Martes, 30 de Diciembre de 2025

Cuando la IA revela el carácter AI washing y el dilema eterno entre apariencia y virtud

ChileEl Mercurio, Chile 29 de diciembre de 2025

Durante la última década fue el greenwashing : promesas de sostenibilidad sin transformación profunda

Durante la última década fue el greenwashing : promesas de sostenibilidad sin transformación profunda. Reportes, metas y discursos que no siempre se tradujeron en cambios reales. Con el tiempo, la sociedad aprendió a detectarlo, los inversionistas a castigarlo y los reguladores a perseguirlo. La lección fue clara: las transformaciones superficiales siempre vuelven, como un búmeran.
Hoy, el riesgo es similar, pero el barniz ya no es verde, sino digital.
En 2025, la IA se convirtió en el centro del discurso corporativo. Y así emergió el AI washing : declarar la adopción de la IA, sin haber transformado realmente la organización.
Las evidencias están a la vista. Empresas que rebautizan software tradicional como "AI-powered" tras incorporar funciones marginales. Países y organizaciones que se declaran "AI-first" o anuncian ambiciosas "estrategias de IA", mientras siguen tomando decisiones sobre datos de baja calidad. Y también organizaciones que explican despidos y recortes de costos como consecuencia de la IA, cuando en muchos casos responden a decisiones de eficiencia tradicionales y no al necesario rediseño de procesos ni el desarrollo de nuevas capacidades. Y aquí aparece la pregunta incómoda:
¿Estamos frente a transformación real o usando la IA como un relato?
El problema del AI washing no es tecnológico, sino humano. Nace de la incomodidad: de querer parecer avanzados sin el esfuerzo de cambiar demasiado. De usar la tecnología como atajo narrativo para postergar las necesarias -y a veces difíciles- conversaciones sobre talento, procesos, cultura y poder.
Si alguien cree que esta discusión es solo reputacional, conviene mirar a los bancos centrales. La Reserva Federal ha incorporado recurrentemente la IA en su análisis sobre productividad y empleo, y el IPoM de diciembre de 2025 del Banco Central de Chile advierte una brecha creciente: la inversión y las valorizaciones avanzan mucho más rápido que la adopción real de la IA, aún concentrada en pocas empresas. Cuando incluso los bancos centrales observan esta tensión, queda claro que no estamos frente a una moda, sino ante un riesgo estratégico.
Pero también estamos ante una oportunidad histórica. A medida que el país retoma una senda de crecimiento y acelera la inversión, dejar atrás el washing y avanzar hacia una adopción genuina de IA puede convertirse en una de las mayores palancas de la próxima década. Un estudio reciente de Google estimó que el impacto potencial de la IA en Chile podría representar un crecimiento de entre un 10% y un 20% del PIB, si se adopta de forma transversal y con foco en productividad.
Ese valor no está garantizado.
Pero debe estar sobre la mesa en la conversación de Año Nuevo.
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