Los aprendizajes de Martín Cárcamo
Tras la cancelación de Bailando por un sueño , el estelar que lo dejó con altas pérdidas económicas, el animador vive días mejores. El programa De tú a tú ha sido el éxito de la temporada. Pero, lejos de las celebraciones, se lo toma con calma. "Es que en mi vida ha habido muchos cambios", dice en alusión a los dramáticos episodios que enfrentó durante y después de la adopción de su hijo en Haití, una historia que relata por primera vez a "Sábado". "No sé qué le depare el futuro, pero hoy él es un niño feliz".
El 13 de octubre de 2012 tomó a ese niño de un año y siete meses en brazos y salió de la pieza del modesto hotel que lo había albergado tantas noches durante los 15 meses que duró el proceso de adopción en Puerto Príncipe, Haití. Quería salir rápido. Los temas de salud lo apuraban, pero también una urgencia emocional: necesitaba volver a su casa, con su señora, sus hijos. Pero se detuvo en la entrada. Ahí estaba, tal como lo había visto varias veces, el conserje, un haitiano de edad avanzada, siempre con una maleta en la mano. El hombre trabajaba y trabajaba, no hablaba con nadie, nunca descansaba. Entonces se le acercó, se metió la mano en el bolsillo, sacó todo el dinero que tenía en efectivo -eran 150 dólares, 100 mil pesos chilenos- y se lo entregó.
El conserje se arrodilló frente a él y empezó a llorar y a agradecerle. En una mezcla de creolé y francés le dijo algo que a medias entendió: ese dinero le iba a cambiar la vida a su familia por un año.
Y entonces comprendió lo que esa persona sentía. A él también le preocupaba su familia, especialmente el niño que lo acompañaba. Y en ese momento Martín Cárcamo, el animador de estelares, la estrella de televisión chilena, el rubio natural, el protagonista de millonarios comerciales, supo que la alegría que había vivido y también todo lo que había sufrido en ese lugar, lo acompañaría para siempre.
Martín Cárcamo creció en una casa pareada, con un solo baño, en el barrio Miraflores de Viña del Mar. Su padre trabajó siempre en negocios en Santiago y su madre se dedicó a hacer clases de arte. Dice que se parece físicamente a su madre -alto, rubio, "con las piernas flacas y lampiñas, como todos los croatas"-, pero que en personalidad es igual a su padre.
-Él siempre ha sido el alma de la fiesta, muy Cárcamo, y tiene sus habilidades blandas muy desarrolladas. Es un pájaro más libre y mi mamá una mujer más tranquila.
Cuenta que ambos, a los 72 años, siguen trabajando, pero no necesariamente por gusto.
-!La jubilación no les alcanza, po'¡ Tienen malas jubilaciones. Además, creo que también la vida de ellos ha sido de trabajo.
Dice que tal vez sea algo de la herencia croata. Su abuelo materno llegó a Chile a los 16 años, primero a las salitreras del norte y luego a Viña. Nunca más volvió a su pueblo y tuvo una vida muy austera, que traspasó a sus nietos, que fueron criados así. De hecho, Cárcamo cuenta que, pese a su buena situación, solo hace tres años hizo su primer viaje a Europa.
-Tenía otras prioridades y no eran viajar. Ahora me he dado esas licencias.
En ese viaje fue a conocer la casa de su familia, que hoy es una heladería, y visitó a parientes que no sabía que tenía. A la vuelta tomó el mismo ferry que abordó su abuelo cuando se vino a Chile.
-Yo miraba lo mismo que él y se me cayeron las lágrimas pensando en lo que pudo haber sentido con 16 años (...). Murió el 88. Todavía tengo sus zapatillas de levantar y las uso. Las tenía impecables, ellos cuidan todo, nada es desechable. En la casa de mis papás todo está hecho por mi mamá: las alfombras, los jarrones y las cosas de decoración están pintadas por ella. Todo reciclado.
Cárcamo no era buen alumno en el colegio, pero era un niño hiperactivo e intenso, que participaba en todas las actividades extraprogramáticas, estudiaba teclado y practicaba varios deportes, especialmente tenis -llegó a ser número 12 de Chile en su categoría, dice-, hasta que perdió la visión en un ojo tras un golpe que recibió a los 14 años.
-¿Nunca te trataron con Flores de Bach o te medicaron con Ritalín?.
-A mí los remedios me funcionaron pésimo y no me dieron más. Una vez me llevaron al médico porque me desmayaba cuando me pasaba de revoluciones. Pensaron que tenía principio de epilepsia. Mi mamá me cuenta que me llevaron a un doctor de Santiago, me empezó a examinar y a mí no me gustó y lo agarré a garabatos. Tenía 8 años y el doctor escribió en el diagnóstico: "Pequeño monstruo".
Martín Cárcamo estudió Ingeniería Comercial, pero cuenta que en segundo año ya sabía que no iba a ejercer. En esa época animaba en festivales y discotecas de Valparaíso y Viña. En paralelo, trabajó en una compañía de teatro. En 1996 partió su vida televisiva en UCV TV como coanimador de un programa.
-Yo cachaba que era feliz arriba de un escenario y ahí me di cuenta de que quería dedicarme a eso. En la universidad yo era un alumno regular, me iba bien en las típicas cosas creativas, en marketing o administración y me iba muy mal en estadística. No tenía interés, no usaba cuaderno, hasta hoy no tengo computador, anoto todo en el celular.
Entró al canal Rock&Pop a través de un casting , mientras aún estaba en la universidad. Cuando se acabó el canal, llegó al área de talentos de TVN, pero no tuvo suerte. Luego postuló para animar Extra Jóvenes en el canal 11 y quedó.
Ya había egresado de su carrera, pero su camino estaba claro para él. Era el año 2000 y le pagaban 70 mil pesos. Recuerda que no le alcanzaba para nada en Santiago, por lo que se fue a vivir con cinco amigos, todos excompañeros de universidad, que ya tenían buenos trabajos y mejores sueldos.
-Yo pasaba todo el día en el canal, 24/7, porque quería aprender. Llegaba temprano y me iba muy tarde, me quedaba mirando cómo se hacía cámara, como se hacían los libretos, como se hacían las secciones, me iba a vestuarios e inventaba personajes, me hacía amigo de los tramoyas y de los editores (...). Veinte años después lo hablé con mi psicólogo y él me decía: "No puedes solo trabajar, tienes que buscarte un hobby ", y mi problema era que mi hobby era mi trabajo. Así fue siempre.
"Estaba muy alienado, con un solo foco y cuando pasa eso te vuelves monotemático, y eso es poco atractivo para uno mismo y para el resto. Lo que es una cosa positiva para la pega, no es bueno para uno, porque vas perdiendo equilibrios".
Con el tiempo, a Martín Cárcamo le dieron más responsabilidades en el programa, pero el sueldo aún no le alcanzaba. En esa época dormía en un colchón en el piso, se trasladaba en bicicleta por Santiago y como no tenía dinero, el amigo con el que compartía departamento le solventaba sus gastos. Logró juntar unos pocos ahorros y produjo su primer programa, junto a Pablo Zamora y Kurt Carrera, quienes después se transformaron en Salomón y Tutu-Tutu. También presentó proyectos en radio y produjo una obra de teatro.
Finalmente lo llamaron de TVN para trabajar en Pasiones y cuando Felipe Camiroaga dejó al matinal, él se quedó a cargo. También reemplazó a Rafael Araneda en Rojo .
-Ahí trabajé mucho. Me acuerdo haber pasado noches enteras para mejorar el programa, porque no nos estaba yendo bien. Fue una buena experiencia, que me ayudó a saber que tenía que entrar con un programa propio, que no era bueno llegar a reemplazar gente.
Con Rojo , Cárcamo enfrentó por primera vez las críticas.
-Fue fuerte. Yo estuve un año en CHV sin programa, apunto de irme y de retirarme, pensando que no servía para esta cuestión, pero aguanté. Pero al final de Rojo y al inicio de Calle 7 , lo sentí más fuerte: "No soy para esta cuestión", pensé.
Fue Felipe Camiroaga quien lo ayudó.
-Me estaba yendo mal y no quería más guerra. Ahí me llamó Felipe: "Tranquilo -me dijo-, yo he estado en peores condiciones que tú y esto va a pasar, para eso tienes que aguantar y empezar a buscar por un lado y otro". Esa generosidad de él me marcó mucho. Luego me contó que cuando él llegó a TVN, muchos lo vieron como competencia y que eso había sido muy duro. Por eso, a mí y a otros, siempre nos apoyó -recuerda.
Finalmente a Calle 7 le fue bien y en 2010 aceptó la oferta de irse a animar Bienvenidos , en Canal 13. Ahí estuvo hasta fines de 2019 para armar su propia productora y hacer el programa Bailando por un sueño, que debió ser cancelado por la pandemia. Eso generó grandes pérdidas económicas para él; de hecho, dice, aún sigue pagando los costos de ese programa. Pero hoy el animador vive días mejores, con De tú a tú .
En 2009, Martín Cárcamo y su entonces esposa, Carolina Castillo, tras tener dos hijos biológicos, decidieron adoptar un tercero. Comenzaron los trámites en el Sename, pero dice que no les fue bien.
-Yo soy muy crítico con el Sename, siempre lo he dicho. Nosotros tratamos de adoptar con ellos y no hubo respuesta. Resulta que no éramos prioridad en ninguna parte por tener hijos biológicos, así nos dijeron, y hasta hoy no entiendo por qué.
Cuenta que más tarde Benito Baranda, del equipo ejecutivo de la ONG América Solidaria, le sugirió la posibilidad de adoptar un niño haitiano.
En 2011, les avisaron que le habían asignado a un niño y en mayo de 2012, aprovechando un viaje a ese país que debía hacer por el matinal, fue junto a Baranda a conocer al niño que adoptaría
Cárcamo relata que nació en uno de los lugares más complejos y violentos de Haití. Su madre era una mujer en situación de calle que lo dio en adopción.
-Fue impactante. Llegamos a una creche , que son las casas de adopción, en Puerto Príncipe. Era un espacio sencillo, donde había 20 niños. Como iba con las cámaras del canal, llevé mi propia cinta y grabé el momento del encuentro, este nacimiento a nivel familiar. Yo estaba esperando afuera, en un patio, y sale Benito con él -se llama Mariano-, levantándolo como en la película El rey león , y me dice: "Te presento a tu hijo".
Martín Cárcamo lo llevó a una pieza del lugar para tener un momento de tranquilidad junto a él, pero dice que algo le llamó la atención.
-Yo le había llevado unos dibujos y fotografías de su nueva familia, pero él no expresaba ninguna emoción, no lloraba. Tenía tres meses, y estaba físicamente muy deteriorado. Después fui a verlo varios días mientras iba a grabar y cuando volví a Chile le dije a la Carola: "Algo tiene Mariano". No sabía explicar qué, pero algo había. Traje fotos, pero no le mostré el video.
Ahí partió un período que describe como "muy desgastante" para él y su familia.
-En Haití todo es engorroso. Nosotros nos habíamos dividido un poco las pegas. Yo me iba para allá y ella hacía todos los trámites de papeleo, que son cientos, y que primero deben traducirse al francés y después esperar que se muevan dentro de un sistema en que nada funciona. Los abogados toman la platas y desaparecen.
La adopción demoró seis meses.
Martín Cárcamo viajó tres veces a Haití en ese tiempo y cada atraso en el trámite, dice, era un dolor más grande aún.
-Las cosas más duras que me han tocado ver en mi vida, las vi en Haití. Cada vez que dejaba a mi hijo allá y regresaba a Chile, no podía dejar de pensar que Mariano estaba pasando carencias, que estaba delicado de salud y que yo no podía hacer nada para cambiar esa situación.
"Yo volvía con sentimientos de impotencia, porque un abogado me había engañado, un funcionario no había hecho las cosas que debía o porque no sabía si le llegaba la comida, si estaba bien o mal, si iba a ser bien atendido, porque el sistema médico allá no funciona, allá los niños se mueren. Y yo tenía que volver a las luces, a animar Vértigo , a hacer campañas publicitarias. Era un contraste tan fuerte que dolía mucho".
Recuerda que el último viaje fue muy doloroso, porque encontró a su hijo en muy mal estado: ya no asimilaba la única comida que le daban allá -arroz y leche-, su intestino no funcionaba, tenía diarrea crónica, estaba deshidratado y desnutrido.
-Este tema me desarma, es muy fuerte -dice Martín Cárcamo con evidente emoción-. Presencié muchas cosas que no las voy a contar jamás y ver a mi hijo así, fue tremendo. Desde que lo conocí, él se transformó en mi hijo y sentí en cada minuto el intenso dolor e impotencia de un padre que está separado de su hijo, el cual, además, está en una situación de riesgo. En ese momento yo sentía que lo sacaba de allí o se iba a morir.
Logró contactarse con unos médicos uruguayos que tenían un hospital de campaña en Puerto Príncipe, quienes lo trataron de urgencia y lo pudieron estabilizar.
Finalmente, el 14 de octubre de 2012, Martín Cárcamo, tras entregarle todo el dinero en efectivo que tenía al conserje del hotel, pudo salir con Mariano rumbo a Chile.
Tras aterrizar en Santiago, llevó de inmediato a su hijo a la clínica, donde estuvo internado dos semanas.
Cárcamo y su esposa se separaron a fines de 2013. Hoy tienen la custodia compartida de los tres niños
-Yo creo que ese proceso deberíamos haberlo hecho acompañado de ayuda psicológica. Para mí y para toda mi familia fue un período muy duro, y lo que vino después, también. Porque con el tiempo nos empezamos a dar cuenta de que Mariano tenía un trastorno del desarrollo, desde todo punto de vista: neurológico, emocional, físico. Y eso se empezó a manifestar en él con un atraso, que al principio era moderado. Uno, como papá, no se da cuenta o no lo quiere ver, pero el entorno empieza a decirte que hay cosas, que Mariano no avanza, y ahí comienzas a darte cuenta de que parece que sí, que no hace lo que haría un niño a su edad. Nosotros no sabíamos si esto había pasado por la desnutrición severa o si era un tema genético. A estas alturas son preguntas que no tienen respuestas y ya dan lo mismo, no hay ninguna trascendencia en encontrarlas.
Martín Cárcamo agrega que a los problemas que le tocó enfrentar, se sumó su propia depresión.
-Yo no me di cuenta de lo que me pasaba. Estaba ahí, poniéndole el hombro, mi familia, mis hijos, mi señora, estábamos todos ahí. Yo tengo tendencia a la melancolía y también a una imaginación extrema, por decirlo de alguna forma. Es una realidad fantasiosa que resulta perfecta para la actividad que tengo, pero empezó a aumentar mucho mi melancolía y perdí mi realidad fantasiosa, mi capacidad de soñar. En un momento noté que estaba mal.
-¿Y cómo trabajabas en ese tiempo?
-Es que te pones funcional. Pero no puedes hacer un trabajo funcional cuando exige tus emociones. Entonces empiezas a delimitarte y a guardar tus emociones muy adentro. Ahí tienes dos vías: te pones a trabajar más o te vas para adentro. En mi caso, me empecé a ir para adentro.
"Yo estaba muy triste porque también tenía esa sensación de injusticia. Ves a un hijo que no sabes lo que tiene y ves a sus hermanos que tratan de animarlo y no pueden. Y, por otro lado, yo tenía una pega particular, entonces tenía que disociarme. No es que llegas a una oficina a hacer un trabajo. En mi caso, ¿qué hace un animador que no tiene ánimo?, ¿cómo anima? Y yo no tenía ánimo.
Fue a un psicólogo, que luego lo mandó al psiquiatra.
-Me dieron un remedio que me hace muy bien, y que me permite no estar tan arriba ni tan abajo, ser más moderado.
-¿Te cambió la vida?
-Sí, debería haberlo descubierto antes, obvio. Siempre he sido extremadamente intenso, y es agotador para mí y para el resto. Eso ha ido cambiando, he ido madurando, yo tenía poca aversión al riesgo. Eso se me acrecentó en el matinal, donde vivía demasiadas emociones en pocas horas, y eso me afectaba mucho.
-¿Qué aprendiste de ti en la terapia?
-Yo siempre me veía como un hombre muy fuerte, y creo que sigo siéndolo, pero cuando aceptas tu fragilidad, empiezas a crecer, a mirar la vida de otra forma, con más equilibrio y a poner las cosas donde tienen que estar. Por eso, para la Ale, mi pareja desde hace siete años, para mis padres, para mis hijos, para la mamá de Mariano, todo esto ha sido un gran aprendizaje y una gran bendición. Aunque al principio uno lo viera como algo muy tremendo, lo único que ha traído ha sido evolución emocional y de afecto en todos los que rodeamos a Mariano. Yo también he ido poniendo el acento donde creo que tengo que ponerlo a estas alturas de mi vida.
-¿Dónde?
-He tenido que aprender a ponerme límites con respecto a mi trabajo y a mi desempeño. Hay cosas que no transo, que tienen que ver con mis hijos y con mi relación de pareja. Hoy trato de no hacerme grandes problemas con las cosas que no tienen solución y también he aprendido a ser más flexible y a pedir disculpas lo antes posible cuando me equivoco. También aprendí que uno no lo puede todo porque hay cosas que no están en ti. Así te das cuenta de tus propias debilidades y puedes trabajarlas. Aprendí también que el ego, la vanidad y todas esas cosas, las tienes que ir dejando de lado, porque no sirven para nada. Y aprendí a escuchar y a recibir y a pedir ayuda.
"También me empecé a dar cuenta que mucha gente tenía experiencias similares, y como yo no lo hablaba, no sabía. De hecho, lo confirmé con el De tú a tú (su actual programa). Una de las cosas que tengo claro hoy es que todos tenemos una historia.
Mariano hoy tiene 10 años, va a un colegio para niños con discapacidad y tiene un cuidador 24/7, porque sufre algunas crisis de vez en cuando.
El video que Cárcamo grabó el día que lo conoció, aun está guardado.
-No soy capaz de verlo, no sé por qué, nadie en mi familia lo ha visto, porque es muy fuerte. Es difícil describir lo que pasa en Haití. Yo gozo a Mariano, lo disfruto, y sus hermanos también, y eso te va dando una mirada distinta de la vida. Por eso ahora no soy como antes, creo que soy mucho mejor.
-¿Cómo te imaginas el futuro de Mariano?
Cárcamo piensa un rato la respuesta:
-No sé lo qué le depare el futuro a Mariano, lo único que te puedo asegurar es que hoy es un niño feliz y amor jamás le va a faltar.
"En mi caso, ¿qué hace un animador que no tiene ánimo?, ¿cómo anima? Y yo no tenía ánimo"
"Yo soy muy crítico con el Sename, siempre lo he dicho. Nosotros tratamos de adoptar con ellos y no hubo respuesta"
"Presencié muchas cosas (en Haití) que no las voy a contar jamás, y ver a mi hijo así, fue tremendo"