Miércoles, 08 de Mayo de 2024

Adaptación productiva ante pandemia

ChileEl Mercurio, Chile 7 de abril de 2020

Junto con las debilidades mostradas por los países, existe también un arsenal de capacidades que empiezan a desplegarse.

Probablemente, uno de los aspectos que más atemorizan a la población frente a la pandemia de covid-19 es la posibilidad de que no haya equipos ventiladores mecánicos suficientes en el momento y lugar adecuados para asistir a los pacientes que lo requieran. Lo que ha ocurrido en el norte de Italia y lo que está sucediendo en Nueva York así lo ilustran. No solo eso, el personal de salud capacitado para tratar pacientes que requieran ventilación mecánica también ha sido insuficiente, y su preparación precisa de tiempo, siempre escaso ante la emergencia. La situación evidencia la falta de preparación en la que se encontraba el mundo para enfrentar una enfermedad provocada por un virus hasta ese momento desconocido -el SARS-CoV-2-, para el cual no hay aún vacunas y en un principio ni siquiera estaban desarrollados los sistemas para testear su presencia en el organismo.
Pero, además, la facilidad con que una persona infectada puede contagiar a otros por simple cercanía física -incluso en la etapa en la que aún no presenta síntomas- ha requerido de mascarillas o alcohol gel para desinfectar las manos en cantidades que superan varias veces las habituales. A continuación, y una vez aislado el virus y determinada su biología, los países se vieron en la necesidad de aplicar testeos masivos a la población para detectar y aislar a los contagiados, y para comprender mejor la tasa de infectabilidad. Sin embargo, la manufactura masiva de kits con esos test ha enfrentado múltiples dificultades -de aprobación, logísticas y de fabricación masiva- y los laboratorios que normalmente los hubiesen provisto no tenían suficiente capacidad. La relativa lentitud con que los países reaccionaron a lo que estaba ocurriendo en China, luego de que la información fuera conocida, agravó el problema y se perdió un tiempo valioso para anticiparse a las necesidades que vendrían. Por cierto, todo ello forma parte de las debilidades mostradas por los países ante el desafío que ha significado la pandemia.
Sin embargo, existe en el mundo también todo un arsenal de capacidades que recién comienzan a desplegarse, las que provienen tanto del nivel tecnológico alcanzado por la humanidad como del repertorio emocional humano, que es capaz de inducir a las personas a actuar de maneras colaborativas en momentos cruciales. Ejemplos hay muchos y en distintas partes. Uno impresionante ha sido la reacción al llamado formulado por el sistema de salud británico para conseguir colaboradores voluntarios, el que recibió más de 300 mil respuestas en menos de 24 horas, y ya ha superado las 500 mil. En otro ámbito aparecen casos como el de la multinacional Medtronic, dueña de la patente de un importante respirador artificial portátil, que cedió gratuitamente para que otras empresas pudieran fabricarlo y satisfacer así las acuciantes necesidades mundiales del equipo. La "economía de guerra" con que el Presidente Trump ha calificado, tardíamente, la situación actual de su país ha tensado el músculo productivo del gigante norteamericano, el que ha comenzado a producir kits de testeo del virus y ventiladores mecánicos en grandes cantidades, ya sea en fábricas automotrices tradicionales reconvertidas para ese efecto, o bajo el impulso de innovadores tecnológicos como Elon Musk. Asimismo, las capacidades biotecnológicas del mundo se han puesto a disposición de la cruzada para encontrar drogas y vacunas que traten o prevengan la enfermedad.
En Chile, empresas privadas están adaptando sus equipos para la producción de mascarillas, y se están recopilando las máquinas PCR de distintos laboratorios, incluidos los de investigación, para multiplicar la fabricación de los test requeridos. Además, entre otros ejemplos, académicos chilenos avanzan en la construcción de un prototipo de respirador a partir de planos liberados por el MIT, de Estados Unidos.
La determinación, ingenio y esfuerzo humanos están aceleradamente poniéndose a disposición del combate al SARS-CoV-2.
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