No es normal
Tomo la autopista Panamericana para ir y volver del diario desde hace tres años y ocho meses, días más, días menos
Tomo la autopista Panamericana para ir y volver del diario desde hace tres años y ocho meses, días más, días menos. Así que ya recorrí ese trayecto unas 2000 veces. Eso suma unos 75.000 kilómetros. Casi el doble de la circunferencia terrestre. Y aún así el comportamiento de algunos conductores no deja de asombrarme. Cada vez que me subo al auto, siento una rara combinación de aprensión y curiosidad. Algo me dice que no debería sentirme así. Que es anómalo y desviado.
No porque sí, sin embargo, nuestras estadísticas de accidentes de tránsito y muertes en rutas y autopistas son escalofriantes. Pueden visitar el sitio de Luchemos por la Vida, si tienen dudas.
Nada de esto es mala suerte. No es azar. No es un hado ineludible. Existe responsabilidad estatal, por supuesto. Pero hay maniobras ejecutadas a más de 200 criminales kilómetros por hora que tarde o temprano terminan en tragedia. Tantas veces, que hemos llegado a naturalizar las familias destrozadas, las pérdidas sin sentido de miles de vidas. Es normal. Es lo que hay.
Bueno, no, no es normal. No es lo que hay. Es lo que hacemos. Somos responsables, con o sin presencia del Estado. Somos grandes ya para buscar pretextos. ¿O no lo somos?