Viernes, 26 de Abril de 2024

"La brillantez de Chile ha sido encontrar vías moderadas en las circunstancias más difíciles"

ChileEl Mercurio, Chile 19 de septiembre de 2021

Considerado como uno de los principales referentes de la centroderecha chilena, el parlamentario británico da su evaluación sobre el sector. Para él, las ideas del libre mercado "no están en peligro", aunque reconoce que han sido víctimas de "impaciencia social". Asimismo, elogia las políticas chilenas que, según dice, conforman un "logro milagroso".

Jesse Norman es un político conservador británico que conoce muy bien Chile y del que se declara un admirador. En la actualidad es secretario de Finanzas del Tesoro y ha sido desde 2010 diputado por Hereford y South Herefordshire.
Sin embargo, Norman no es tan solo un activo político. Es también un intelectual público que se ha ido quedando en los pasillos parlamentarios empujando e influyendo con sus ideas de siempre: las del conservantismo liberal. Colaborador permanente en publicaciones como The Spectator y The Times. Además de autor de varios libros entre los que destacan "Conservantismo compasivo", considerado como el libro guía del ex Primer Ministro David Cameron, y "La gran sociedad: anatomía de la nueva política".
Norman conversó con "El Mercurio" sobre el estado actual de la democracia representativa, el libre mercado y los proyectos de centroderecha en el mundo.
-Hay quienes dicen que la democracia representativa y los modelos de libre mercado atraviesan por problemas. ¿Qué cree ud.?
-No creo que las ideas de la democracia representativa y libre mercado estén "realmente" en peligro; siguen siendo las mayores fuentes de prosperidad y libertad humanas jamás concebidas. Son facilitadoras cruciales de la tecnología, y estas tres cosas juntas siguen sacando a millones, incluso miles de millones de personas en todo el mundo de la pobreza y llevándolas a la prosperidad.
"Sin embargo, las ideas de la democracia representativa y los mercados abiertos han sido cada vez más malinterpretadas, mal utilizadas y mal defendidas. Han sido víctimas, de diferentes maneras, de la creciente impaciencia social y del individualismo extremo".
-¿Qué caracteriza en la actualidad un pensamiento propiamente de derechas? ¿Dónde están los límites de esas ideas?
-Para mí, la política más sabia es la del conservadurismo liberal, que busca preservar y mejorar las sociedades en las que vivimos. Este es el núcleo de lo que he llamado la Gran Sociedad. Este punto de vista reconoce el papel del Estado en el anclaje y la regulación de los mercados abiertos. Pero también reconoce el valor crucial de la propia sociedad, al crear y permitir la libertad humana. En cuanto el Estado toma el control, o la sociedad se pierde en un individualismo atomizado sin memoria, ese equilibrio y ese valor se pierden.
De ello se deduce que las políticas verdes, las que luchan contra el cambio climático, apoyan la sustentabilidad y la biodiversidad y protegen nuestro entorno natural, son a menudo ideas conservadoras liberales. La sugerencia de que las políticas verdes son patrimonio exclusivo de la izquierda es bastante errónea. No olvidemos que algunas de las peores contaminaciones de la historia de la humanidad fueron resultado del comunismo, que se centró en la industrialización a cualquier precio y reprimió la libertad de expresión y la disidencia de los ciudadanos.
-¿Hay síntomas de algún tipo de crisis en las ideas de derecha?
-Hay una crisis; no en las ideas mismas, sino en la confianza con la que se sostienen. Yo señalaría la pérdida del sentido de la historia, la creencia en el valor intrínseco de la revolución, la estúpida pretensión utópica de que, como dijo una vez Thomas Paine "tenemos en nuestras manos volver a empezar el mundo".
Existe una creciente sensación de desigualdad y agravio, irónicamente en un momento en el que más personas que nunca han podido beneficiarse de las democracias abiertas, y esta sensación se ve favorecida por una comprensión del pasado a menudo caricaturesca. Esto se puede ver fácilmente cuando la gente prefiere la señalización de virtud en lugar de trabajar de forma efectiva y cooperativa para resolver los problemas.
-¿Cuáles son a su juicio los principales autores que hay que mirar para encontrar aportes significativos en esta familia de pensamiento?
-Comienzo con Edmund Burke y Adam Smith. Compartían un odio al utopismo. Veían a los seres humanos como animales sociales y rechazaban la idea de un estado de naturaleza original. Comprendieron el valor inestimable de la sociedad liberal, y el valioso papel del Estado en la preservación del Estado de Derecho y del orden constitucional, que son requisitos previos para la libertad y el florecimiento humanos.
Adam Smith explica brillantemente cómo el intercambio es fundamental para la vida humana, ya sea el intercambio de bienes y servicios en los mercados, el intercambio de ideas y lenguaje, o el intercambio de consideraciones morales. Burke es magnífico al describir la idea fundacional de que todos, como seres humanos, estamos capacitados y apoyados por la sociedad en la que nacemos, y que es nuestra obligación mantener y mejorar lo que es bueno en nuestra sociedad, y transmitirlo a nuestros nietos. De este objetivo de preservar los valores se desprende que los conservadores liberales nunca pueden apoyar la injusticia. De ahí que sean y deban ser reformistas. Y tanto Burke como Smith lo fueron. Entre otras cosas, estuvieron entre los primeros opositores a la esclavitud y al comercio de esclavos, mucho antes de que comenzara el movimiento abolicionista.
-Liberales y conservadores son dos afluentes de un mismo río que sería el pensamiento de derechas. ¿Qué hay que tomar de cada cual?
-Yo no lo veo así. Ambas palabras son muy ambiguas. Hay un mundo de diferencia entre el conservadurismo sano y sensato de Burke de la reforma y el neoconservadurismo moderno -en realidad no es una especie de conservadurismo en absoluto- que se encuentra en algunos países.
Y hay un mundo de diferencia entre la visión dinámica, flexible, competitiva y pro-social de Smith de los mercados como parte de la interacción humana, y la visión moderna neoliberal o libertaria que trataría de desestabilizarlos por completo, o los puntos de vista corporativistas que reducen la competencia.
"La prosperidad crea sus propios descontentos"
-¿En qué medida y cómo debe protegerse la derecha de las influencias del populismo que ha crecido en dicho sector político? Le Pen, Orban, Bolsonaro, etc.
-Un conservadurismo propiamente liberal es en realidad un baluarte esencial y una protección para los países contra la extrema derecha. Rechaza los eslóganes y ofrece reformas prácticas basadas en la corrección constitucional y el Estado de Derecho, reformas que no pretenden rehacer sino mejorar la sociedad.
-En línea con lo anterior, ¿fue el gobierno de Donald Trump una experiencia negativa desde el punto de vista de las ideas republicanas en EE.UU.? ¿Han logrado superar ese traspié o siguen presos de él?
-No creo que deba comentar nada. Pero en general, los partidos políticos son elegidos cuando están llenos de ideas, y pierden el poder cuando se quedan sin ideas. Y la reconstrucción puede llevar tiempo.
-Un autor, Patrick Dennen, ha señalado que en el éxito del proyecto liberal hay que buscar sus propios problemas... en el sentido que ayudó a generar una prosperidad que luego derivó en altos grados de desigualdad. ¿Comparte esas apreciaciones ?
-Es cierto que la prosperidad crea sus propios descontentos. Pero la desigualdad es un fenómeno mucho más complejo de lo que a veces se reconoce. Lo que hemos visto es un aumento de la desigualdad entre los más ricos dentro de algunos países desarrollados, y un descenso de la desigualdad entre países de todo el mundo. Está claro que los mercados abiertos funcionan, con algunas salvedades.
Pero las causas de la desigualdad con las naciones no son un hecho. Pueden abordarse, mediante una mayor competencia, la limitación de la búsqueda de rentas y la política fiscal y tributaria.
-¿A qué tipo de izquierda se enfrentan hoy el pensamiento y las fuerzas políticas de derecha? ¿Ha cambiado también?
-Al menos en el Reino Unido, la izquierda está muy confundida. La extrema izquierda odia a la centroizquierda por su impureza y falta de radicalidad. La centroizquierda teme que la extrema izquierda la vuelva tóxica e inelegible. Ambas partes se ahogan en el deseo de culpar a otro. He observado que este fenómeno no se limita al Reino Unido.
-¿Cómo evalúa lo que muchos advierten como la renuncia de las ideas socialistas a representar a grupos mayoritarios dentro de la población y su opción por aglutinar "minorías" de diversa índole?
-Los partidos políticos son coaliciones. Pero como señaló Burke, el primer gran teórico del gobierno representativo, los partidos políticos necesitan también una ética de gobierno o un principio de valor público. Así, los partidos políticos no suelen ganar las elecciones como meras composiciones de minorías: necesitan un sentido central de propósito y un deseo de atraer a la gente normal. Los partidos que solo se centran en complacer a los fanáticos rara vez prosperan.
-¿Qué importancia le asigna usted a la existencia de un conjunto de valores que le den sustento para su buen funcionamiento al Estado y al mercado y que sean diferentes y anteriores a ambos? ¿Cómo entra aquí la sociedad civil?
-Creo que esta base moral es inevitable y esencial para el florecimiento de cualquier nación, ya sea a través de los mercados o del Estado. Las personas deben sentir que tienen algo profundo en común entre sí, y que por medios corteses y racionales pueden abordar sus diferencias, resolver problemas y vivir felizmente juntos.
-Chile fue ejemplo de un país latinoamericano que prosperó bajo el imperio de las ideas liberales. ¿Cuál es su explicación de lo acontecido en ese país?
-Me encanta Chile desde que me invitaron a dar un discurso en las celebraciones del Bicentenario hace unos diez años. Es un país maravilloso.
La brillantez de Chile ha sido encontrar vías moderadas incluso en las circunstancias más difíciles, alejarse del radicalismo, haber creado un orden constitucional compartido y eficaz, haber dado a las personas responsabilidad individual, haber construido grandes instituciones, haber apoyado la libertad y la igualdad y la justicia. Eso es un logro milagroso, digno de los mayores esfuerzos por preservar y mejorar.
"Los partidos que solo se centran en complacer a los fanáticos rara vez prosperan".
"Las ideas de la democracia representativa han sido cada vez más malinterpretadas, mal utilizadas y mal defendidas".
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