El DLE
Es algo hermoso consultar el diccionario
Es algo hermoso consultar el diccionario. Un verdadero tesoro que esconde, o más bien guarda, riquezas infinitas, inconmensurables. Podría uno pasarse la vida entre sus páginas, como en la más extensa de las novelas de caballería, y jamás salir decepcionado. Cada palabra, cada voz, cada registro es un mundo en sí mismo; y a su vez, cada palabra y cada voz y cada registro conecta con otra palabra y otra voz y otro registro, hasta casi el infinito. El diccionario, además, es un amigo: fiel, quedo, paciente; siempre atento, nunca contumaz; presto como nada ni nadie, jamás rebelde. ¿En qué otras cosas del mundo podría uno confiar más que en el diccionario? ¿Hay un catálogo más noble, un índice más honrado? Es posible que hasta supere las lealtades y honras humanas (lo que, por otra parte y en ciertos casos, no es mucho decir...).
El depósito de una lengua, la incalculable red de términos que constituye, en definitiva, una manera de ver el mundo. Catálogo insigne, inventario magistral, el Diccionario de la Lengua Española -hoy DLE- dice de sí mismo ser "la obra lexicográfica académica por excelencia". Y vaya que lo es, qué duda cabe, desde 1780 hasta hoy. Y lo seguirá siendo.
Libro bendito, acariciado e inagotable, hoy quiero rendirte un homenaje. Y es que a veces en la vida me has llenado las horas mustias, y también les has puesto luz a esos rincones afligidos... Te venero por eso, diccionario, y te veneraré siempre. Con respeto, admiración y fraternidad.