Sábado, 27 de Abril de 2024

Colo Colo y la U se entrampan en el clásico y prolongan su martirio

ChileEl Mercurio, Chile 18 de enero de 2021

El cero a cero estanca a albos y azules en la lucha por zafar del descenso de la tabla 2020 y de la ponderada, respectivamente. Dos rivales con poco juego, mucho pánico a perder, que apelaron a las intermitencias individuales para intentar la épica. El consuelo blanco poco sirve: el invicto de 20 años ante el archirrival sigue intacto.

Nadie quería ser villano ni estropear su hoja de vida con un arrebato en el Superclásico. Pero pocos también postularon a ser el héroe de una jornada única. Pablo Aránguiz rompió la norma y quiso torcer el destino en la última media hora; Gabriel Costa también se tentó, pero su individualismo le birló mejor suerte en el epílogo. Mucha fanfarria y poca consistencia.
Una jornada sin goles, que deja la carga histórica inamovible (a 20 años se alarga el invicto albo en Pedrero), pero que tampoco entrega soluciones, porque Colo Colo y Universidad de Chile siguen con el barro hasta el cuello, el descenso les acecha y si las cuentas siguen en la misma dirección, hasta es posible tener un nuevo Superclásico fratricida por no bajar a la Primera B.
El inicio denotó dos rivales en exceso ordenados, pero espesos para generar juego. El eje de ambos bandos (Carmona-Fuentes y Espinoza-Moya) pisaba huevos, nunca se salió del libreto. El pánico al error lleva a cumplir tareas con obediencia y a trabajar con el libreto en la mano. Abundaban en Macul los boy scouts y ningún kamikaze. Pero el volumen de juego, como tal, no existió en ninguno de los colosos.
Cuando la pelota llegaba a Aránguiz daba la sensación de que algo podía pasar, mientras al otro lado, Costa insinuaba a partir de su aceleración, pero el peruano es un individualista por genética. Puede lograr buen tono, pero no hace jugar bien al equipo. En ese contexto, donde la pelota larga desde el fondo se repetía, Iván Morales y Joaquín Larrivey se fueron secando.
"No te arrincones", le pedía Rafael Dudamel a Reinaldo Lenis en el minuto de hidratación. "Pases simples y avanzamos", suplicaba el venezolano, pero no hubo caso. Todos cumplieron tareas de reparto y nadie se rebeló en serio para dar vuelta la tortilla.
Tendió a encenderse algo más el complemento, pero con acciones aisladas en las áreas, que no eran producto del juego ni obedecían a una mecánica aceitada. Algún robo en la mediacancha, un balón detenido o una segunda pelota fueron activando la tarea en las áreas para Brayan Cortés y Fernando de Paul.
Carlos Carmona probó de distancia y Maximiliano Falcón elevó un cabezazo (pivoteo de Barroso), dejando huella en el arco norte. La U, ya sin Montillo en la cancha (versión triste del armador en el actual ciclo), siguió bajo el alero de Aránguiz, astuto en el uno a uno. El ex-Unión estuvo cerca con un derechazo, pero Cortés lo evitó manoteando con mano cambiada.
Ninguno se adueñó de la pelota y tampoco hubo un circuito dominante. Los desajustes y pálidos niveles individuales, más un terror a perder paralizante, terminan con una puesta en escena pobre. Ángelo Henríquez y Jimmy Martínez sobre el final se hicieron un nudo para rematar a Cortés en inmejorable posición, mientras Costa perdonó en los descuentos.
Ni Esteban Paredes, un gigante repetido en estas jornadas, tuvo minutos felices. Los apuros del día a día de dos equipos precarios deslavan un Superclásico, que abona más martirio en ambas trincheras
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