Viernes, 26 de Abril de 2024

La receta de Gustavo Huerta, el segundo entrenador que más tiempo lleva en el mismo club en Sudamérica

ChileEl Mercurio, Chile 4 de febrero de 2023

Protagoniza su séptima temporada consecutiva en Cobresal, lapso en que vio pasar 92 colegas por el resto de los banquillos de Primera. En octubre de 2017 tomó un club al borde del descenso a la tercera categoría y lo estabilizó hasta ubicarlo en copas internacionales. "No me he floreado todo este tiempo, siempre hay alguien que no te quiere, eso me mantiene alerta", dice el estratega de 65 años, conocedor profundo del trato con el futbolista.

Un minuto, dice Gustavo Huerta, demora en vehículo desde su casa al entrenamiento de Cobresal. "Dos a lo máximo", precisa, reflejando el contexto de vida en El Salvador.
"Es un lujo trabajar aquí", dice el técnico más longevo de Primera (65 años) y el segundo que lleva más tiempo en el cargo, considerando los clubes que competirán en la máxima categoría 2023 de los diez países de Conmebol, con su cuarto ciclo en Cobresal a partir de octubre de 2017. Solo lo supera Pool Gavilánez en el Guayaquil City, lazo que comenzó un mes antes en la entidad ecuatoriana.
Huerta ha sido testigo de una danza local sin frenos, porque entre los restantes 15 equipos actuales de Primera contabilizan 92 técnicos a partir del décimo mes de 2017. Por ejemplo, en dicho período Universidad de Chile testeó 11 estrategas, Universidad Católica tuvo a seis y Colo Colo, cinco.
"La permanencia de los técnicos, en todas las categorías, es muy difícil. Incluso en el fútbol amateur son pocos los que duran tanto tiempo. La verdad, yo no busco un récord; el otro día una periodista me mencionaba una estadística de partidos mía en el club y yo no tenía idea. Lo fundamental es el día a día, levantarme con ganas. A esta edad siento enormes ganas de entrenar, estar en mi oficina, con mi computador y con mis cuadernos a la antigua, buscando información del rival, que no se escapen detalles, es un gusto", expone.
-¿Cómo logra que esto sea siempre desafiante y no lo atrape la monotonía?
"En esa parte hay una fortaleza del club y está el desafío de uno de convencer a los jugadores a diario. No quiero ser arrogante, pero alguna historia tengo acá, desde mi etapa de jugador; conozco al revés y al derecho la idiosincrasia del cobresalino y sé que esto es de mucho esfuerzo; el minero exige, porque a ellos la empresa también les exige, y vamos por ese camino. Traer jugadores a El Salvador es un tema. Acá ofrecemos reencantarse con el fútbol, una buena vida familiar, que para algunos puede ser difícil al no existir un mall , no hay dónde gastar la plata, pero el club ofrece todas las comodidades. Lo que sí tampoco queremos es que esa tranquilidad se transforme en relajo, en eso estamos alerta; si se entrena a las 10 a.m., el jugador debe estar a las 8:30 para desayunar todos juntos y hacer rutinas preventivas. Y a la hora del trabajo, todo se hace al máximo, no es solo un rato para juntar transpiración, todo se hace con un fin".
El exzaguero retrocede la memoria a 2017, cuando lo llamaron para suceder a Rubén Vallejos, con Cobresal colgando de la Primera B. "No le tomé el peso", confiesa Huerta. "El club como que estaba viviendo todavía del título de 2015, pero la realidad era otra: estaba en la B y bajando (a Segunda Profesional), a seis fechas del final. Hice mi primer entrenamiento un miércoles y el plantel venía de perder en Talca; había viajado en bus, estaba destruido físicamente. Debuté ante Cobreloa y perdíamos en su momento 4-0 (cayeron 4-2). Ahí pegué un remezón fuerte a nivel de jugadores y empezamos a viajar en avión, al partido siguiente fuimos a Santiago y le ganamos a Magallanes, luego superamos al Morning e Iberia y nos salvamos, fue un esfuerzo grande de todos para volver a Primera en 2018. Había un plantel muy numeroso y muchos jugadores de 22 o 23 años formados en el club y que no jugaban, porque los chicos terminaban la juvenil en Santiago y luego subían al primer equipo, venían al norte con 20 años y demoraban uno o dos años en adaptarse; el club les daba de todo y algunos no estaban ni ahí con esforzarse. Eso lo terminamos y empezamos a traer chicos de 16 y 17 años para que fueran competitivos a los 20, no a los 23".
-¿Pensó que se alargaría tanto su estadía?
"No, es que excepto en 2022, todas las temporadas he estado en la cuerda floja en algún momento, quizás eso me ha servido, uno no es monedita de oro y no le puede gustar a todo el mundo, siempre hay alguien que no me quería, no es que me estaba floreando todos los años, pero yo también sé lo que he aportado, este club ha sido recontra importante en mi vida".
Huerta alaba a su cuerpo técnico. "Estoy bien rodeado, son muchas personas: nutrición, psicólogo, cuerpo médico, analista, preparador de arqueros. Tengo un muy buen ayudante en Carlos Escudero, él tiene mucho conocimiento, encabeza muchos de los trabajos de cancha; Juan Escalante es un PF argentino, nos ha ayudado un montón, tiene experiencia en equipos de altura. Después, lo más importante, los jugadores: por suerte tenemos un grupo de tipos grandes que están en la misma sintonía nuestra. El futbolista actual, sobre todo el más joven, mira poco fútbol, eso es fácil de ver en una cena: cuando hay un partido en la TV, terminan de comer y se retiran, son pocos los que se quedan mirando".
El mando, apunta Huerta, trae soledad. "Es así, los triunfos son de todos y las derrotas, del técnico. Uno aprende a tolerar el perder. Yo acepto casi todo: un arquero que se come un gol, un mal pase, un gol perdido, pero no tolero la falta de actitud, eso no lo negocio".
-¿Entrenadores más jóvenes se acercan a consultarle o conocer su metodología?
"No, casi nadie, sí los chicos que son del club en Santiago y especialmente los que no fueron profesionales. Eso lo aprendí cuando trabajé en el INAF, porque siempre pensé que el fútbol era para los futbolistas".
-Y el resto eran marcianos.
"Sí, pero muchas veces aprendí más de los que no fueron futbolistas, tenían más entusiasmo, ganas y vocación que algunos que fueron jugadores de mucho nombre, pero con una flojera inmensa".
-Si no hubiese sido futbolista ni entrenador, ¿qué sería de su vida?
"Capaz que hubiese sido comerciante como mi padre, pero de niño tomé el fútbol con una tremenda pasión y eso trato de transmitir. Fui cumpliendo mis sueños: jugar en un equipo importante, representé al país, jugar un torneo internacional; estando en Ovalle mi papá me llevó a un partido en La Serena y quedé loco con ese estadio, con los años pude salir campeón ahí como técnico (1996). Viendo el Mundial de 1974 dije 'me gustaría estar ahí algún día' y gracias a Dios un día iluminado Nelson Acosta me invitó a su staff y pude estar en Francia 98, soñaba despierto (...). No sé cuándo me llegará el retiro, pero tengo las mismas ganas que a los 34 cuando comencé. Tengo fuerzas, ideas. Considero un lujo trabajar en Cobresal, por eso me aferro aquí".
Con aura de inagotable, el ciclo de Huerta no se detiene. Tras la entrevista vendrá una nueva práctica pensando en Copiapó, el rival de mañana. Otra vez a la cancha. A un minuto. Dos a lo máximo.
''Muchas veces aprendí más de los que no fueron futbolistas, tenían más entusiasmo, ganas y vocación que algunos que fueron jugadores de mucho nombre, pero con una flojera inmensa".
''Los triunfos son de todos y las derrotas, del técnico. Uno aprende a tolerar el perder. Yo acepto casi todo: un arquero que se come un gol, un mal pase, un gol perdido, pero no tolero la falta de actitud".
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