Domingo, 19 de Enero de 2025

Jorge Plata: caballero, genio y figura, y un gran rey Lear

ColombiaEl Tiempo, Colombia 12 de abril de 2021

El 7 de abril despedimos a Jorge Plata, otro grande del teatro colombiano, el actor que a finales de los 70 le dio vida a El rey Lear del Teatro Libre, maravillosa creación de la que el director y dramaturgo José Domingo Garzón recuerda: "Lo vi por primera vez en el Teatro Zulima de Cúcuta, cuando yo hacía mis primeros pinitos en el teatro

El 7 de abril despedimos a Jorge Plata, otro grande del teatro colombiano, el actor que a finales de los 70 le dio vida a El rey Lear del Teatro Libre, maravillosa creación de la que el director y dramaturgo José Domingo Garzón recuerda: "Lo vi por primera vez en el Teatro Zulima de Cúcuta, cuando yo hacía mis primeros pinitos en el teatro. Fue una experiencia extraordinaria. La primera vez que vi un actor de teatro con A mayúscula. Luego, como colega en la Escuela de Formación de Actores del Teatro Libre, la lección más importante que recibí de él fue esa sentencia de que cualquier tropezón o desatino de un estudiante era ante todo responsabilidad del maestro". El comienzo de la aventura En 1966, Jorge Plata y Ricardo Camacho, estudiantes de filosofía y letras en la Universidad de los Andes, fundaron el grupo Teatro Estudio, incentivados por Juan Antonio Roda. A partir de ahí recorrerían un camino artístico de 55 años que solo interrumpió la muerte de Plata. Camacho lo recuerda como "un tipo muy atildado, de vestido completo y corbata, un cachaco bogotano, bien educado, respetuoso, con maneras finas, muy inteligente. Con un gran sentido del humor. Modesto hasta no decir más. Pulcro, íntegro. Simpático, buen amigo. Nunca le oímos una mala palabra o un chiste vulgar". Fue la época en la que los estudiantes encendieron su llama rebelde a partir del ejemplo de la Revolución cubana y también, como cuenta Camacho, de "la Revolución cultural china, que era muy extraña y fascinante, aunque después se vio que era catástrofe absoluta". En ese ambiente se pensaba que el teatro debía ser la herramienta para transformar la sociedad, y comenzó a convertirse en una opción de vida para Plata y Camacho, que fundaron el Teatro Libre en 1973. Su primera misión como grupo fue hablar del país en sus obras. "Creamos el taller de dramaturgia. En eso jugó un papel primordial Jairo Aníbal Niño, que acababa de venir de Medellín y había hecho una obra muy importante, El Montecalvo", sigue Camacho. De ese taller surgieron las obras que el Libre montó en su primera época, de dramaturgos como Sebastián Ospina, Esteban Navajas y Niño. Plata dirigió La agonía del difunto, con Carlota Llano, Germán Jaramillo y Héctor Bayona. Con esta obra llegaron a todo el país y se consolidó su propuesta estética durante los 20 años que estuvo en cartelera, hasta 1997. Shakespeare, el maestro En 1978, el grupo se embarcó en una descomunal empresa: El rey Lear, de Shakespeare. "Nos dimos cuenta de que no teníamos técnica. Es una verdad que el mejor formador de actores es Shakespeare. Para hacerlo es necesario educar la voz, el cuerpo, la sensibilidad, la imaginación, la fantasía... Son personajes alejados de uno, y Shakespeare nos iba a proporcionar la técnica", agrega Camacho. Fueron seis meses de estudio intensos. Plata se encargó de la traducción y tomó todas las versiones en español que encontraron y el original en inglés. Si bien no dominaba el idioma, sí lo entendía, y lo ayudaron los miembros del grupo que lo hablaban. "La gran virtud de esta versión es que fue hecha por alguien de teatro, por un actor que sabía que en Shakespeare no solo era importante el sentido de las palabras, sino también su sonido", dice Camacho, que codirigió con Germán Moure. En esa época, Plata y la actriz Carlota Llano se enamoraron y se casaron. En una entrevista de Diego García-Moreno a la actriz para un libro sobre los 30 años del grupo, Llano cuenta: "La relación fue muy bonita. Jorge me formó en mi parte intelectual, yo sí tenía una muy buena formación; uy, pero Jorge, como intelectual, fue precioso...". El grupo se preparó física, emocional y vocalmente para darles forma a El rey Lear y sus personajes, como el memorable bufón de César Mora. El propósito de hallar en Shakespeare una escuela de técnica se había cumplido. Plata, con solo 32 años, encarnaba a un anciano de 80, y con 1,71 de estatura, en el escenario crecía y parecía de 1,80, con un vozarrón que recordamos quienes lo vimos. Camacho se encargó de la dirección de actores, y Moure, de la puesta en escena. Fue un momento glorioso del teatro colombiano. Vendrían muchas obras, y Plata haría otros personajes que por su comicidad contrastaban con Lear, como el simpático borrachito Selsdon, en Entretelones, de Michael Frayn, o Rabelais, en Gargantúa, o el abogado Ulloa, en Ascuas y azufre. En 1988 nació la Escuela de Formación de actores, y Plata decidió que no quería enseñar actuación sino historia del teatro y poesía para actores. Ramsés Ramos, que estudió con él, cuenta: "Jorge me enseñó a entender la poesía puesta al servicio de la creación del actor... Con él nos entendimos en una cosa especialmente, el mamagallismo... Una vez caminábamos por la calle 19 y venían unos tipos con no muy buena cara. Jorge, con esa pinta de gabardina y foulard, dice: ‘Estos vienen con malas intenciones’. Da un brinco, se sube a una silla donde lustraban zapatos, se desordena el pelo, empieza a echarse el monólogo de la tormenta del rey Lear y los tipos, desconcertados, se quedaron viéndolo y luego dijeron: ‘¡Uy, qué bueno, cucho!’". Plata era muy popular entre los estudiantes porque les transmitía conocimiento y les enseñaba a amarlo. En sus clases no solo hablaba de los personajes, los interpretaba. Un ser feliz A finales de los 80 vino el final de su matrimonio, lo que lo empujó a la bebida. Por fortuna apareció Letty Buitrago, su segunda esposa desde 1990. Ella solía ir al teatro con su hermana, la escritora Fanny Buitrago. Lo admiraba, pero no se atrevía a acercarse, hasta que en una boda "él apareció, nos tomamos de la mano y nunca nos volvimos a soltar". Fueron 30 años de una relación que lo rescató "de los suicidios mentales diarios", como le dijo a Letty, quien tenía dos hijas de un matrimonio anterior y cuatro nietos, familia que Jorge asumió como propia y con la que compartía sus domingos hasta que en algún momento bromeaba: "Quedé de familia hasta el tope", y se iba a hacer una siesta. Plata leía dos o tres libros a la semana, y en su biblioteca hay más de 3.500 volúmenes, pues para él la lectura tenía sentido cuando traía placer. Así asumió su trabajo como actor y maestro, y en estos últimos años como director de la escuela de formación, a la que se dedicó con el optimismo que lo caracterizó, a pesar de las crisis económicas. Y cuando se lograba algo de estabilidad, decía: "Soy feliz, me pagan por hacer lo que quiero".
El 7 de abril despedimos a Jorge Plata, otro grande del teatro colombiano, el actor que a finales de los 70 le dio vida a El rey Lear del Teatro Libre, maravillosa creación de la que el director y dramaturgo José Domingo Garzón recuerda: "Lo vi por primera vez en el Teatro Zulima de Cúcuta, cuando yo hacía mis primeros pinitos en el teatro. Fue una experiencia extraordinaria. La primera vez que vi un actor de teatro con A mayúscula. Luego, como colega en la Escuela de Formación de Actores del Teatro Libre, la lección más importante que recibí de él fue esa sentencia de que cualquier tropezón o desatino de un estudiante era ante todo responsabilidad del maestro". El comienzo de la aventura En 1966, Jorge Plata y Ricardo Camacho, estudiantes de filosofía y letras en la Universidad de los Andes, fundaron el grupo Teatro Estudio, incentivados por Juan Antonio Roda. A partir de ahí recorrerían un camino artístico de 55 años que solo interrumpió la muerte de Plata. Camacho lo recuerda como "un tipo muy atildado, de vestido completo y corbata, un cachaco bogotano, bien educado, respetuoso, con maneras finas, muy inteligente. Con un gran sentido del humor. Modesto hasta no decir más. Pulcro, íntegro. Simpático, buen amigo. Nunca le oímos una mala palabra o un chiste vulgar". Fue la época en la que los estudiantes encendieron su llama rebelde a partir del ejemplo de la Revolución cubana y también, como cuenta Camacho, de "la Revolución cultural china, que era muy extraña y fascinante, aunque después se vio que era catástrofe absoluta". En ese ambiente se pensaba que el teatro debía ser la herramienta para transformar la sociedad, y comenzó a convertirse en una opción de vida para Plata y Camacho, que fundaron el Teatro Libre en 1973. Su primera misión como grupo fue hablar del país en sus obras. "Creamos el taller de dramaturgia. En eso jugó un papel primordial Jairo Aníbal Niño, que acababa de venir de Medellín y había hecho una obra muy importante, El Montecalvo", sigue Camacho. De ese taller surgieron las obras que el Libre montó en su primera época, de dramaturgos como Sebastián Ospina, Esteban Navajas y Niño. Plata dirigió La agonía del difunto, con Carlota Llano, Germán Jaramillo y Héctor Bayona. Con esta obra llegaron a todo el país y se consolidó su propuesta estética durante los 20 años que estuvo en cartelera, hasta 1997. Shakespeare, el maestro En 1978, el grupo se embarcó en una descomunal empresa: El rey Lear, de Shakespeare. "Nos dimos cuenta de que no teníamos técnica. Es una verdad que el mejor formador de actores es Shakespeare. Para hacerlo es necesario educar la voz, el cuerpo, la sensibilidad, la imaginación, la fantasía... Son personajes alejados de uno, y Shakespeare nos iba a proporcionar la técnica", agrega Camacho. Fueron seis meses de estudio intensos. Plata se encargó de la traducción y tomó todas las versiones en español que encontraron y el original en inglés. Si bien no dominaba el idioma, sí lo entendía, y lo ayudaron los miembros del grupo que lo hablaban. "La gran virtud de esta versión es que fue hecha por alguien de teatro, por un actor que sabía que en Shakespeare no solo era importante el sentido de las palabras, sino también su sonido", dice Camacho, que codirigió con Germán Moure. En esa época, Plata y la actriz Carlota Llano se enamoraron y se casaron. En una entrevista de Diego García-Moreno a la actriz para un libro sobre los 30 años del grupo, Llano cuenta: "La relación fue muy bonita. Jorge me formó en mi parte intelectual, yo sí tenía una muy buena formación; uy, pero Jorge, como intelectual, fue precioso...". El grupo se preparó física, emocional y vocalmente para darles forma a El rey Lear y sus personajes, como el memorable bufón de César Mora. El propósito de hallar en Shakespeare una escuela de técnica se había cumplido. Plata, con solo 32 años, encarnaba a un anciano de 80, y con 1,71 de estatura, en el escenario crecía y parecía de 1,80, con un vozarrón que recordamos quienes lo vimos. Camacho se encargó de la dirección de actores, y Moure, de la puesta en escena. Fue un momento glorioso del teatro colombiano. Vendrían muchas obras, y Plata haría otros personajes que por su comicidad contrastaban con Lear, como el simpático borrachito Selsdon, en Entretelones, de Michael Frayn, o Rabelais, en Gargantúa, o el abogado Ulloa, en Ascuas y azufre. En 1988 nació la Escuela de Formación de actores, y Plata decidió que no quería enseñar actuación sino historia del teatro y poesía para actores. Ramsés Ramos, que estudió con él, cuenta: "Jorge me enseñó a entender la poesía puesta al servicio de la creación del actor... Con él nos entendimos en una cosa especialmente, el mamagallismo... Una vez caminábamos por la calle 19 y venían unos tipos con no muy buena cara. Jorge, con esa pinta de gabardina y foulard, dice: ‘Estos vienen con malas intenciones’. Da un brinco, se sube a una silla donde lustraban zapatos, se desordena el pelo, empieza a echarse el monólogo de la tormenta del rey Lear y los tipos, desconcertados, se quedaron viéndolo y luego dijeron: ‘¡Uy, qué bueno, cucho!’". Plata era muy popular entre los estudiantes porque les transmitía conocimiento y les enseñaba a amarlo. En sus clases no solo hablaba de los personajes, los interpretaba. Un ser feliz A finales de los 80 vino el final de su matrimonio, lo que lo empujó a la bebida. Por fortuna apareció Letty Buitrago, su segunda esposa desde 1990. Ella solía ir al teatro con su hermana, la escritora Fanny Buitrago. Lo admiraba, pero no se atrevía a acercarse, hasta que en una boda "él apareció, nos tomamos de la mano y nunca nos volvimos a soltar". Fueron 30 años de una relación que lo rescató "de los suicidios mentales diarios", como le dijo a Letty, quien tenía dos hijas de un matrimonio anterior y cuatro nietos, familia que Jorge asumió como propia y con la que compartía sus domingos hasta que en algún momento bromeaba: "Quedé de familia hasta el tope", y se iba a hacer una siesta. Plata leía dos o tres libros a la semana, y en su biblioteca hay más de 3.500 volúmenes, pues para él la lectura tenía sentido cuando traía placer. Así asumió su trabajo como actor y maestro, y en estos últimos años como director de la escuela de formación, a la que se dedicó con el optimismo que lo caracterizó, a pesar de las crisis económicas. Y cuando se lograba algo de estabilidad, decía: "Soy feliz, me pagan por hacer lo que quiero".
Falleció uno de los fundadores del Teatro Libre. Pulcro, íntegro, simpático, buen amigo, todo un maestro de las tablas colombianas.
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Región Bogotá A fondo Pasatiempos Tecnología
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Jorge Plata: caballero, genio y figura, y un gran rey Lear
LUGAR PARA INTERCAMBIO DE SABERES
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Con la participación de representantes de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, el ministro de Cultura, Felipe Buitrago, inauguró la biblioteca y centro de memoria de estos pueblos en Simunurwa, uno de los centros poblados del resguardo indígena arhuaco, que tiene como fin ser un centro de encuentro e intercambio de saberes.
Con la participación de representantes de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, el ministro de Cultura, Felipe Buitrago, inauguró la biblioteca y centro de memoria de estos pueblos en Simunurwa, uno de los centros poblados del resguardo indígena arhuaco, que tiene como fin ser un centro de encuentro e intercambio de saberes.
‘LA AUDICIÓN’, POR TELEPACÍFICO
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Los viernes, a las 9 p. m. el canal regional presenta La audición, melómanos de planeta salsa, para los amantes del género y con una selección de música especial. Su presentador y director es Óscar Jaime Cardozo.
Los viernes, a las 9 p. m. el canal regional presenta La audición, melómanos de planeta salsa, para los amantes del género y con una selección de música especial. Su presentador y director es Óscar Jaime Cardozo.
ALBERTO SANABRIA - CRÍTICO DE TEATRO - ESPECIAL PARA EL TIEMPO
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