Martes, 30 de Diciembre de 2025

Creencias generalizadas: Portland, canastas y más

UruguayEl País, Uruguay 30 de diciembre de 2025

Existe una generalizada y errónea creencia de que el presupuesto asignado es dinero que "está disponible en una cuenta para gastar"

Nada de lo que se describirá en esta columna es nuevo, menos "patrimonio" de la actual administración o partido político, es como "nuestra manera de ver las cosas", hasta se justifica en la "tradición", que puede serlo, pero por cierto impide la real priorización.

En primer lugar, la comparecencia de la ministra de Industria en Diputados sólo dejó en claro que Ancap seguirá produciendo a pérdida cemento portland. No se sabe el monto a invertir (¿entre US$ 25 y 160 millones?) ni las tareas asignadas al personal. La empresa informa pérdidas del orden de US$ 24 millones anuales en el área, pero ésta no computa la de la sociedad en su conjunto. En efecto, esta última incluye otros conceptos como el impuesto implícito, que significa el sobreprecio que todos pagamos por el producto, impuesto que, en lugar de ser recaudado por la DGI es una transferencia a las empresas que lo producen, públicas y privadas. Parte de ello, además, sí lo pagamos con impuestos, porque se incluye en el costo de la obra pública. A su vez, el sobreprecio de un mercado no plenamente competitivo genera pérdida de bienestar social que nadie se lo apropia. Previo al ingreso al mercado de la tercera planta de fabricación de cemento portland, el mayor sobreprecio se lo quedaban las dos compañías que dominaban el mercado, una pública y otra privada. Luego los precios internos cayeron, la transferencia de la sociedad a las empresas se reduce y las pérdidas de Ancap aumentan. Según los balances oficiales auditados del Ente, entre 2022 y 2024 (último dato de balance conocido), la división cementos sufrió pérdidas por casi US$ 105 millones, medidas al tipo de cambio promedio de cada año y, en todos los casos, los ingresos por ventas resultaron notoriamente inferiores a los costos variables de producción[1].

Este hecho, como tantos otros son muestran claras que no se comprende que la economía no es un juego de suma cero, sino que los cambios en la asignación de recursos son la esencia del funcionamiento eficiente y las mejoras en el bienestar de la sociedad y que, aferrarse a los que se hace pero que no tiene futuro, es la mejor forma de empobrecerse en medio de una larga agonía que se vuelve peor, al carecer de toda esperanza de mejor porvenir.

Donde hay empresas privadas en un marco de competencia, el Estado no debe cumplir otra función que asegurar la efectiva existencia de tal competencia. En un tiempo Uruguay eliminó algunas empresas públicas, SOYP, ILPE, Amdet, Frigorífico Nacional y también algunos sectores de sus principales EE.PP. Por ejemplo, durante la presidencia de la Ing. Jara, Ancap eliminó su división de alcoholes. Debería hacerlo con otras empresas y sectores de éstas.

El segundo hecho "destacado" fueron los sets parrilleros que desde la presidencia de la Cámara de Diputados se enviaron a unas 600 personas, entre los que estaban los propios legisladores. La noticia impactó por lo exagerado que resultó el presente, pero permitió poner en la discusión pública algo que la Cámara hace todos los años y, definitivamente no es correcto. Ahora bien, este uso discrecional de los recursos no es patrimonio de Diputados, son muchísimas las reparticiones en todo el sector público, incluyendo empresas y nuestro enorme sector "paraestatal" compuesto de sociedades propiedad estatal y personas públicas de derecho privado, que no son otra cosa que empleos públicos encubiertos y han crecido notoriamente en los últimos años.

También se sabe que no sólo son los regalos de fin de año, sino recurrentes gastos de recepciones y eventos que se conocen casi a diario, la enorme mayoría sin justificación alguna salvo la voluntad de alguna persona, lo que no quiere decir que no los haya justificados. Cada caso tomado de manera individual dentro de los más de US$ 30.000 millones sólo de presupuesto de la Administración Central, BCU y BPS, sumado a otros miles de las EE.PP. y todo el paraestatal, se puede decir que es una gota de agua en el océano, pero la suma ya no lo es. De todos modos, su peor efecto es el descrédito ciudadano, porque es "con la de él".

Errores conceptuales

Más allá de los hechos, meros ejemplos tomados por su amplia difusión dentro de cientos, sino miles de casos, existe una generalizada y errónea creencia de que el presupuesto asignado es dinero que "está disponible en una cuenta para gastar". Entonces sucede lo que pasó en Diputados, se regala, y al mismo tiempo se dice que se "devolvieron X millones no gastados". No se devolvió nada, el presupuesto es una asignación máxima de gasto, usualmente excedida, en ciertos casos largamente, no siendo asignarlo de esa manera.

¿Cómo se puede pensar que ese dinero está allí y hay que gastarlo cuando el sector público tiene un déficit superior a los US$ 3.700 millones? Carece de toda lógica.

Del mismo modo y en eso la culpa es de muchos economistas, se piensa que la demanda es la que genera el crecimiento y, por tanto, el aumento del gasto público "está fenómeno". Incorrecto. Aquél se genera por la oferta, la demanda determina el producto de corto plazo, pero jamás es el impulsor del desarrollo, es su consecuencia no su causa.

Es bueno tomar conciencia de que nuestro elefantiásico sector público va más allá del gasto. Plagado de regulaciones y restricciones que implican costos ocultos al sector privado, el verdadero generador de la riqueza, tiene un tamaño y una asignación de recursos inconveniente para nuestro desarrollo. Si en el barrio algunos arrancan, tendremos problemas. Paraguay lo está haciendo creciendo este año al 6,5%, cuando Brasil apenas lo hace y Argentina no es un dechado de dinamismo. Chile y Bolivia calientan los motores. Los movimientos en nuestra época ya no se miden por décadas, en poco tiempo las cosas pueden cambiar.

[1] Según los balances auditados, el resultado del Cemento fue negativo en US$ 41, 31 y 32.4 millones en 2022, 23 y 24 respectivamente y ¡el costo variable directo de producción (sin gastos de administración, venta y otros) resultó entre 38.8% y 60.7% superior al monto de ventas!
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