Reseña: El cuerpo. Cegador, 2, de Mircea Cartarescu
Una trilogía en forma de mariposa
Se sabe que la literatura no tiene la velocidad caníbal de formas industriales como las series, y la trilogía Cegador, del rumano Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956), es una prueba superlativa de esa lentitud vocacional. Publicada entre los años noventa y 2007, la novela en etapas solo empezó a ver la luz en castellano después de la más reciente Solenoide. A El ala izquierda. Cegador, 1 le sigue ahora El cuerpo. Cegador, 2, en otra traducción simbiótica que transmite de manera única la respiración de la prosa de Cartarescu, hecha de frases sobrecargadas y repletas de espirales.
Las tres partes de Cegador responden a la estructura de una mariposa: ¿es esa solo una excusa formal? El cuerpo, con sus promesas de centralidad, no parece tener en todo caso mayor especificidad que la volátil ala izquierda. La longitud es similar y su multitud de historias se asocian a lo narrado en el primer volumen. Más bien se diría que la invocación del lepidóptero (aparece de muchas maneras en sus páginas) responde a un metabolismo narrativo: todo surge de lo ínfimo y larvario, sórdido y crepitante, para metamorfosearse en una explosión de fantasía y colorido, no muy distinta a la batida en vuelo de esos insectos bellos y efímeros. El movimiento es, sin embargo, pendular: siempre se vuelve a ese receptáculo original, la primera persona, el yo del creador, hecho de imágenes e ideas, pero a la vez de órganos y líquido cefalorraquídeo.
La narración combina la memoria proustiana, el despliegue onírico del realismo mágico, la gris paranoia de los tiempos de Ceaucescu y un lirismo científico, casi cuántico. Suena a sopa posmoderna, pero Cegador -más allá de la densidad calórica de sus ingredientes- no es un reciclado. El narrador de El cuerpo (comparte nombre con el autor) sigue escribiendo por las noches sin parar. Sus elucubraciones -después de haber reconstruido en el primer tomo el encuentro de los padres en la posguerra o narrar la fantástica travesía de un pueblo que migra- retoman al Mircea infantil, ya en los años sesenta, sin dejar de sumar fabulaciones. Por solo citar dos extravagancias: el hombre serpiente, con sus reminiscencias indias, o la chica a la que le salen alas de mariposa (que se conecta con otra criatura monstruosa del libro previo). "Lo tienes todo -avisa quien escribe, a modo de alerta- en este enorme código único, en este códice, en este libro ilegible, este libro". El dibujo en el tapiz de esta gran usina poética se podrá completar en castellano, de aquí a poco, con El ala derecha. cegador, 3, el anunciado tomo final.
EL CUERPO. Cegador, 2
Por Mircea Cartarescu
Impedimenta. Trad.: Marian Ochoa de Eribe. 518 págs./$2195