¿Viene un nuevo ciclo económico? Cinco investigadores desglosan la historia de las últimas décadas

Hace 60 años, Eduardo Frei Montalva cerraba su primer año completo en el poder con un crecimiento económico de 5,2%. Y en 2025, Gabriel Boric podría culminar con una expansión de 2,5%.
En ese arco se han dibujado trayectorias de 11 gobiernos (ver infotema en B 4 ). El duodécimo será el de José Antonio Kast.
En la historiografía resulta útil dividir por fases. Manuel Llorca-Jaña, director del Magíster en Historia Económica y Empresarial de la UAI, cuenta que la periodización más clásica parte con la economía colonial, la república temprana (c.1810-1879), la era del salitre (c.1880-1929), la era desarrollista (c.1930-1973) y el "período neoliberal" (c.1974-2025). "Desde 1974 tenemos un período caracterizado por una especie de 'revolución capitalista', como la han acuñado algunos colegas", plantea.
Para José Díaz-Bahamonde (Instituto de Economía UC), autor de numerosos escritos sobre la historia económica, se podría hablar de cuatro bloques más recientes: entre 1964 y 1973, un período con el Estado en rol protagónico; entre 1973 y 1990, la liberalización radical hacia el mercado, y entre 1990 y hasta 2014, un "capitalismo democrático" o "economía social de mercado en funcionamiento". Tras ello vendría la "fase de la frustración": menor crecimiento, pérdida de dinamismo e innovación, con una política que tiende a trabar decisiones y asumir cada vez menos costos.
Del Estado al mercado
Bernardita Escobar, académica de la Universidad de Valparaíso, plantea que hay quiebres abruptos claros al inicio de estos 60 años. "En los sesenta y setenta, sobre todo con la Unidad Popular, Chile vivía una crisis de estatismo. El Estado era enorme, desorganizado, con distintos regímenes y reglas superpuestas. Ese diseño no contribuía al crecimiento. Durante la dictadura se hizo una reforma administrativa relevante del Estado -por ejemplo, la ley de administración financiera- que sentó bases que aún perduran. Luego, en los ochenta, se consolida la apertura económica y aparecen nuevos sectores exportadores. Eso fue una fuente muy potente de crecimiento, que se consolidó en los noventa".
"Las tasas de crecimiento anteriores a 1973 eran bajas, en buena medida, por modelos económicos cerrados, con baja productividad, fuerte inflación y cuellos de botella estructurales", comenta Ángel Soto, investigador de la Universidad de los Andes. A su juicio, "el cambio cultural que se produce bajo el régimen militar es real, pero fue incompleto. Afectó sobre todo a una élite política e intelectual, no permeó completamente a la clase media".
Entre medio, hubo crisis severas en los 70 y en 1982, afirma Llorca-Jaña. "El nivel de 1981 recién se superó en 1987. Desde ahí emerge el período verdaderamente excepcional de la economía chilena", menciona.
¿La gradual economía de mercado?
Los investigadores concuerdan en que la consolidación del "modelo chileno" se asentó con el retorno a la democracia. Pero se frenó con un estancamiento que suele vincularse con las reformas tributaria (alzas de impuestos) y política (fin al sistema binominal) del segundo gobierno de Michelle Bachelet.
"Desde la crisis de 2008 en adelante, el crecimiento se vuelve más difícil. Se acumulan responsabilidades sobre el Estado, sin reformar su estructura básica. Se superponen incentivos, se crean parches, pero no se toca lo estructural. La permisología es hoy una expresión clara de ese problema", analiza Bernardita Escobar.
Fue una especie de "ruptura" de la tradición, sostiene Ángel Soto. "El estallido de 2019 no se anticipó en su forma, pero sí en su fragilidad de fondo: había advertencias previas", resume.
¿Acaso se perdió ese esquema de una economía social de mercado? Rolf Lüders, exministro de Hacienda (1982-1983) e investigador de la historia económica de Chile desde su puesto en la Universidad Católica, reflexiona de esta manera: "En rigor, la economía social de mercado es el sello de la Alemania de la posguerra: un sistema capitalista y competitivo, de mercado libre, en el que el Estado cumple un rol subsidiario, pero relevante en lo social. Ese marco comenzó a adoptarse en Chile durante el régimen militar y se fue perfeccionando bajo los gobiernos de la Concertación, dando origen a lo que se conoce como el modelo chileno. El problema es que los parámetros de ese modelo han ido variando para mal a lo largo de prácticamente todo este siglo, reduciendo los incentivos a la inversión y al progreso tecnológico, hasta llevarnos a una trampa de ingreso medio. No tengo la menor duda de que el nuevo gobierno hará todo lo posible por corregir esos parámetros y generar los incentivos necesarios para volver a crecer, con vigor y con justicia social".
Según José Díaz-Bahamonde, sostener un mayor crecimiento económico es "el desafío que tuvo Gabriel Boric y lo tiene ahora Kast: echar a andar la máquina. El problema es que Boric se embarcó en un proceso de transformación que al final nadie apoyó (...). Uno nunca vuelve a lo mismo, porque la tecnología cambió, el mundo cambió. Pero hay principios que siguen operando para una economía social de mercado: respeto a los derechos de propiedad, reglas claras del juego, instituciones que funcionen. Eso lo perdimos y se debe recuperar".
Tampoco se trata de "satanizar al Estado", manifiesta Soto: "El desafío es recuperar crecimiento sin perder cohesión social". Escobar señala el factor empresarial, que considera debe "competir e innovar".
"Chile está atrapado en una trampa de bajo crecimiento", indica Llorca-Jaña: "Mientras la productividad laboral siga estancada, será muy difícil salir de ese escenario".