Viernes, 26 de Abril de 2024

Quintero prende alertas en victoria de la Selección

ColombiaEl Tiempo, Colombia 17 de enero de 2022

Redactor de EL TIEMPO@PabloRomeroET
Análisis Pablo Romero
El partido de Colombia contra Honduras duró 42 minutos

Redactor de EL TIEMPO@PabloRomeroET
Análisis Pablo Romero
El partido de Colombia contra Honduras duró 42 minutos. Los 42 minutos que estuvo Juan Fernando Quintero en la cancha. 42 minutos para disfrutar de su arsenal de trucos, esos que motivan para el equipo principal, el que jugará lo de verdad, la eliminatoria contra Perú y Argentina. El resto del partido, que ganó 2-1, fue para lamentarse porque Quintero ya no estaba, y para preocuparse porque se fue con alguna molestia física. Lo peor que podía pasarle a Colombia en este amistoso de jugadores del medio local, contra un rival inofensivo, era que el internacional, el crac, el que vuelve de China a River, se lastimara. En esos 42 minutos Quintero hizo y deshizo. Jugó con la libertad de los que más saben. Jugó como si no lo conocieran sus rivales, porque nadie lo estorbaba. Jugó con la eficacia de los que no les gusta brillar solos, porque se asoció con todos. Su sinfonía de pases largos y cortos era colectiva: Quintero con Chará. Quintero con Preciado. Quintero con Borja. Quintero con Quintero. Es que fue capaz de iniciar y terminar el primer gol. Primero buscó que Borja resolviera, pero la pelota volvió, como siempre, a sus pies, como imantada, y cuando llegó de regreso a su botín, solo le bastó tocarla, y lo hizo ver tan sencillo, como un pase a la red, sin que nadie en Honduras se percatara. 10 minutos y 1-0. Los amistosos tienen esto. Que se puede disfrutar de las figuras que juegan sin presión, darles juego para que se tomen confianza. Pero se corre el riesgo de exponerlas. Cuando Quintero se tiró al piso y mostró que algo le dolía, ya era para llevarse las manos a la cabeza. Con él en la cancha, Colombia funcionaba, los demás estaban en alerta, no los rivales, que no se enteraban, sino sus compañeros, que sabían que él les iba a tirar un pase diferente. Se fue al minuto 42 y lo último que hizo fue tocar cortico, correr poquito, para que nada se agravara. Lo reemplazó el jovencito Yaser Asprilla, que jugó como si llevara mil batallas. Y mientras tanto, Honduras miraba. Si algún hondureño medio se animaba a tirar algún lance, rápidamente Giraldo y Vega, los dos aguerridos volantes de marca, apagaban cualquier conato, tan cómodos que fueron dos volantes de marca en campo rival. El adversario, el que dirige Hernán Darío Gómez, fue muy liviano. Por eso el partido resultó ser un entrenamiento con público; un entrenamiento con público y en Estados Unidos y con la preocupación por Quintero... En el segundo tiempo hubo imprecisión, confusión. Era como si el equipo, este equipo, hubiera preparado este partido alrededor de Quintero y sin él no supiera qué hacer. Un equipo desamparado. Solo Yaser, intrépido e irreverente, prendió la chispa que se apagó sin Quintero. Pero no, el partido no solo tuvo 42 minutos. En realidad faltaba que Candelo agarrara a un rival en el área y cometiera un penalti. Que el hondureño Arriaga disparara y Chunga no adivinara. Que el partido contra un rival inofensivo se pusiera 1-1... Y faltaba que gracias a eso Colombia reaccionara. Asprilla tuvo que llevar al equipo, como si fuera el más curtido, y gestó la jugada en la que Chará tiró el centro atrás, donde resolvió Colorado para el 2-1, en 22 minutos de la parte final. Y ahora sí, eso fue todo, porque más allá de los arrancones de Asprilla y los intentos de Preciado, no pasó nada más relevante. Colombia ganó un entrenamiento, pero perdió la tranquilidad, por Quintero.
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