Viernes, 26 de Abril de 2024

El deseo de morir es contagioso

UruguayEl Pais, Uruguay 18 de mayo de 2022


Invitado por el grupo Prudencia, organización de la sociedad civil que se opone al proyecto de ley de eutanasia, Boer brindó una vasta batería de argumentos en contra de esa iniciativa legislativa


Invitado por el grupo Prudencia, organización de la sociedad civil que se opone al proyecto de ley de eutanasia, Boer brindó una vasta batería de argumentos en contra de esa iniciativa legislativa.
Para empezar, me gratificó saber que la legalización de la eutanasia en Holanda contó con el beneplácito de la iglesia protestante de ese país, algo contradictorio con el lugar común que se esgrime en Uruguay, de que el rechazo a la ley proviene únicamente de concepciones religiosas, siempre calificadas de arcaicas y anticientíficas (en mi condición de agnóstico, me irrita que por mi oposición a la eutanasia me quieran meter en la bolsa de los cristianos, a quienes respeto pero cuyo dogma no comparto). > > Para empezar, todos los que no somos expertos en este tema tendríamos que hacer un poquito de silencio y dejar hablar a quienes realmente saben: los expertos en bioética por una parte y, por la otra, los médicos paliativistas. > > Digo esto porque en un debate del domingo pasado en el programa Santo y Seña de canal 4, que mantuvieron los diputados Ope Pasquet y Rodrigo Goñi, así como en muchas declaraciones de connotados dirigentes políticos, surge una básica diferencia conceptual. Siguiendo a los profesionales que saben de este tema, Goñi es muy claro al marcar la diferencia entre la muerte con sedación paliativa (que saca de ámbito al paciente terminal hasta que llega su deceso en forma natural), y la eutanasia, donde hay una intervención consciente para matarlo. Theo Boer lo dice muy claramente: "A diferencia de la eutanasia, la sedación paliativa implica poner al paciente en una especie de coma artificial. El paciente morirá por su enfermedad y no por la sedación; no se mata al paciente". > > Por eso se equivocan quienes comparan el famoso "cóctel", la aplicación de sedantes que lo sacan de ámbito, con la eutanasia. Sedarlo hasta dejarlo en coma es una cosa: matarlo con una inyección letal es otra muy distinta. > > Por eso también le erran quienes hacen esas compulsas de opinión pública de brocha gorda, preguntando a la gente cosas como "si usted sufriera un dolor insoportable, ¿preferiría que le extendieran la vida o que le practicaran eutanasia?" Ningún paliativista defiende el llamado "encarnizamiento terapéutico".
Se trata simplemente de dotar a todo el sistema de salud de los recursos para que la sedación paliativa no sea solo un privilegio de quien puede pagarla. > > En su vasta experiencia (fiscalizó más de 4.000 casos de eutanasia en Holanda), Boer expuso cada una de las luces amarillas que deben encenderse en torno al proyecto uruguayo.> > Es muy claro al definir la "pendiente resbaladiza" en que se incurre con la legalización: lo que en principio vale solo para casos de dolor insoportable, luego se va ampliando y los pacientes -en ejercicio de una objetable "libertad" individual, relativizada por la depresión- empiezan a pedir la eutanasia ante enfermedades crónicas y patologías psiquiátricas o, aún peor que eso, por sentir que son una carga para sus familiares y desear aliviárselas, quitándose de en medio. > > Hay anécdotas puntuales que son francamente horripilantes. > > No se trata, como dicen los defensores del proyecto de ley, de imaginar conspiraciones donde no las hay. > > El dato de que las eutanasias se multiplicaron por cuatro en Holanda en los últimos años es real, así como el de que más de la mitad de las actuales no obedecen al "dolor insoportable" sino a otras causas que reclaman solidaridad y amparo del vulnerable, en lugar de su descarte.
Hay algo que dice Boer que me impresionó fuertemente, porque yo también lo viví en familiares muy cercanos enfrentados al final de su vida: "La eutanasia también genera coacción en los pacientes que cumplen con los criterios establecidos, que se ven sometidos al estrés asociado a la decisión que deben enfrentar en el final de la vida". > > Dicho en palabras más crudas: en no pocos asilos de ancianos, el solo hecho de contar con esa herramienta legal los pone, en forma consciente o no, en la angustiosa opción de recurrir a ella o seguir siendo una carga -económicamente hablando- para sus descendientes. > > Esto es así, está comprobado y avalado por un experto internacional con mucha más experiencia en el tema que usted y que yo, lector. > > El deseo de morir, el desapego existencial, puede resultar seductor, si a la depresión propia le agregamos una sutil e inconfesada presión utilitarista del entorno. > > Estamos en un país con una tasa de suicidios oprobiosamente alta, siendo esta, al igual que la violencia de género, una gran tragedia nacional de la que poco se habla.
En paralelo, ¿vamos a abrir la puerta a una pendiente resbaladiza que, en el aparentemente piadoso afán de aliviar a quien sufre, termine naturalizando la decisión de quitarse la vida, con el aval de la ley y el Estado? >
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