Viernes, 16 de Mayo de 2025

Elipse la técnicaexprés para bajar de peso

ChileEl Mercurio, Chile 17 de marzo de 2020

La oferta es atractiva: bajar entre 10 y 15 kilos en cuatro meses, sin cirugía. Eso promete Elipse, un innovador balón intragástrico creado por dos exalumnos de la Escuela de Medicina de Harvard, que lleva solo meses en Chile. Pero muchos han malentendido su uso. "La gente llega pidiéndolo como quien va a comprar algo al supermercado", dice un cirujano bariátrico.

Mide 3 a 4 centímetros y se toma con agua. Una vez dentro del cuerpo, esta cápsula hace que el hambre realmente "desaparezca". Pero no se trata, como mucha gente ha querido creer, de un medicamento supuestamente "mágico", sino de una innovadora versión de los balones intragástricos que comenzaron a usarse en los años 90. Se llama Elipse, está disponible en Europa desde 2016 y en Chile desde junio de 2019.
Una vez dentro del estómago, la lámina vegetal biodegradable que la cubre desaparece, para dar paso a lo que lleva dentro: un globo de poliuterano de alta densidad que se llena con 550 cc de suero, a través de un catéter que viene con la cápsula y que también se traga, pero luego se retira. Así se forma un balón que cumple dos funciones: achicar el espacio dentro del estómago, de modo que sea imposible ingerir grandes volúmenes de comida, y también simular la sensación de estómago lleno, para enviar al cerebro una falsa señal de saciedad.
El procedimiento dura alrededor de 20 minutos: el paciente está de pie y no tiene que someterse a una cirugía, anestesia o endoscopía, como ocurre con los balones intragástricos tradicionales. Solo se monitorea todo con radiografías. Por eso, si instalar un balón tradicional de silicona oscila entre 4 y 5 millones de pesos, en este caso el precio va entre 2 y medio y 4 millones de pesos, pese a que el balón en sí es más costoso.
-Algunos pacientes vienen a ponerse este nuevo balón en su hora de almuerzo y contestan su WhatsApp mientras se los pongo -comenta el doctor Rodrigo Muñoz, director del Centro de Tratamiento de la Obesidad Red de Salud UC Christus.
Tampoco es necesario sacar el balón, como ocurre con los otros, que se retiran mediante una endoscopía. El suero, que contiene agua destilada, ácido cítrico y otros elementos, hace que se degrade una válvula inserta al interior del globo hasta que, en un tiempo que va de tres meses y medio a cinco, se rompe. Luego se vacía y se elimina a través del sistema digestivo. Y todo esto ocurre casi siempre sin que las personas siquiera se den cuenta de ello. Mientras tanto, se pierden en promedio, entre 10 y 14 kilos.
-Es un desafío de ingenio y de diseño, más que médico -acota el doctor Álex Escalona, jefe del Programa de Obesidad y Diabetes de Clínica Universidad de los Andes.
La sencillez del procedimiento hizo que Elipse rápidamente ganara popularidad; también el hecho de que muchos médicos y profesionales de la salud comenzaron a usarlo y eso -cuenta el doctor Muñoz- "hace que más gente quiera realizarse el procedimiento". Según Enrique Ascenzo, gerente comercial de la empresa que representa a Elipse en Chile, Cegasurgical, a comienzos de marzo ya se habían colocado en el país cerca de 800 balones. Esto significa que, de lunes a viernes, se han insertado un promedio de 5 balones diarios. A nivel global, ya hay 300 clínicas que lo ofrecen, más de mil médicos entrenados en su utilización y una cifra estimada de diez mil personas que lo han empleado.
Pero su fama creció rápidamente y sin control. De pronto, el balón Elipse se convirtió para muchas personas en la opción ideal para perder kilos antes de algún evento laboral o familiar importante, para deshacerse de un poco de sobrepeso fácilmente. Nada más alejado de la realidad.
-La gente ve esto como un mero trámite. No entienden que es un procedimiento médico que presenta riesgos: si queda mal puesto, puede ocurrir que se rompa el duodeno o el esófago. La idea de que se trata de un procedimiento simple está tan instalada que una vez llegó un paciente a la primera consulta en ayunas, por si se lo podía poner el mismo día. No entendía que esto requiere de exámenes y también de una evaluación psicológica o psiquiátrica. Una vez, un paciente se fue muy molesto, realmente enojado, cuando le dije que no podía ponerle este balón. Llegó porque buscaba algo poco invasivo, pero tenía contraindicaciones -cuenta el doctor Escalona.
¿De qué contraindicaciones habla? Por ejemplo, contar con cirugías previas en el intestino, cuyas cicatrices puedan "atrapar" el globo durante el proceso de evacuación y provocar una obstrucción intestinal. O haberse hecho ya algún tipo de cirugía bariátrica: en esos casos, el tamaño del estómago ya ha sido reducido y el balón simplemente no cabe. Los riesgos son altos: el órgano puede perforarse.
Al doctor Muñoz también le ha tocado ver pacientes enrabiados, frustrados, cuando descubren que el balón no es para ellos.
-La gente llega pidiéndolo como quien va a comprar algo al supermercado. Quieren conseguir cosas sin esfuerzo -dice-. Pero esto es para personas que necesitan bajar 8 a 10 kilos. A veces llega gente que quiere perder 4 a 5, y para eso no es. Si te pones las pilas, puedes bajar 6 kilos, ¿para qué gastar tanta plata? No faltan los pacientes que, cuando escuchan esto, se enojan, se van choreados. Pero este procedimiento está indicado para pacientes con un índice de masa corporal de 27 o 28 hacia arriba, por mucho que se considera sobrepeso desde el IMC 25.
Según el doctor Escalona, uno de los problemas de este procedimiento es que "la gente tiende a verlo como lo quiere ver". El doctor Muñoz coincide: cuenta que en la consulta, cuando explica los detalles del proceso y sus limitaciones, los pacientes no siempre ponen atención. Percibe a muchos muy ansiosos por ponerse el balón lo antes posible.
-En el márketing de todo este tipo de procedimientos se juntan dos factores -dice al respecto la doctora Ximena Muñoz, nutrióloga de Clínica Meds-. Primero, hay muchas expectativas por parte de la gente que necesita adelgazar. Segundo, esta ansiedad por solucionar su problema hace que baje su nivel de crítica hacia todo lo que aparezca que sea nuevo.
Tolerancia en jaque
El balón Elipse se gestó en 2009 en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, luego de una clase sobre las barreras que hacen que las personas con obesidad no quieran someterse a cirugías. Ese mismo día dos alumnos, Samuel Levy y Shantanu Gaur, comenzaron a trabajar en el desarrollo de un balón intragástrico menos invasivo. Ambos fundaron Allurion, la empresa que desarrolla el balón Elipse y que hoy tiene tres sedes: en Boston, París y Dubái. La actividad comercial comenzó en 2016 en París, cuenta Benoit Chardon, vicepresidente Comercial Global de Allurion, porque en Europa fue donde su uso se aprobó primero. Chile, con más de 50 médicos certificados, fue el país escogido para iniciar su expansión en América Latina.
-Elipse obtuvo la venia de la Comunidad Europea en 2015, y desde entonces hemos lanzado el balón con éxito en casi todos los países de Europa y Europa del Norte, además del Medio Oriente y Asia. Desde que empezamos, la empresa ha crecido más del 100% año a año -comenta-. Con respecto a Estados Unidos, hemos realizado un estudio con más de 400 pacientes y este mes se completaron todos los requisitos para obtener el respaldo de la FDA; esperamos su aprobación tan pronto como nuestros archivos sean revisados.
La idea es que el balón esté disponible solo en las clínicas en que exista todo lo necesario para reaccionar en caso de que se produzca algún problema durante la instalación. También es importante que se pueda retirar: según las estadísticas, entre el 1 y el 2 por ciento de los pacientes simplemente no tolera tener el balón dentro, porque siente demasiadas náuseas y los medicamentos no logran controlarlas.
En estos casos algunos pacientes piden que se lo saquen, para lo cual no queda otra opción que hacer una endoscopía. Por lo general, explica el doctor Ricardo Funke, cirujano digestivo de Clínica Las Condes y past president de la Sociedad Chilena de Cirugía Bariátrica y Metabólica de Chile, se espera 48 horas antes de tomar esta decisión.
Esto estuvo a punto de pasarle a Claudia Rojas, ingeniera comercial de 41 años. Con su segundo embarazo, hace ya 9 años, subió 25 kilos y cuando supo que existía un procedimiento sin cirugía ni endoscopia, creyó que era lo ideal para ella. No imaginaba lo mal que lo iba a pasar.
-Pensé que esto era lo más fácil y menos invasivo, pero no fue tan fácil como yo pensaba. En algún minuto me arrepentí, me dije: qué hice, en qué me metí, es lo peor que he hecho en mi vida -cuenta. Cuando me lo pusieron, me dieron arcadas, tuve una sensación terrible de incomodidad porque te meten la pastilla para adentro con el cable. Da mucho asco. El doctor me contó que mucha gente vomitaba ahí mismo. Y después estuve botada en la cama como 5 días, realmente no podía hacer nada. Huasamente pensé que era instalarte el balón y salir a hacer tu vida normal. Me enojé con el doctor; le dije: !pero cómo no me avisan que quizás puedo sentirme así de mal¡ Porque te meten la pastilla y no te explican mucho. Tal vez lo hizo, o yo no pregunté lo suficiente. Pero lo que yo viví es que llegué, me lo pusieron en la sala de radiografías y después poco menos que tienes que irte rápido porque viene el siguiente examen. Me fui para mi casa manejando sin problemas, pero después lo pasé muy mal.
Para Claudia Silva, 32 años, ingeniera comercial, el procedimiento también fue más desagradable de lo que esperaba.
-Para mí la instalación fue terrible -dice-. Simplemente no pude tragarme la cápsula. El doctor la tuvo que empujar con sus manos. Es una sensación horrible porque el hilo queda afuera, como que me ahogaba.
Sin embargo, ambas recomiendan ponerse el Elipse.
Claudia Rojas bajó 10 kilos en cuatro meses. "Igual el malestar valió la pena", dice.
Claudia Silva ha bajado 13 kilos en 3 meses y ya no siente ninguna incomodidad. "El malestar no dura, y vale completamente la pena soportarlo", opina.
Y agrega:
-A mí me podría haber convenido subir unos pocos kilos más y haberme operado. Así hubiera pasado todo por la isapre y me habría salido 500 lucas, no cuatro millones. Porque de esto, la isapre no reembolsa nada. Pero igual, a mi criterio, es mucho mejor que ir a pabellón.
Además, no para todos los pacientes es una experiencia desagradable. Mónica Díaz, quien trabaja en una casa de reposo y tiene 55 años, bajó mucho más peso de lo esperado (25 kilos) y dice no haber sentido ninguna molestia. Ni en la aplicación, ni después.
-Sabía que me tenía que tragar una cosa y pensaba: me voy a atorar, me voy a poner morada, no me va a bajar. Pero nada de eso me pasó. No sentí nada; solo esa misma noche sentí algo de incomodidad, no lograba dormir. Pero después nunca lo he sentido. !Me podrían haber hecho lesa¡ (se ríe). Solo tuve dudas cuando vi el presupuesto, porque es caro, y la isapre no devuelve nada. Pero me dije: Dios proveerá. Chileno con tarjeta de crédito no se rinde. Recomendaría este balón absolutamente.
Una opinión similar tiene Carolina Araneda, 41 años, médico con magíster de gestión en salud. Para ella, con 86 kilos, Elipse era su única opción: hace algún tiempo tuvo un accidente vascular y eso la convierte en paciente de riesgo para cirugías con anestesia general. Desde diciembre ha bajado 8 kilos.
-Me lo pusieron un miércoles y pedí permiso en el trabajo para los días siguientes, por si tenía alguna complicación. Fue bueno que lo hiciera, porque tuve muchas náuseas y me sirvió estar en la casa. Pero no me pareció que fuera algo muy terrible, jamás se me pasó por la cabeza sacármelo. Me parece una alternativa recomendable, siempre he sentido que ha valido la pena.
Cambio de hábitos
El balón Elipse funciona del mismo modo que otros: pide llevar una dieta líquida por algunos días, luego alimentarse a base de papillas por algunas semanas, y apoyar todo el tratamiento con psicólogos, nutricionistas, kinesiólogos y deportólogos. La idea es ayudar a los pacientes a ir formando buenos hábitos de alimentación y actividad física. Allurion llama a esto "programa 360", y se apoya con una pesa digital que, mediante una app , permite que los pacientes envíen a los médicos información sobre sus avances en la pérdida de peso. Según el doctor Funke, "esto ayuda a atajarlos si se están desordenando en su alimentación o están empezando a recuperar peso".
Sin este apoyo es difícil que, una vez que el globo se elimine, la pérdida de peso se mantenga. Según el doctor Muñoz, al año los pacientes retienen entre el 60 y el 80 por ciento del peso perdido. Esto significa que si alguien bajó 12 kilos, doce meses después va a tener 8 kilos menos que su peso al iniciar el tratamiento.
-Este nuevo balón llamó la atención porque estamos en una sociedad muy inmediatista, donde la gente espera soluciones milagrosas. Piensa que su trabajo es juntar la plata para el balón, cuando el trabajo comienza recién después que se lo instalan -dice la nutrióloga de Clínica Meds Ximena Muñoz:
-La idea es que te resuelva el tema de la saciedad mientras aprendes a controlar mejor tus hábitos, pero como esto no siempre ocurre, muchos vuelven a subir de peso. El paciente y los médicos suelen creer que basta con saber qué se puede comer y qué no, pero no es así, porque son demasiados los factores que inciden en lo que se come. Es algo multifactorial.
Claudia Rojas reconoce que tiene miedo de volver a engordar. Dice tener claro que si no se cuida, volverá a subir de peso. Mientras tenía el balón, el hambre no era tema: simplemente no tenía ganas de comer. Ahora se preocupa de no comer fideos ni arroz y privilegia el jamón de pavo, el pollo, las tortillas, las ensaladas. Aunque le cuesta, ha tratado de mantener el hábito de la colación cada tres horas.
Mónica Díaz también tiene algo de temor a volver a subir de peso, pero ha seguido cuidando su alimentación y comenzó a practicar pilates.
A Claudia Silva, por otro lado, le faltan 3 kilos y medio para llegar a su primera meta. Como vive en Curicó, coordina las horas médicas para un mismo día y viaja una vez al mes a Santiago. Dice que el apoyo del equipo, en particular del psicólogo, ha sido fundamental para lograr cambios de hábito que perduren.
-Tenía metido en la cabeza que había alimentos prohibidos para mí. Entonces, frente a una pizza, a un chocolate, pensaba: aprovecha de comer ahora, porque después no vas a poder. Al final, terminaba comiendo mucho más. Ahora entiendo que uno puede comer de todo, pero en su justa medida. Además, no me gustaba ningún deporte. Quedamos en que probara hasta encontrar algo, y así llegué al yoga. Tal vez para algunos el yoga no califica como un gran deporte, pero para quien nunca ha hecho ejercicios de fuerza y resistencia, es un cambio grande. Porque aprendí a disfrutar el deporte. Ahora me gusta, me relaja; antes era sinónimo de esfuerzo y desagrado.
Al respecto, el doctor Funke es tajante: jamás le pondría el balón a un paciente que no está dispuesto a cambiar de hábitos.
-Yo siempre les digo a los pacientes: este balón es un buen empujón para generar una baja de peso moderada e intentar cambiar los hábitos de alimentación y ejercicio. Jamás uno le puede decir a un paciente que este es el tratamiento definitivo para la obesidad, porque no es así. Muchos se crean muchas expectativas. Piensan que es la solución final a su problema. Yo creo que es una alternativa más.
El doctor Escalona coincide:
-Si los pacientes creen que el Elipse les permitirá bajar de peso sin hacer nada, es mejor que no se lo pongan. Hay que entenderlo como parte de un proceso más largo. No es un tratamiento, es una herramienta en el contexto de un tratamiento.
En esta decisión, la salud mental de los pacientes también es importante. Viviana Assadi, psicóloga del Centro de Tratamiento de la Obesidad Red de Salud UC Christus, incluso les ha dicho a algunos médicos que no lo instalen en algunos casos, cuando, por ejemplo, puede haber trastornos alimentarios -como la bulimia o el comer por atracón- de base.
Pero también hay otras razones:
-El balón está demasiado idealizado. Quizás de manera no tan consciente, muchos piensan que luego de ponérselo no van a tener que hacer ningún esfuerzo. Pero la mayoría de estos pacientes tiene una historia de subidas y bajadas de peso; han hecho una gran cantidad de esfuerzos. Cuando eso pasa, el cuerpo se acostumbra a tener restricciones y su reacción es poner más lento el metabolismo de manera crónica. Entonces, un nuevo intento puede ser menos exitoso que los anteriores. En muchos casos es preferible que los pacientes se operen, y así tener más tiempo para acompañarlos, antes que volver a hacerlos sentir una frustración con respecto a su peso.
En algunos pacientes, agrega Viviana Assadi, se puede dar que el uso del balón se transforme en una adicción: ante los buenos resultados, no pueden parar, especialmente cuando, luego de un tiempo de éxito, no pueden tolerar la frustración de volver a subir algunos kilos, aunque estos estén dentro de lo normal.
Si bien el balón puede volver a instalarse, la idea es corregir los problemas de fondo, precisa.
-Siempre está el riesgo de que alguien se ponga el balón, por ejemplo, porque viene el matrimonio de un hijo, y que después venga otro evento y quiera ponérselo otra vez. Pero eso, más que con el dispositivo, tiene que ver con cómo la gente está accediendo a todo lo que necesita con una lógica de compra y venta.
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