Nostalgias
Cuando la tía vivía con el Coronel, a veces pasaban por dificultades
Cuando la tía vivía con el Coronel, a veces pasaban por dificultades. Cada uno tenía no solo una personalidad, sino todo un carácter (vaya que sí). El Coronel, aparte de haber servido a Su Majestad y navegado los siete mares, fue un rugbista eximio que se imponía solo por presencia. Tía Waverly, en cambio, siempre fue alta, pero muy menuda, más parecida a las raíces de un árbol que al árbol mismo. Ella, muy rápida de mente; él, muy sereno. Ella, pura actividad con los geranios, él casi siempre en contemplación de un pasado que se había ido. Pero se querían mucho y ello les permitía (y les permitió) sortear todo tipo de dificultades.
Cuando el Coronel dejó este mundo, ese mismo mundo se le vino abajo a tía Waverly y por eso decidió venirse a Chile. El país fue como su paño de lágrimas, por así decir, que logró consolarla de la tragedia acaecida en su Worcester natal. Por lo demás, había algo en la geografía de la larga y angosta faja de tierra que se parecía a su propia geografía física. En fin, y como siempre fue papista -cosa rara en esa otra isla del norte-, la fe también la ayudó a seguir adelante.
Hago estos recuerdos familiares porque durante los últimos días tía Waverly ha andado un poco lánguida y ciertamente otoñal. Pues, aunque es la época del año que más le gusta, es también la época en que más recuerda a su difunto e inmenso marido. "!Qué hombre, qué hombre¡", suspira por los pasillos, apretujándose las manos. El perrito Braulio y yo bajamos la cabeza con veneración.