Diego y los estoicos
Me parece que Diego Valdés es más jugador de lo que la mayoría cree y así quedó dicho en esta columna luego del empate con Colombia, resultado que también tiene más valor del que comúnmente se le ha asignado
Me parece que Diego Valdés es más jugador de lo que la mayoría cree y así quedó dicho en esta columna luego del empate con Colombia, resultado que también tiene más valor del que comúnmente se le ha asignado. En los últimos días se ha sabido la excelente campaña que está cumpliendo en el América de México, acercándose al nivel de ídolo de la hinchada más exigente del cuadro norteamericano. Algo notable en un club que vive bajo una inmensa presión, que en su momento conocieron dos compatriotas: Osvaldo Castro y Carlos Reinoso.
Es decir, Valdés es figura en un medio altamente competitivo y no logra convencer en la selección chilena, que se nutre de un campeonato local decididamente mediocre. ¿Cómo es eso posible?
Desde el punto de vista futbolístico, observadores del torneo azteca nos dicen que en el América juega más libre y moviéndose detrás del centrodelantero y que en nuestro seleccionado juega con misiones defensivas que lo desgastan físicamente y no le permiten mostrar su efectividad (en el último clásico mexicano marcó un doblete estremecedor).
Pero hay más que lo netamente futbolístico. Nos dice el periodista Alberto Villanueva: "La libertad en la cancha es muy importante, sobre todo en estos tiempos en que el deportista es más sensible. Si no se siente a gusto con el entorno, con el sistema de juego, con su familia, con todo lo que lo rodea, no rinde. El ánimo es un gran porcentaje del rendimiento...".
¿Lo afectará, entonces, el clima de crítica negativa que lo acompaña en Chile? Puede ser, aunque Diego Valdés ha mostrado carácter fuerte para soportar la presión en contra de una hinchada que no lo quería y que hoy lo ama. ¿Qué pasa, entonces?
Mientras lo discutimos, es bueno entrar en el tema de la mayor sensibilidad actual del futbolista. ¿Es más sensible hoy? Me parece que sí. No solo el futbolista. Las personas son hoy (somos) más sensibles que en el pasado, llegando muchos a la hipersensibilidad. Las causas son muchas, empezando por el mejor trato a la niñez y sus derechos, aunque quedan espacios de abuso, empezando por los propios padres y siguiendo con la virtual esclavitud de niños y adolescentes en ciertas industrias y labores.
Pero, más allá de los casos de abuso, ¿hay otros motivos? Creo que sí. Estamos lejos del estoicismo, aquella corriente filosófica que invitaba y sigue invitando a no dejarse llevar por el deseo de placer y por el miedo al dolor. Hoy, el pensamiento estoico está difundido generosamente por YouTube y llama en especial a los jóvenes a orientarse por esta filosofía. Se trata de una curiosidad de nuestra época, dominada por el hedonismo más extremo, por las drogas y por los videojuegos (tal vez son la misma cosa todos).
Nosotros, los chilenos, nos hemos considerado siempre más estoicos que mimados y empezando por nuestro Himno Nacional parecemos más marciales que melódicos. Eso ha cambiado y sigue cambiando. ¿Para bien? En muchos aspectos sí. En otros, como en el fútbol, no tanto. Nuestros jugadores, hace poco más de cien años, eran malitos y aguerridos, hoy son malitos y teatreros.