¿Desea añadir más realidad a su carrito de compras?
En tiempos de NTF y metaverso, el surcoreano Byung-Chul Han publicó su nuevo libro: una reflexión sobre los "objetos digitales" desde la filosofía de los siglos XIX y XX
El asunto se coló, de manera discreta, entre coleccionistas y entendidos, entre cócteles y ventas con precios récord, en la periferia de las jornadas de arteBA de esta semana
En tiempos de NTF y metaverso, el surcoreano Byung-Chul Han publicó su nuevo libro: una reflexión sobre los "objetos digitales" desde la filosofía de los siglos XIX y XX
El asunto se coló, de manera discreta, entre coleccionistas y entendidos, entre cócteles y ventas con precios récord, en la periferia de las jornadas de arteBA de esta semana. Los llamados NFT ( non-fungible tokens , en inglés; activos no-intercambiables o, mejor, archivos únicos) son piezas digitales de colección que ya se venden carísimo en el mundo, para sorpresa de los tradicionalistas. No solo se han convertido en un fenómeno de moda que trae un desafío conceptual para los compradores de obras (a una pieza de apariencia idéntica a otras le es atribuida su autenticidad mediante una tecnología de blockchain ) sino que, sobretodo, anticipa la posibilidad de recuperar el llamado "aura" en el siempre esquivo, efímero, descartable y hasta anodino entorno digital. La fascinación que despierta en jóvenes artistas y noveles compradores se multiplica entre los entusiastas fanáticos del arte conceptual.
El asunto, además, se conecta con las incipientes discusiones sobre el "metaverso", esa versión digitalizada de nuestras actividades físicas para la que se preparan y nos preparan las grandes empresas tecnológicas, las "big tech": su desafío es trasladar la idea de "presencia", propia hasta aquí del mundo físico, al mundo digital. Las controversias sobre virtualidad empiezan a ensombrecerse cuando nuestra actividad digital se multiplica, pandemia mediante, y gana en riqueza, ductilidad, versatilidad. Esa es la promesa del "metaverso", una actividad paralela. ¿Desea añadir más realidad a su carrito de compras?, parecen preguntarnos desde fronteras que los videojuegos ya atravesaron, y prometen desembarcar fuerte y pronto en el e-commerce y especialmente el teletrabajo. Del ocio al negocio.
En ese contexto, y sin dudas con gran sentido de oportunidad, el filósofo surcoreano (en su caso, profesión y gentilicio acompañan su presentación mediática tanto como su formación suizo-alemana) Byung-Chul Han lanzó su nuevo ensayo No-Cosas. Quiebras del mundo de hoy .
Con menos precisión que en Shanzai (Caja Negra) y acaso menos lucidez que en La sociedad del cansancio ( The Burnout Society ), Han se embarca en una descripción reflexiva sobre el estado de las cosas, y especialmente sobre nuestro vínculo con ellas, en tiempos de inmediatez y mediaciones, de acceso y experiencias en lugar de propiedad y posesión. Así nos lo presenta. Una sesuda mirada sobre el smarpthone con (muchas) citas a la Escuela de Frankfurt.
No-Cosas, el nuevo ensayo de Byung-Chul Gan (Taurus)
Es curioso. Mientras una procaz vertiente del progresismo -con perdón de la palabra- global auspicia una vocación de trascender el humanismo y relacionarse de manera diferente, más empática, más integral, con entidades no-humanas (de mascotas a vegetales para llegar a cíborgs y hasta archivos MP3), y cuando las tan cuestionadas tecnologías de avanzada salen en busca del aura pérdida, Han navega en la superficie del siglo XXI mitificando cosas. En la era de los "links", busca auscultar la densidad de los vínculos. En una era llamada líquida y que se va poniendo cada vez más vaporosa, gaseosa (¿internet no se ha mudado ya a "la nube?), Han busca, desde la filosofía de los siglos XIX y XX, refundar o actualizar el valor de lo sólido. Hay algo audaz en el intento: los "objetos digitales" merecen un compromiso analítico a la altura de su incidencia en nuestra vida actual, esa en la que muchas aplicaciones nos exigen demostrar que no somos robots para autorizarnos a utilizarlas.
En esa nueva aproximación repensada a la luz de nuevos humanismos en la que se empeña el también oriental-occidental Yuk Hui, la ontología se acerca a los paradigmas de la ciencia ficción.
El camino de Han ya lo habían insinuado Superficiales , de Nicholas Carr, con una mirada neurológica del conocimiento. También Gilles Lipovetsky, desde la sociología más clásica, en La estetización del mundo , donde postula el enjambre que representa la economía simbólica y abstracta en el capitalismo "artístico" de comienzos de este siglo. Y sobre todo Alessandro Baricco, quien en Los bárbaros , pero también en el más reciente The Game se muestra como un hombre civilizado invadido por una realidad que lo excede pero en la que está dispuesto, al menos, a jugar.
El futuro de la humanidad en el año 2045, como despliegan el libro emblema Ready Player One y el film de Steven Spielberg, puede ser apenas el desafío lúdico de un geek excéntrico. Y el paradigma del videojuego es, justamente, ilustrativo para todas estas "cosas" sobre las que piensa Byung-Chul Han: ¿cuánto ganamos o cuánto perdemos en el reemplazo de actividades humanas que antes realizábamos de cuerpo presente y con objetos tangibles, y que hoy vemos migrar a programación en formato HTML5 o creaciones con micropagos en monedas de fantasía?