La presencia y el gesto: Ignacio Valdés regresa a la pintura

De cada ciudad, un aprendizaje. Así lo ha vivido Ignacio Valdés (1956), formado en la Universidad Católica y después en Roma, París, Nueva York y Londres, quizás la urbe que más marcó su quehacer de pintor a inicios de los 90. Y ahora, con 40 años de trayecto, se enfrenta a otra nueva locación: Bruselas. A diferencia de tiempos pasados, viajó sin fines educativos ni fecha de retorno.
"No obstante, ha sido sumamente enriquecedor estar aquí. Es una ciudad chica, tan distinta a Londres, por ejemplo. He trabajado tranquilo sin interrupciones y así va saliendo lo que va saliendo... En cada lugar en el que he vivido, he aprendido", apunta, al teléfono desde Bélgica. Está ahí hace casi tres años.
Sus exploraciones se mantienen fieles a su esencia pictórica. Valdés siempre construye las escenas de sus obras entre la abstracción y lo figurativo, sin geografías ni tiempos definidos. Instala, así, un aura de misterio en la mirada del espectador. Eso le acomoda. Jamás pinta bajo el propósito de traspasarle a quien mira historias, conceptos, temas. Lo suyo ocurre desde la pulsión y el desahogo. "Me interesa este trabajo por una cosa vital y lúdica, y miles de cosas me influencian. Desde la fantasía, la memoria, el color y las formas de un ambiente. Todo eso va saliendo en el arte y no me gusta indagar mucho más allá en torno al porqué. Menos intelectualizar la obra y convertirla en un asunto funcional. Lo espontáneo me gusta, incluso si es contradictorio, porque lo más importante es que la obra sea vital. Luego tomo distancia, juzgo, purifico", dice.
Una muestra de todo esto se verá hasta el 25 de agosto en AMS Galería (Juan de Valiente 3681, Vitacura). Valdés seleccionó 11 óleos sobre tela que exhibe bajo el título "La sombra de la luz". Son sus pinturas más recientes, aunque no tanto. Las confeccionó poco antes de partir a Europa y las dejó "macerar", para componer un conjunto que tenga coherencia grupal, junto con lecturas individuales. Lo explica: "Esta exposición combina cosas. Hay obras que contienen bastante movimiento, que son muy gestuales, y otras que son más bien meditativas, de carácter interior. Juego con ambigüedades, combinaciones y figuras que se transforman".
Aunque Valdés comenzó como escultor, maravillado con Rodin y Moore, se definió por la pintura durante sus estudios en Londres. Después, eso sí, ha vuelto al dibujo y a lo tridimensional. Trabaja el material de acuerdo con el impulso del momento. De hecho, en "Formas de encuentro", su última muestra antes de volar a Bélgica, reunió un conjunto de cerámicas con las que representó la diversidad de personas que confluyen en la Plaza de Armas. Con esa exhibición, entre otras actividades, se conmemoraron los 477 años de la fundación de Santiago en el Palacio Consistorial.
En su actual exhibición, remarca Valdés, la invitación es por completo abierta: "Estos cuadros se pueden observar muchas veces y cada vez se descubren cosas. Jamás hay un mensaje definido y eso es lo bonito. Hay múltiples posibilidades".