Jueves, 25 de Abril de 2024

Norma Pimentel Una monja en la frontera sur de Estados Unidos

ChileEl Mercurio, Chile 22 de junio de 2021

La hermana Norma Pimentel, elegida como una de las 100 personas más influyentes de 2020 por la revista Time y "la monja favorita del Papa Francisco", es una de las mujeres que más saben de migración en ese país. Esta religiosa, hija de padres mexicanos, ha sido testigo de esta oleada, que desde 2014 se transformó en una crisis humanitaria con la llegada de niños no acompañados desde Centroamérica.

H ombres, mujeres, abuelas y abuelos, niños y hasta lactantes en brazos de sus padres cruzando el río Grande o río Bravo. Personas que caminan días por el desierto o trepan la enorme muralla que divide la frontera entre Estados Unidos y México. Una de las crisis humanitarias más impactantes que ha vivido -y televisado- el mundo estos últimos años. En medio de esto, sobresale una mujer: una monja de las Misioneras de Jesús, Norma Pimentel (68). Ella ha conocido la vida de estas familias en los improvisados campamentos de refugiados en Matamoros y Reynosa (México), y gracias a su labor en el Humanitarian Respite Center en McAllen, San Juan Texas. Allí, desde 2014, Pimentel, junto a su congregación y parte de la comunidad civil, presta ayuda humanitaria a los desplazados: les entrega alimentos, una ducha, ropa limpia y un lugar donde estar mientras se deciden sus reclamos de refugio y asilo para permanecer en Estados Unidos, o reunirse con familiares que ya residen en el país.
-En estos años, creo que ya hemos atendido a cerca de 200 mil personas, sino un poco más -dice la hermana Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle de Río Grande, desde el otro lado de la pantalla en esta conversación por videollamada. Desde su oficina en San Juan, donde solo la acompaña una gran imagen de la Virgen de Guadalupe apoyada en una pared azul, explica que la pandemia ha complicado las cosas, pero no le ha impedido hacer su labor.
-La pandemia sí nos ha dado un poquito más de trabajo, seguimos siempre respondiendo correctamente lo mejor que podemos, para asegurar de que todo mundo sea examinado y no contagiarnos más. Si alguien sale positivo, los mandamos a hoteles hasta que salgan negativos y puedan continuar su camino.
Para Pimentel la llegada del Presidente Biden ha cambiado el panorama migratorio en la frontera sur.
-Ahorita ya hay muchas más familias, más personas necesitando asistencia en el lado de Estados Unidos, porque esta nueva administración está dando entrada a más personas que no lo hacían anteriormente. Y sigue siendo una realidad bastante difícil en el lado de México, puesto que la mayoría de las personas están regresando a ciudades como Reynosa y Matamoros, que son las que están más cerca de nosotros.
-Al cumplir 100 días en el gobierno, Joe Biden, en su discurso al Congreso, pidió buscar una solución para lograr una reforma migratoria. ¿Qué esperanza tiene usted?
-Me da mucho gusto escuchar esto, porque hasta ahora no se ha tratado seriamente a dar una solución. Hace falta una reforma migratoria que realmente delinee las maneras correctas de proceder con la cuestión de migración; definir claramente lo que son las familias que están inmigrando por razones de peligro. Y también realmente buscar soluciones en los países de origen y por qué vienen, para que no arriesguen su vida, para que no se expongan a los peligros a los que se están exponiendo. Ojalá lo logre. Tengo esperanzas de que se busquen soluciones para que esas familias no tengan que emigrar por fuerzas, sino que lo hagan por placer, no por necesidad.
Respuesta humanitaria
Norma Pimentel recuerda con claridad la crisis que se desató en 2014 con la llegada de miles de familias. En ese momento, la patrulla fronteriza creó centros de detención para recibirlos, y a los niños que sí venían con sus padres se les permitió que siguieran su proceso migratorio en libertad.
-A esas familias las ponían en estaciones de autobuses así nada más, en grandes números, sin tener la oportunidad de darles de comer, poder bañarse, de nada, estaban completamente abandonadas. Entonces, nosotros como comunidad respondimos. Yo tomé el liderazgo de organizar una respuesta humanitaria, porque las familias de nuestra comunidad decían: 'Hay que ayudar a esta gente, a la mamá de estos niños'. Nos prestaron el salón parroquial en la Parroquia del Sagrado Corazón y ahí mismo se montó la primera respuesta humanitaria, y desde ese día no he parado.
Explica que lo primero era ayudarlos a limpiarse después del viaje, que en el salón había baños, pero sin duchas. Entonces, les entregaban toallitas húmedas, ropa limpia y comida. A través de Facebook pidieron pañales, leche, alimentos.
-Y nos llegó todo en gran cantidad. Todo se organizó. Hubo una respuesta inmediata de la comunidad y gente ayudando de todas partes. Así fue como empezamos.
Pimentel inició su vida religiosa junto a las Misioneras de Jesús, a los 24 años, a fines de la década del 70. Esa congregación española, que se había asentado en Texas, ya recibía en esos años a mujeres y sus niños que eran llevados por la patrulla fronteriza al convento, porque solo había centros de detención para hombres adultos. Poco después, la diócesis abrió un albergue.
-Entonces, ya nos involucramos muchísimo más llevando esta casa-albergue y viviendo ahí directamente otra hermana y yo -recuerda y agrega que llegaban inmigrantes de El Salvador, Honduras y México, mojados con lodo, muchas veces con lo puesto. Comenta que la labor que hizo la Iglesia Católica fue criticada por algunos sectores, que les quitaron apoyo económico.
Desde hace siete años, la tarea de la congregación se orientó totalmente a un aspecto humanitario.
-Entonces, yo me he mantenido en ese enfoque y eso ayudó a que todo el mundo contribuyera. No importaba a qué partido perteneces o por qué. Simplemente, si tú crees en la humanidad y quieres proteger a la humanidad, eso es lo que estamos haciendo aquí. Sin saberlo, estábamos definiéndolo en una forma humanitaria que ayudó a que todo el mundo apoyara.
El sueño americano
La hermana Norma Pimentel nació en 1953, en Brownsville, Texas, "de chiripa", como dice ella sonriendo, con un español con acento mexicano que entremezcla con algunas palabras en inglés. Su padre, Joaquín Emilio, era oriundo del estado de Chiapas, y su madre, María de la Luz, de Tamaulipas. Ambos se conocieron en Matamoros, se casaron, y buscaron la posibilidad de vivir en Estados Unidos. Ese año, su padre, su hermana mayor y su madre embarazada de Norma cruzaron a Brownsville a llenar la solicitud para vivir en Estados Unidos.
-Yo estaba a días de nacer. Y cuando terminó de llenar la aplicación, le dijeron a mi padre: 'No puedes regresar a México, ahora tienes que permanecer aquí hasta que te demos una respuesta'. Eso no se lo esperaba él, ahí se vio forzado a quedarse y, días después, nací yo. Yo siempre digo que nací de pura chiripa en Estados Unidos.
Pimentel cuenta que su padre era "un hombre de familia, un luchador". Lo recuerda siempre buscando maneras de salir adelante, "con su propio sueño americano", para cuidar de su familia.
En esa ciudad, Norma estudió Bellas Artes. Su intención era independizarse de la casa de sus padres -"y hacer mi vida profesional"-, pero su padre no estuvo de acuerdo, quería que fuera profesora y se casara. Entonces decidió volver a inscribirse en la universidad para seguir estudiando -"era la única forma de asegurarme de salir de casa y que mi papá estuviera de acuerdo"-, y mientras esperaba el nuevo semestre, salió una noche con una amiga muy cercana.
La invitación era para ir a comer una pizza, pero antes tuvo que participar en el grupo de oración de su amiga, donde experimentó "algo transformador para mí, una paz", dice. Poco tiempo después, fue a un retiro, y decidió unirse a la congregación.
-Mis padres estaban totalmente en desacuerdo, no les gustó la idea. Mi papá lloró y dijo: 'Hija, no quiero eso para ti'. Yo dije: 'Bueno, padre, aquí es donde usted se equivoca, porque esto se trata de Dios... ahí es donde usted está equivocado'. Yo ya había tomado mi decisión y entré al convento.
-¿Y qué ha pasado en todos estos años? ¿Sigue el mismo sentimiento de cuando tenía 24 años?
-A través de todos estos años, definitivamente ha habido momentos en que dije: '¿Para qué entré?', o 'pude haber hecho esto o pude haber hecho lo otro', pero la verdad es que siempre Dios ha continuado marcando el paso y dirigiéndome hacia adelante.
La favorita del Papa
En diciembre de 2019, Norma Pimentel grabó una charla TedWomen (titulada "Restaurar la dignidad humana en la frontera sur de Estados Unidos") en California, que ya tiene casi un millón y medio de visualizaciones. En doce minutos retrató el drama que ha significado, en los últimos años, para miles personas cruzar la frontera. Pimentel recuerda, en especial, la historia de un niño que estaba en estos centros de detención, a donde ella llegó, y que le pedía que lo volviera a reunir con su mamá.
Ese niño estaba en un centro de la patrulla fronteriza en McAllen, una localidad a cinco minutos de San Juan.
-Es un centro bastante pequeño, para no más de 300 personas. Los niños no acompañados que llegaban eran demasiados, y no estaban preparados para recibir a tantos. Llegué al centro, pedí estar con ellos. Estaban todos alrededor de mí, no cabíamos de lo apretado que estaban; todos ellos llorando y pidiéndome que los sacara de ahí. Uno de ellos se acercó más a mí y me dijo: 'Sácame de aquí, por favor, mi mami está aquí'. Entonces, yo lo miro y le digo: 'Si tu mami está aquí, estoy segura de que vas a salir hoy'. Después de rezar con ellos, le dije al oficial: 'Hay un niño que tiene a su madre aquí, ¿por qué los han separado?'. Y esa noche, cuando volví al centro humanitario, llegó ese niño con su mamá. Corrió a abrazarme, con un gozo, es increíble ese momento. Para él, yo fui la salvación. No lo olvido.
-En distintos artículos de prensa la llaman "la monja favorita del Papa", ¿cuál es la relación con el Papa Francisco?
-Es lo que dice todo el mundo, pero yo no he escuchado que él lo diga -sonríe-. Lo que pasa es que él dijo una vez, cuando me conoció: 'le voy a decir algo, que no sé si es correcto que el Santo Padre lo diga, pero lo voy a decir: la quiero mucho'. Entonces, yo creo que ahí nació el hecho de que digan que soy la monja favorita del Papa.
-¿Se escriben habitualmente?
-Recientemente se hizo un documental del Papa Francisco, donde yo aparezco un minuto. Resulta que alguien vio esa película y se conmovió en la parte donde yo salgo con los niños. El productor me contactó, porque quieren donar un millón de juguetes para todos los niños migrantes. Y el Papa se enteró de esta donación. Y creo que él comentó, 'qué bonita la labor que la hermana Norma está haciendo, qué bueno que hay gente como ella haciendo eso'.
A pesar del reconocimiento, explica que su trabajo humanitario no ha estado exento de críticas. A comienzos de abril, incluso, grupos que han venido del norte de Estados Unidos han llegado a Texas a protestar.
-Dicen que lo que estamos haciendo es algo malo, que estamos traficando familias. Esto comenzó con la administración anterior, cuando empiezan a decir que 'los que llegan a este país son invasores y criminales'. Entonces el productor me pidió que le escribiera una carta para poder dársela al Papa pronto y así él pueda grabar un mensaje para mí, del Santo Padre.
-Fue elegida en 2020 por la revista Time, entre los 100 más influyentes; también su historia es parte de un documental junto a desplazados de Myanmar y del norte de África. ¿Qué implica tener ese liderazgo?
-Me siento muy afortunada de que Dios me bendiga con la oportunidad de poder ser esa voz, de reconocer la importancia de ser una respuesta buena a la gente, al inmigrante, a cualquier persona que está sufriendo. A través de mi persona, he podido enlazar a otros a que se conecten y ayuden, y también a que escuchen y se enteren de la realidad que ocurre. Es importante hacer lo máximo para poder ayudar a que algo bueno ocurra de todo esto. Y qué bueno que muchas mujeres estén tomando un puesto en la sociedad, en el mundo, y estén haciendo algo extraordinario. Son muchas, entonces, qué bueno que me incluyan entre todas ellas.
Norma Pimentel cuenta que, desde comienzos de 2019, acompañó diariamente a cientos de familias de Honduras, Guatemala, El Salvador, Venezuela, que se vieron forzadas a permanecer en el campamento de Matamoros (en México) a pocos kilómetros de la frontera. Que durante ese tiempo celebró cumpleaños, nacimientos y convivió con esas familias, que estaban en carpas improvisadas. Y que ha presenciado momentos esperanzadores.
-Finalmente, llegó la autorización en marzo de este año y la gente de ese campamento logró cruzar el puente internacional de Brownsville con gran dignidad, mientras los oficiales de inmigración les daban la bienvenida. Fue un triunfo a la humanidad como jamás había visto.
-¿Estados Unidos es todavía "una tierra prometida", como dice Barack Obama?
-Es muy buena pregunta, porque de hecho ahorita Estados Unidos está viviendo una crisis de división. Es un país dividido completamente, donde hay un racismo muy claro, muy fuerte, muy tajante. Entonces, eso provoca que Estados Unidos ya no sea tanto una tierra prometida.
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La hermana Norma Pimentel acompañó durante dos años a cientos de familias de inmigrantes en campamentos informales en Reynosa y Matamoros, en México.
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