Miércoles, 18 de Junio de 2025

Más de un tercio de la Región Metropolitana vive en una isla de calor

ChileEl Mercurio, Chile 30 de abril de 2022

Aunque hay otros factores, son las áreas verdes las mayores responsables de mantener a la ciudad con temperaturas bajas. Por ello, es crucial aumentar su extensión, dicen los expertos.

Una de las consecuencias de la urbanización son las llamadas islas de calor, o zonas dentro de las ciudades donde la temperatura es más alta que fuera de los límites urbanos.
El problema es que habitar en dichas islas no solo puede producir incomodidad, sino que también tiene consecuencias en la salud humana debido al estrés por calor, además del aumento del consumo de energía, entre otros. Por ello es vital conocer dónde están.
Un estudio realizado por científicos de las universidades Autónoma de Chile y Ruhr de Bochum, Alemania, descubrió que más de un tercio de la Región Metropolitana vive en una isla de calor. La revista Science of the Total Environment publicó los resultados.
Edificios y jardines
"La ciudad es el sistema más complejo sobre la superficie de la Tierra, y aún así sabemos muy poco sobre ella", dice Luis Inostroza, investigador de las dos universidades involucradas en el estudio y coautor del trabajo. Esto, en parte, porque hasta ahora las urbes han sido pensadas desde el punto de vista del diseño, ingenieril o arquitectónico, pero no del científico, agrega.
Para comenzar a cambiar esa falta de conocimiento, los científicos utilizaron imágenes satelitales térmicas tomadas entre 2003 y 2019 en Beijing (China), El Cairo (Egipto) y Santiago. De esta manera, midieron en el tiempo la temperatura de la superficie de esas ciudades, considerando además que ellas tienen tres climas distintos.
A pesar de las diferencias de cada urbe, la conclusión general fue que la cobertura vegetal es uno de los grandes factores que ayudan a regular la temperatura en todas ellas.
En el caso particular de Santiago, mientras Vitacura, Macul, Providencia, Las Condes y Recoleta tienen una temperatura estable y más fría, Renca, Cerro Navia, Conchalí, San Bernardo, Cerrillos, El Bosque y Maipú están sobrecalentadas: eso las convierte en una isla de calor (ver infografía). Y esto se da por una serie de factores.
Los puntos con temperaturas más frías y estables de Santiago, entre los que están Las Condes y Vitacura, se caracterizan por un alto porcentaje de construcciones compactas bajas y altas abiertas (edificios con jardines), pero también por tener la mayor proporción de densidad de árboles, es decir, zonas donde hay muchos árboles juntos.
Las áreas frías con tendencia al calentamiento, como La Reina y Ñuñoa, exhiben grandes proporciones de construcciones bajas abierta, medias abierta y bajas compactas (casas con patios o edificios pequeños con jardín), con la segunda mayor proporción de vegetación (es decir, zonas con árboles tanto concentrados como dispersos, matorrales arbustivos y plantas bajas).
Mientras que la zonas estables, pero con temperaturas más elevadas, como Quinta Normal y Estación Central, están compuestas en gran medida por edificios compactos bajos y grandes, combinados con el porcentaje más alto de suelo desnudo (arena o tierra) de la ciudad.
Por último, Cerro Navia, El Bosque y Maipú, entre otras comunas, son zonas que están sobrecalentadas y que están dominadas por edificios compactos bajos y otros más grandes de poca altura, y poseen el porcentaje más alto de matorrales de la ciudad (lo que no es suficiente para bajar del todo la temperatura).
Si bien la cobertura vegetal es el mayor factor que lleva al enfriamiento o calentamiento de una zona, no es el único. La "forma" de la ciudad también es relevante. Por ejemplo, en el centro de Santiago los edificios altos generan mucha sombra, por eso la temperatura tiende a bajar, explica el investigador.
Otro ejemplo de ello es que tanto en El Bosque como en Maipú hay áreas donde la temperatura ha subido recientemente, aunque están rodeadas por zonas estables. Esto se explicaría por las nuevas urbanizaciones construidas ahí, donde se reemplazó la vegetación por cemento y asfalto, y donde las nuevas áreas verdes no han crecido aún.
Por otro lado, si bien se puede pensar que la altura geográfica también podría ser un factor relevante, Luis Inostroza explica que no lo es para la medición de la temperatura de la superficie. Aún así, detalla, no se consideraron los puntos más altos y más bajos de la ciudad para evitar desviaciones en los datos.
El que Santiago tenga una gran isla de calor es preocupante, agrega el estudio, pero aún así es algo en lo que se puede trabajar. Aquí la clave, entre otras medidas, es aumentar la vegetación, incluida la que consume menos o poca agua.
A ello se suma el que mientras no se produzcan cambios físicos que propicien el aumento de la temperatura, la isla no va a crecer. Esto porque la temperatura tiene un alcance de influencia muy corto. Es decir, que el "contagio" que se puede producir del calor a las áreas inmediatamente aledañas es solo de metros. Lo negativo es que lo mismo pasa con las islas frías o zonas con menor temperatura.
Por otro lado, aunque el clima local es un factor importante para que una ciudad tenga o no islas de calor en su interior, hay aspectos de la misma actividad humana que pueden tener un rol relevante también. Algo que requiere de más estudio para poder ser utilizado como insumo en la planificación de ciudades resilientes al cambio climático.
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