La lenta y difícil caída del general Mario Rozas
Hace varias semanas sabían en La Moneda que el jefe de Carabineros caería más temprano que tarde. De ahí que, desde la conformación del alto mando, se comenzó a preparar un diseño para reemplazarlo por un uniformado con "más calle" y cercanía con la tropa. Un plan del que él sabía y que aceptó.
"General, ¿ya le pidieron la renuncia?".
Fue lo primero que un diputado de Renovación Nacional le preguntó al general director de Carabineros, Mario Rozas, cuando lo llamó por teléfono, el miércoles, a eso de las 21:30 de la noche.
"No, todavía no", fue la respuesta.
Acababa de terminar la jornada de discusiones sobre la ley de Presupuestos, sin mayores avances. ¿La razón? El incidente en un hogar de menores en Talcahuano, en el que un carabinero disparó e hirió a menores de edad, por el que algunos sectores de la oposición amenazaron con abandonar el debate si el Gobierno no pedía el cargo del general director.
El congresista le advirtió al general que, "debía estar preparado", porque la situación se estimaba como "muy compleja".
Rozas ya lo sabía. "Uno siempre debe estar preparado", dijo.
A esa hora, el oficial ya estaba en contacto permanente con el ministro de Interior, Rodrigo Delgado, para intentar explicar lo que había pasado en la Región del Biobío.
Según entendía Rozas, un niño se había descompensado y puesto violento, haciéndose incontrolable para los funcionarios del SAMU que habían llegado para llevarlo a un hospital. Fueron estos quienes llamaron a la policía uniformada, llegando una carabinera de cuadrante y otro en bicicleta. Pero su presencia generó una reacción violenta del resto de los adolescentes del hogar, que atacaron al carabinero, provocándole una fractura expuesta en un brazo. Este, habría disparado al aire y luego, según Carabineros, a las piernas.
Preliminarmente, el Gobierno compartía con Rozas la evaluación de que, tras investigar, se podría declarar "legítima defensa". Sin embargo, ya no había tiempo ni margen de maniobra.
De hecho, ya había un diseño listo para una situación así. Uno que se echó a andar inmediatamente y que terminó la mañana siguiente con el Presidente pidiéndole la renuncia a quien fuera su edecán.
El diseño de La Moneda
Para el Presidente Piñera, la decisión de pedirle el cargo al general Rozas no fue fácil, pues confiaba en él, desde los tiempos en que fue su edecán en su primer gobierno.
Es una relación que se había solidificado durante el estallido. De hecho, cercanos al Presidente cuentan que la línea entre ambos fue directa en los días máscomplejos. Por ejemplo, Piñera valoró mucho cuando el 18-O el general le dijo, sin rodeos, que Carabineros no daba abasto para controlar el orden público. Y, especialmente, el 12 de noviembre, cuando el mandatario estaba por volver a decretar estado de emergencia y, al conversar con Rozas, supo que esa vez la institución sí estaba logrando manejar los focos de violencia.
Pero poco a poco, esa relación se fue apagando. Y el trato diario se trasladó, principalmente a Interior.
Tras el incidente del puente Pío Nono, en el Gobierno se instaló una noción: Rozas iba a caer, más temprano que tarde, pues ya no se lo podía proteger sin pagar los costos. El general tendría que renunciar en la próxima crisis.
Por esto, cuentan desde La Moneda, hubo un plan de contingencia: El diseño del nuevo alto mando, que fue pensado para un escenario en el que Rozas no estuviera y pudiese ser reemplazado rápidamente por su subdirector, el general Ricardo Yáñez. Una fórmula que evitaba el paso a retiro de un gran número de oficiales, algo que habría sido muy criticado.
Por esto, la evaluación que el Gobierno hizo el miércoles en la noche fue rápida. La tormenta amenazaba con ser perfecta, pues involucraba a dos organismos que han sido un dolor de cabeza para el Ejecutivo: Carabineros y el Sename. Había que evitar que llegara al Gobierno. Por ello, el miércoles en la noche, el Presidente tuvo varias reuniones y conversaciones con sus ministros y asesores.
Dicen en La Moneda que uno de los que más impulsó la salida de Rozas fue el ministro Delgado. Otros protagonistas de los encuentros fueron el jefe del segundo piso, Cristián Larroulet; el ministro de Justicia, Hernán Larraín; el vocero Jaime Bellolio, y el subsecretario de Interior, Juan Francisco Galli. El mandatario recolectó todas las opiniones y se formó la suya, que coincidía. El jueves, a las 08:00 horas, ya tenía la decisión tomada.
Rozas, dicen, estuvo dispuesto a dar un paso al costado. Ya había comunicado -antes- que si se transformaba en un peso para la institución, renunciaría. Y varias veces durante su gestión había dicho a los distintos ministros de Interior que si su renuncia era útil, él dejaría el cargo. Y así fue.
Rápido ascenso
En estos días, los que lo conocen cuentan que Rozas ha estado rodeado de su familia, recibiendo saludos de mucha gente y comentando que "hizo todo lo que pudo" para los tiempos que corren y que "se la jugó por su institución".
Las mismas fuentes cuentan que Rozas sabía del plan del Gobierno. Y también conocía el nombre de su sucesor. Solo le faltaba conocer cuál sería el detonante de su salida.
Él, dicen, imaginaba que podría ser un nuevo incidente durante una manifestación. Pero nunca esperó que un hecho de sangre ocurrido en un hogar de menores, que involucraría a un funcionario de Carabineros, determinaría su fin en la institución.
Fue lo que más le dolió, pues toda su vida ha estado ligada a la entidad, como hijo del suboficial mayor, Mario Rozas Ortiz. También visten el uniforme dos hermanos. Y su esposa, Carola Ahengo, llegó al grado de coronel y renunció al asumir él la Dirección General.
Arribó al cargo con polémica, luego de que una veintena de generales saliera a retiro para darle paso. Algo que se le criticó al Presidente Piñera y que hoy forma parte de una autocrítica silenciosa, entre cuatro paredes: "Le tocó ascender muy rápidamente y debió hacerse cargo de situaciones para las que no tenía experiencia", dice una autoridad.
Rozas conocía sus debilidades; entre ellas, el hecho de que su carrera hubiera sido menos de calle y más ligada a la seguridad vial, al ejercicio como agregado de Carabineros en España y a haber sido edecán del Presidente Piñera en su primer gobierno. También estudió Periodismo y obtuvo un magíster en Comunicaciones. Y cuando Piñera lo nombró general director, al caer el general Hermes Soto por la muerte de Camilo Catrillanca en 2018, era director de Bienestar; un cargo muy distante de lo operativo en terreno.
Cuentan que intentó suplir esa carencia con el conocimiento que tenía de la familia de Carabineros; por ejemplo, en reuniones constantes con la tropa.
En ese contexto entienden sus conocidos que en una reunión motivacional con suboficiales, a un mes del estallido, les haya preguntado: "¿Han tenido miedo?". Y se escucharon unos "sí". Luego acotó: "Pregúntenme a mí", a lo que una mujer le consulta "¿Ha tenido miedo?". Y contesta: "Cagado de miedo. Si esto es nuevo para todos. Pero, ¿saben? Lo único que les puedo decir es que en la medida que estemos unidos, en la medida que estemos cohesionados, como siempre, nadie nos podrá hacer daño".
Fue en esa misma ocasión cuando dijo la polémica frase: "Tienen todo el apoyo, todo el respaldo de este general director. ¿Cómo lo demuestro? A nadie voy a dar de baja por procedimiento policial. Aunque me obliguen, no lo voy a hacer". Sus amigos cuentan que nunca se arrepintió de eso, aunque ha comentado íntimamente que no imaginó que se haría público.
El inicio del estallido social lo marcó especialmente. En particular, dos eventos específicos. El primero, estando en la central de comunicaciones escuchó impotente cómo atacaban un cuartel en Padre Hurtado, pues no había refuerzos para enviar. Y poco después, cuando se mezcló con la tropa durante una manifestación en calle Doctor Corvalán para ver in situ lo que pasaba.
Después de eso adoptó una línea más dura de defensa institucional. Demostrada, por ejemplo, en el discurso que dio cuando supo del sumario de Contraloría a siete de sus generales. "Una vez más se pretende afectar la autoestima organizacional e inhibir el accionar constitucional", dijo.
Aunque entienden la decisión del Gobierno, algunos de sus amigos cercanos en la institución dicen estar dolidos. Cuentan que Rozas, desde que asumió, trabajó 20 horas al día para liderar la policía uniformada y se identificó personalmente con los planes de reforma. Y que por mucho tiempo no quiso renunciar, aún cuando sus hijos recibieron amenazas de muerte.
A la postre creen que ganó "la calle".
"Hoy la oposición dice: 'qué bueno que se fue Rozas, pero es muy tarde'. En no menos de 45 días el general Yáñez va a estar exactamente en la misma palestra", dice el coronel en retiro y consultor en seguridad Pedro Valdivia.
Es por este tipo de posiciones que el Gobierno se ha preocupado de agradecer, en público y en privado, a Rozas por su gestión, y dar señales de cercanía con Carabineros.
La era Yáñez: la consolidación
El general Ricardo Yáñez (54 años, de San Fernando, egresado en 1988) era, desde hace meses, el favorito del Gobierno en caso de salir Rozas, pese a que era su mano derecha y amigo desde la Escuela de Oficiales.
Fue elegido, según cuentan desde La Moneda, por tres razones.
La primera, el tener conocimiento de todo el país, pues ha estado desplegado en distintas posiciones, en Iquique, Viña del Mar, Santiago, Rancagua, Rengo, San Fernando, Puerto Natales y Punta Arenas.
La segunda razón fue "tener calle". Yáñez, al contrario de Rozas, "tiene mucha experiencia operativa", al haber dirigido la Dirección de Orden y Seguridad. Esto, según el Gobierno, "le da un ascendiente en el personal" y podría frenar el proceso de desmotivación que, dicen, hay en los funcionarios.
Pero el argumento más importante del Gobierno es que el nuevo general director está totalmente alineado con la reforma a la policía uniformada. Incluso, más que Rozas. Tanto es así que, según algunas fuentes, había autoridades que hablaban más con él que con su antecesor. De hecho, hay quienes dicen que si el exedecán fue el general "de la transición hacia la reforma", Yáñez será el de la "consolidación" de esta.
Cercano al ex ministro Gonzalo Blumel y al subsecretario Galli, es definido como quitado de bulla, prudente, muy analítico y apasionado por la formación, rara vez se le ha escuchado una posición política en público. Por ello, en el Gobierno extrañó el audio del diputado Javier Macaya (UDI) que lo definía como "muy de izquierda". Aunque creen que incluso lo puede "ayudar".
Independiente de esto, en La Moneda también esperan que el nuevo general director sea también un factor de estabilidad política y manifiestan un primer objetivo: que el período presidencial del Presidente Piñera termine con Yáñez al mando de Carabineros.
Otros, sin embargo, en el mismo Palacio, piensan que la oposición pronto irá también por Yáñez.
Así, la apuesta es incierta.
En estos días Rozas ha estado rodeado de su familia, recibiendo saludos de mucha gente y comentando que "hizo todo lo que pudo" para los tiempos que corren".