Viernes, 26 de Abril de 2024

Bahamas, una aventura con cerdos y tiburones

ColombiaEl Tiempo, Colombia 11 de diciembre de 2019

camilo peña castañeda redacción el tiempo @penacamilo
uando me dijeron que iría a un viaje de turismo a las Bahamas, un mes después del paso del huracán Dorian por esas islas del Caribe, pensé que era una mala broma

camilo peña castañeda redacción el tiempo @penacamilo
uando me dijeron que iría a un viaje de turismo a las Bahamas, un mes después del paso del huracán Dorian por esas islas del Caribe, pensé que era una mala broma. Las imágenes en redes sociales y televisión mostraban zonas arrasadas, así que aquella podría ser una travesía para cubrir la devastación y no para conocer el país. Me embarqué en el viaje, y durante el trayecto me di cuenta de que la duda no era solo mía. Varios de mis colegas se preguntaban cómo estaría el lugar. Cuando el avión de Copa Airlines estaba a punto de aterrizar en Nassau (capital de Bahamas) todos miraban curiosos por las escotillas, buscando un rastro de los destrozos, pero no había ni uno. Desde el cielo, casi a punto de llegar al aeropuerto internacional Lynden Pindling, se comprobó que los edificios estaban intactos, que el mar cristalino golpeaba las playas blancas y perfectas y que las casitas locales estaban en óptimo estado, con sus colores y amplios jardines. ¿Qué había pasado? Lo de siempre: no sabemos nada de un lugar hasta estar en él. "¿Saldrá de Nassau?", me pregunta en inglés un agente de migración. Quien no esté familiarizado con la geografía de las Bahamas no sabrá contestar esa pregunta, pues ese país está conformado por más de 700 islas (se estima que apenas 24 están habitadas). Solo dos se vieron afectadas por el huracán: Gran Bahama y Ábaco, ubicadas en el norte del país. "El turismo se afectó en toda la isla por la desinformación", dice con preocupación Raquel Carey, del Ministerio de Turismo de las Bahamas, a un grupo de periodistas de América Latina, durante una visita a Nassau. Es difícil moverse entre las islas porque no hay carreteras suficientes. Por eso se debe usar avión, ferri o lancha, pero no es un plan económico. De todos modos, en Nassau encontrará lo necesario para explotar al ciento por ciento su visita a las Bahamas. Le voy a explicar por qué. La capital de las Bahamas se destaca por sus edificios coloniales de diferentes colores, algunos de los cuales no son escogidos al azar. Por ejemplo, las estaciones de policía son de color verde; las escuelas públicas, amarillas, y las estructuras del Gobierno, rosadas. Todo este colorido luce en parte del paisaje del centro de Nassau. Ese lugar quizás sea uno de los más visitados por los turistas, no solo porque allí convergen museos, restaurantes y demás sitios de interés, sino porque también alberga el muelle en el cual desembarcan los cruceros. Cifras oficiales estiman que, en el 2018, unos 224 barcos arribaron por mes a esa ciudad. Aparte de la arquitectura, la amabilidad de sus habitantes y la comida (cocinan el mejor caracol), los sitios turísticos dejan sin aliento. Varios periodistas hicimos un tour con la agencia Pieces of 8 Charters, por algunas islas cercanas a la capital. Durante ocho horas y a mar abierto por el océano Atlántico, navegamos para hacer una actividad que ojalá todos pudieran realizar en la vida: nadar con tiburones. La sensación es estremecedora y, por un momento, el azul cristalino del mar pasa a un segundo plano porque toda la atención se centra en al menos 10 tiburones nodriza que me rodean. ¿Tenía miedo? Claro, pero tener la oportunidad de estar tan cerca de un animal tan poderoso valió el riesgo. Así que entré en confianza y a cada tiburón que pasaba cerca de mí le toqué la piel, negra y carrasposa. Fueron 30 minutos emocionantes. El tour continuó. La siguiente parada fueron los cerdos nadadores. Ya me habían comentado que en algún lugar de las Bahamas habitaban este tipo de animales, pero, como dice el dicho, hasta no ver no creer. Llegamos a Major’s Spot Cay, una zona de la isla de Exuma. El recibimiento lo hicieron al menos 15 de estos animales, que rodearon rápidamente nuestra lancha en busca de comida. Se pueden alimentar desde el bote o nadar con ellos. Si ya había nadado con tiburones, no podía quedarme atrás con los cerditos. Parece que las Bahamas sacan valentía, porque todos nos metimos al mar. Los cerditos son grandes, algunos rosados, otros grises y negros. Y los hay que combinan todos esos colores. La idea es alimentarlos (con frutas o vegetales) y nadar junto a ellos que, por cierto, lo hacen muy rápido a pesar de su tamaño, pero sin darles nunca la espalda porque les gusta morder la cola de las personas. Ya es hora de regresar a tierra firme y, mientras lo hacemos, escuchamos datos curiosos: "¿Ves esa casa? Es del actor Johnny Depp y está valorada en millones de dólares", nos dice un guía que siempre estuvo al frente del bote. "Es tan exuberante lo que puede suceder acá que algunos famosos compran islas", continúa. De nuevo en la capital, hay dos sitios para resaltar. Por un lado, Educulture, una escuela-museo liderada por Arlene Ferguson y su esposo, Silbert; allí destacan el Junkanoo, el carnaval oficial de Bahamas, que se celebra cada año entre el 25 de diciembre y el 1.º de enero. En el lugar se exhiben los trajes típicos del carnaval y hay una muestra audiovisual del desfile. Además, en la visita, los anfitriones nos enseñan a tocar las notas principales de la música que se escucha durante esas festividades. "Junkanoo es una de las expresiones más puras del espíritu de las personas de Bahamas", grita Ferguson mientras el grupo de periodistas y yo tocamos tambores y campanas de vaca, al ritmo de la música bahameña. Y, por otra parte, recomiendo visitar la mansión Graycliff Bahamas, del empresario italiano Enrico Garzoroli. La casa, cuyos orígenes datan de 1844, conserva su decoración colonial. Candelabros, cubiertos, mesas, sillas y habitaciones son de otra época. Pareciera que el tiempo no pasa en la mansión. "Y eso que no han visto toda la casa", nos dice Garzoroli sentado en un sillón. Resulta que además de ser un restaurante y hotel, el empresario tiene allí una de las cavas de vinos más grandes del mundo. Está justo debajo de la casa. Es un lugar angosto y de difícil acceso. Se estima, según nos cuentan los guías, que alberga más de 2.000 vinos desde 1973. Caminar no es fácil, y se debe tener cuidado para no echar a perder ninguna botella. Al final del recorrido, usted tendrá la oportunidad de reservar un puesto en una mesa en donde han cenado personalidades como Beyoncé, Michael Jordan o LeBron James. ¿En dónde hospedarse? En Nassau hay hoteles de todo tipo, desde los más excéntricos hasta los más económicos. Durante mi estancia tuve la posibilidad de hospedarme en Atlantis Paradise Island -uno de los más antiguos de la isla- y en el Meliá Nassau Beach, un hotel con todo incluido. El primero me recuerda los enormes hoteles de Las Vegas, en Estados Unidos. Esto por su imponente infraestructura, techos altos, acuarios y largos pasillos. De todas las actividades que pueden hacer (jugar en el casino, visitar un acuario, jugar golf, entre otras), la más emocionante, para mí, fue tirarse de todos los toboganes de alta velocidad que ofrece el hotel. También vale la pena dar un paseo por el río de una milla de largo, con rápidos y oleadas ondulantes, que atraviesa el complejo. Y en cuanto al segundo, el Meliá Nassau Beach, la experiencia es más tranquila, ideal para pasar vacaciones en familia. Cuenta con siete restaurantes, habitaciones con vista al océano Atlántico, piscinas climatizadas y zona para niños. Este hotel se destaca por sus planes todo incluido, que permite a los turistas pagar una tarifa por hospedaje, alimentación y bebidas. * Invitación de Copa Airlines y el Ministerio de Turismo de Bahamas.
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