Sábado, 27 de Abril de 2024

San Pedro Alcántara, la pequeña catedral de barrio vuelve a abrir

ChileEl Mercurio, Chile 17 de julio de 2019

Durante una década permaneció en riesgo por los daños del terremoto. El 5 de junio, el día de su reinauguración, la iglesia reveló a los ojos las joyas que se conservan en su interior.

Las caras de apenas unos cuantos vecinos del barrio de Mac-Iver y Esmeralda pudo reconocer la hermana Adela, de 87 años y 71 de ellos dedicados a la vida religiosa. Después de casi una década la Iglesia San Pedro Alcántara, perteneciente a la Congregación del Buen Pastor, reabría sus puertas. "En tanto tiempo, el vecindario ha cambiado mucho. Pero cuando la gente vio que algo estaba pasando en la iglesia, se acercaron a preguntar. Querían entrar nuevamente", recuerda la religiosa.
El 5 de junio pasado el templo se reinauguró luego de la restauración a que fue sometido su campanario, elemento dañado por el terremoto de 2010 al punto que obligó a la congregación a clausurar el edificio y a la municipalidad a cercar la calle, dado el peligro que revestía el desprendimiento de material.
"Esta es una iglesia muy especial y que nadie la conoce. Cuando uno la ve se imagina una mujer de mucha edad y austera, que por dentro es maravillosa. La restauración que realizamos tampoco es tan visible desde fuera, porque fue a nivel estructural con urgencia. Las hermanas luego recuperaron las fachadas, que se han rayado durante años", comenta desde el interior de la iglesia la licenciada en Arte y coordinadora del proyecto patrimonial, Susana Lührs.
Durante todo 2018 un equipo de especialistas llevó a cabo una cirugía mayor en el alto campanario, para lograr esa consolidación estructural, además de la recuperación de sus elementos: la aguja y la cruz, que se habían doblado, las cuatro celosías que remarcan el octógono de la torre y las tejuelas de latón verde del techo, además del afianzamiento de las tres añosas campanas. Gestionado por la Fundación ProCultura, el proyecto contó con recursos de Fondo del Patrimonio, del Ministerio de las Culturas ($70 millones) y la propia Congregación del Buen Pastor (del orden de $30 millones).
"Para las hermanas este proyecto significó un conflicto ético muy profundo. Se encontraron con la duda de si destinar recursos a un inmueble o a sus labores de apostolado, que es la ayuda a los desvalidos. La respuesta para ellas era 'las personas', lo que hace muy patente su testimonio", dice Alberto Larraín, director de ProCultura. "En un momento la reparación de la iglesia era impostergable, así que logramos conseguir los fondos y ejecutamos la obra, con los nuevos estándares de la norma sísmica, que está pensada para terremotos de más de 9 grados de magnitud Richter", agrega.
Con el 27-F, el campanario cedió como unidad. Las dos secciones de la torre se comportaron sísmicamente independientes, lo que generó el daño estructural. "Lo que hicimos fue consolidar toda la pieza a través del anclaje de un anillo de fierro que unió la parte interior, construida en albañilería, con la superior, que era de madera. Además, todo el interior del campanario se revistió con una malla de fierro, luego estucada con hormigón. Y reemplazamos las celosías de madera por fierro, lo que en conjunto logró una pieza sólida", explica Lührs.
Desconocida y a la sombra de otros tradicionales templos del sector, la iglesia San Pedro Alcántara cuenta con un riquísimo acervo de obras y bienes patrimoniales religiosos. Fue construida entre 1890 y 1896 por el arquitecto francés Emilio Doyére, en el solar de propiedad de la familia Fernández Concha.
De estilo neogótico, presenta vitrales originales del taller de Franz Mayer, de Múnich, así como un conjunto de nueve lámparas de lágrimas traídas desde Francia junto con un órgano Cavaillé-Coll, la misma fábrica que elaboró el instrumento de Notre Dame. Cuenta con pinturas murales, como si se tratara de un papel mural celeste, verde oliva, terracota y dorado, del artista Pedro Pelli. Una de las dos pinturas que rubrican el ábside, elaboradas por Oreste Rosso en 1895, se encuentra prácticamente destruida por la humedad.
"Tardamos cuatro años en conseguir los fondos para esta restauración. El día de la reinauguración le aseguramos a la congregación que, aunque nos tardemos diez más en reunir el financiamiento, vamos a terminar la restauración del interior de esta joya arquitectónica de Santiago", cierra Larraín.
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