Sábado, 28 de Junio de 2025

Entre campo y vanguardia en Millahue

ChileEl Mercurio, Chile 24 de abril de 2022

Uno de los mejores hoteles de Chile, según Tripadvisor, tiene mucho más que mostrar que una cama increíble y un restaurante de lujo. Así podría ser una escapada escudriñando los rincones del Hotel Vik. Por Marcela Saavedra Araya .

S iempre me pareció que los colores del paisaje campestre de la Región de O'Higgins tienen un aura nostálgica. Las casas bajitas de adobe, los sauces en medio del camino, los antiguos parrones de las casas en pueblos pequeños y acogedores, y los animales desplegados sin orden, recuerdan las escenas bucólicas e infinitas de pintores impresionistas como Renoir o Monet. Es como viajar a otro tiempo, con la misma postal de las fotos, pero en un universo donde todo anda más lento y la gente pasa por al lado sobre desteñidas bicicletas pisteras de los 80. Quizás es la onda que le dieron las viñas a esta zona o un imaginario profundamente naive del campo chileno.
Con estas divagaciones me encaminé a San Vicente de Tagua Tagua, un pueblo ubicado al suroeste de Rancagua, en las faldas de la cordillera de la Costa de la zona central.
Con vías angostas, delineadas por gigantescos árboles frondosos, álamos o eucaliptus que en las alturas entremezclan sus ramas para crear un pasadizo angosto, veníamos a pasar una noche en el Hotel Vik, rankeado por Tripadvisor con 8,9 de 10 estrellas y, supuestamente, uno de los más lujosos de Chile. Pero esta vez, la idea de quedarme encerrada tomando un baño de tina no estaba entre mis opciones. Tenía poco tiempo y "algo" de energía juvenil para recorrer. Había que probar.
Entrando por unos caminitos de tierra empolvados, me dieron la bienvenida al vanguardista hotel y viña creado en 2006 por un matrimonio de noruegos apellidados Vik.
El marido, que es mitad uruguayo, siempre soñó con crear la mejor viña del mundo y luego de varios viajes de búsqueda, compraron las 4.300 hectáreas del valle de Millahue, un sitio privilegiado porque tiene 12 microclimas en sí mismo, lo que permite que crezcan diversas cepas en un sitio diverso. La zona se emplaza sobre decenas de cerros de color verde claro y se encuentra a las faldas del estero Millahue, lo que termina de convertirlo en un lugar de paisaje privilegiado.
Entrar a VIK es inmediatamente encontrarse con un escenario que contrasta con el mundo tradicional de la zona central. Todo, absolutamente todo está elegantemente decorado con objetos de diseño, esculturas y pinturas de artistas como Roberto Matta o Anselm Kiefer. Cada habitación, además, está pensada de manera personalizada, en su arquitectura, decoración y vistas a los cerros. Además, su piscina no tiene borde alguno y al nadar puedes encantarte con vistas preciosas hacia miles de parras, la misma panorámica que se aprecia desde el gigantesco ventanal de las piezas. Pero la bodega tampoco se queda atrás: su diseño y estructura es un original del reconocido arquitecto chileno Smiljan Radic. De ahí, la estadía en este lugar llama a la creatividad, a vivir una experiencia estética.
Como se trata de un sitio gigantesco, sus trabajadores movilizan a los huéspedes en autos o, si así lo piden, a caballo. De estos merodeos en auto pasé por las bodegas para degustar sus vinos con etiquetas caras, siempre acompañada de la explicación de Varpu Tiihonen, una finesa que llegó a estos valles para vivir en torno al enoturismo.
Ella contaba que aquí hay 400 hectáreas plantadas de viña. Todo lo hacen a mano y la idea del matrimonio noruego al crear su concepto fue justamente mezclar la funcionalidad de la industria viñatera con la elegancia del hotel.
Entre trote y trote, porque en VIK están la viña y el hotel separados, pude ver a lo lejos una zona distinta, con otros colores y gente.
Se trataba del último cambio en la política del hotel: de producir ahí mismo la comida del restaurante de la viña, Pavilion. De ahí pude conocer detalles hermosos de la vida agrícola tan típica del sector, acompañada por Pablo Cáceres, el chef del lugar. Observé por primera vez la flor de la alcachofa; pude probar, de la mano del chef, las flores del zapallo italiano y degustar una especie de pasto que tiene sabor a ajo. Según él, la carta de siete tiempos del restaurante hoy se adecúa a los ciclos naturales de su huerto. "Tenemos 80 variedades de vegetales que se van dando según la estación del año. Nuestra gastronomía hoy se enfoca en crear a partir de la naturaleza y no al revés", decía.
Cáceres, además, detallaba que planean producir aquí la leche y huevos que necesitan. Es una siguiente etapa de este proyecto. Sin previo aviso, el hotel de arte y arquitectura se volvía un poco más huaso. Lo noruego más chileno y lo vanguardista, más campestre.
VIK es una mezcla de ambos mundos.
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