Azares de las bibliotecas
Un amigo del sabio Critilo confiesa: mi biblioteca es fuente de inmensas satisfacciones, pero también de innúmeros pesares
Un amigo del sabio Critilo confiesa: mi biblioteca es fuente de inmensas satisfacciones, pero también de innúmeros pesares.
A lo largo de los años, dice, he reunido tomos cuya sola presencia me transporta al momento en que los compré o leí. Son placenteros todos los recuerdos, incluso los ingratos, porque son recuerdos. En los lomos de los libros está mi vida.
Pero también mi biblioteca me depara sinsabores. Porque es espontánea y desordenada, a veces paso horas buscando libros que sé que tengo, pero que el azar torna inubicables. Es una desazón a veces angustiosa la de esas búsquedas. Porque de paso, mientras trato de ubicar algo importante, me tropiezo con muchas otras cosas que ni recordaba tener. Y me distraigo.
La versión moderna de esto es, por cierto, la de los escritorios de los computadores, atiborrados de "documentos" que nunca se leerán y ciegos a las urgencias de lo necesario y esencial.