustar desde tacos hasta langosta, le dieron una serenata con mariachis al colega argentino, que estaba de cumpleaños, y le administraron un par de shots del mejor tequila.
A la otra mañana, tomamos la carretera hacia el norte para conocer la guinda del programa: Todos Santos . Es uno de los tres pueblos mágicos de Baja California Sur, título que se da a localidades con particular interés patrimonial, arquitectónico y cultural. Una vez que recorrimos las bellas calles y su iglesia, la plaza y el teatro, fuimos a una tienda de perlas que nos hizo recordar la triste historia de La perla , la novela de John Steinbeck. Narra la vida de un pescador de esta costa cuya pacífica vida da un vuelco cuando encuentra una perla excepcional, que despierta la codicia ajena, la tragedia.
Sin embargo, lo que todos esperábamos con ansias era llegar al Hotel California , una casona con doble arcada en la fachada que no ha cambiado desde los años 50, aunque repintada de color naranja oscuro. Desde la pandemia no recibe huéspedes: todos sus fantasmas se quedaron adentro. You can check out at any time you like, but you can never leave , dice la letra de la famosa canción de Eagles (1976): "Puedes pagar y dejar tu habitación cuando quieras, pero no te puedes ir jamás".
Hubo un bullado juicio entre la banda y el dueño del hotel, un chino rebautizado Antonio Tabasco, sumando leyenda a este espacio que pronto debería reabrir.
Si los Eagles desmintieron que este hotel inspiró la canción, Lino Bustos, nuestro guía, revela que en el pueblo cuentan que uno de los Eagles vino a Todos Santos y se alojó aquí. En el hotel trabajaba una joven de belleza legendaria, Mercedes, que murió joven, y en la casona penan. "La letra de la canción es bastante literal", asegura, y para confirmarlo, nos devolvimos a Cabo San Lucas escuchándola a todo volumen, cantando sin vergüenza, mientras desfilaban velozmente a nuestros costados, por última vez, los inmaculados paisajes del desierto tropical, a la izquierda, y el Pacífico infinito, a la derecha.
Habíamos almorzado en un elegante restaurante en Todos Santos, Oystera , y cuando pensamos que ya nada lo podría superar, nos llevaron a Sunset Monalisa , en San Lucas, un sitio de una arquitectura sofisticada y pulcra, en varios niveles, al aire libre, que da a la bahía donde se yergue el Arco. El atardecer fue sublime, la cena también, el champán preciso y los abrazos de despedida inolvidables. A las 3 a.m. partíamos al aeropuerto, de regreso a nuestras vidas. Mas, quedamos con la sensación de que, como dice la canción y su solo de guitarra eléctrica, de aquí uno no se podría ir jamás.
ESTRENODesde el 4 de diciembre, Copa Airlines vuela directo a Los Cabos desde Panamá tres veces por semana.
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