Jueves, 24 de Abril de 2025

Ardiente paciencia

ChileEl Mercurio, Chile 1 de julio de 2021

La impaciencia nos puede separar profundamente de la realidad, siempre más imperfecta que nuestros sueños o utopías.

"Una Temporada en el Infierno", del poeta francés del siglo XIX Arthur Rimbaud, es la bitácora del descenso interior de un adolescente genio, de una honestidad consigo mismo pocas veces vista. Un libro lleno de aullidos, llantos, maldiciones y lamentos. Pero el último texto, "Adiós", que cierra este fulgurante y desesperado libro de prosa, desconcierta. Rimbaud parece, al final de un intenso combate con sus ángeles y demonios, vislumbrar una esperanza: "Sí, la nueva hora es, al menos, muy exigente (...). Acojamos, pues, todos los influjos de vigor y ternura real. Y, a la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades".
Neruda cita este pasaje en su discurso de recepción del Premio Nobel; Antonio Skármeta titula una de sus narraciones "Ardiente Paciencia". Rimbaud es el rebelde por esencia: quiso romper todos los vínculos con la Poesía anterior, con la Religión y sobre todo con la Moral de su tiempo. Era un revolucionario, un anarquista refinado que vibró con las calles encendidas del París de la Comuna, abrazó el ideario revolucionario en política, pero luego trasladó todas sus esperanzas utópicas a la Poesía para transformar la realidad. Fue un iconoclasta impaciente. Pero este final de "Una temporada en el infierno" sugiere que el adolescente genio, luego de un honesto e implacable autoanálisis, se dio cuenta de que tenía que inevitablemente abrazar otra vez la realidad, la "rugosa realidad" que tanto despreció antes. "Acojamos todos los influjos de ternura y vigor real", dice. Yves Bonnefoy, poeta francés, comenta este pasaje: aquí el joven rebelde parece "aceptarse tal como uno es, imperfecto e inacabado, disolviendo así el orgullo, el instinto posesivo, la impaciencia que pueden separarnos tan profundamente de lo real".
Corro el riesgo de sobreinterpretar al poeta Vidente, pero siento que las nuevas generaciones que hoy quieren transformar nuestro país (como Rimbaud quiso cambiar la realidad de su tiempo) tienen algo de esa primera impaciencia del niño maldito de Charleville. Un poco de impaciencia es necesario a veces para acelerar los cambios que demoran en llegar. Pero esa misma virtud puede ser un defecto: el fuego enciende y también quema. No olvidemos a Ícaro, que desoyó los consejos de su prudente padre Dédalo. La maravillosa escultura de Rebeca Matte, en el frontis del Museo del Bellas Artes, "unidos en la gloria y en la muerte", escenifica el final trágico de ese vuelo imprudente: el padre con el ángel caído en sus brazos, como una Pietá masculina. Cuando en el curso del estallido de 2019, a pocos metros de esa escultura, vi "in situ" a algunos jóvenes arrebatados por el éxtasis incendiario intentando convertir las calles de nuestro centro histórico en algo parecido al París de la Comuna, me pregunté si Ícaro (el Ícaro juvenil de nuestra "revuelta" local) aceptaría alguna vez conversar con Dédalo o, en cambio, buscaría tocar el sol con sus alas, sin mirar atrás. Ícaro es la Hybris (desmesura); Dédalo, la Phronesis (prudencia).
Como dice Bonnefoy, la impaciencia nos puede separar profundamente de la realidad, que siempre es más imperfecta que nuestros sueños o utopías. Hay algo de orgullo y desmesura en ese desprecio de una realidad que pone límites a nuestros desmesurados deseos. Pero la "ardiente paciencia" es necesaria para que el vuelo no sea solo un estallido: no siempre se "puede tocar el cielo", eso no significa no tenerlo como horizonte. Rimbaud lo entendió después de una larga lucha interior. Los jóvenes contestatarios de mayo del 68 escribían en los muros: "Seamos realistas, pidamos lo imposible". Claramente se inspiraron en el primer Rimbaud, pero les faltó leer el "Adiós" del ángel rebelde. Nosotros leámoslo bien, porque -como dijo el poeta combativo (y en combate consigo mismo)-"la hora nueva es muy exigente". O nos quedaremos sin entrar a las "espléndidas ciudades".
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