Asumir el tiempo
Montevideo
Montevideo.- Como todo fragmento, esconde y alude al todo. La ventana, un benévolo saliente del edificio, podría ser cualquier ventana, de cualquier ciudad, abriéndose paso entre cualquier columna de viviendas. Pero no es este el caso. Esa abertura, elegante y quizás algo ajada, pertenece al Palacio Salvo, figura, emblema y orgullo de Montevideo, pariente más que cercano del Barolo, que cada tanto despunta luz de faro en Buenos Aires. Un palacio, una ventana y una mujer. Alguna vez, en una ventana similar (¿o tal vez en esta misma?) se habrá asomado otro rostro femenino. Los rasgos bellos, la mirada distante, la tormenta profunda y triste que bullía -más que relámpago, volcán- al interior de la poeta Idea Vilariño. Alguna vez se asomaría, desde el edificio que habrá sabido ganarse su amor, y habrá susurrado sin llanto/ sin risas/en silencio/asumiendo mi vida/ mi tránsito/mi tiempo.
Edición fotográfica de Dante Cosenza