Punk acústico
Paradojas de la vida: la contracultura se tomó uno de los ministerios más cuadriculados, el de Minas y Energía
Paradojas de la vida: la contracultura se tomó uno de los ministerios más cuadriculados, el de Minas y Energía. Primero fue la ministra ‘alternativa’, Irene Vélez, proponente del decrecimiento económico y los tenis en ocasiones formales. Y ahora su reemplazo, el ingeniero Omar Camacho, se define a sí mismo en entrevista en El País como un "ministro punk". Seguramente porque me atraen las contradicciones, me asombró esa descripción, prácticamente un oxímoron: nada más antitético al espíritu del punk que las juiciosas obligaciones de un alto funcionario a cargo de una rama de la burocracia estatal. El punk, como sabemos, es guitarras eléctricas y distorsión, desobediencia y anarquía. ¿Será por eso que al Gobierno no le parece urgente corregir la vacancia del viceministro de Energía ni la interinidad de la mayoría de los comisionados de la Creg, y su subordinación al Ejecutivo, situación por la que la Procuraduría ya le llamó la atención? Porque anarquía es lo que cuentan los expertos que se respira en el sector eléctrico desde el año pasado. Y el momento no podría ser más inoportuno, por muchas razones. La industria atraviesa una peligrosa crisis financiera que implica a varias comercializadoras de energía -cuyas causas, justo es mencionarlo, no nacen en esta administración, sino en la pandemia-. El fenómeno de El Niño les respira en la nuca a las hidroeléctricas con la posibilidad de una sequía, lo que las obliga a conservar agua en los embalses. Y el costo de la luz producida en las termogeneradoras, complemento necesario de las hidros , está por la nubes, como consecuencia de la disparada de los precios de los combustibles por la guerra en Ucrania y ahora, probablemente, por el conflicto en Israel. La operadora del mercado eléctrico, XM, publicó un estudio donde advierte del riesgo de un ‘efecto dominó’ provocado por la estrechez de flujo de caja de las comercializadoras, que podría implicar hasta el 38,7 % de la demanda nacional. Alarmados, catorce exministros de Hacienda y de Minas y Energía enviaron una carta al Gobierno alertando de la "amenaza sistémica" que enfrenta el sector. Y hay más cartas. La firma canadiense Brookfield, dueña de Isagén, mandó una comunicación denunciando cambios en las reglas de juego que espantan a los inversionistas y ponen en riesgo proyectos actuales y futuros. Uno de esos inversionistas, la francesa EDF Renewables, envió otra carta donde anuncia su retiro de un parque de energía solar en Girardot. Cita como motivos los "cambios regulatorios y fiscales" y las demoras para obtener licencias ambientales. Todo esto sucede cuando, como explica Juan Ricardo Ortega, presidente del Grupo de Energía de Bogotá, el país necesita atraer 7.000 millones dólares de inversión -suma que el Estado no tiene- para atender la demanda eléctrica de los próximos años. Como Colombia aún necesita lustros de generación térmica para suplir a las hidros en tiempos de sequía y compensar las intermitencias de las fuentes renovables, la renuncia de este gobierno a la soberanía gasífera -no buscaremos más gas: lo importaremos de Venezuela- es otro motivo de inquietud. Pero, como demuestra el caso de EDF, ni siquiera tratándose de energías verdes, una de las obsesiones del Presidente, el Gobierno se pone las pilas. En pocas palabras, no es momento para la anarquía, sino para el orden. Por fortuna, parece que primó el lado menos punk del ministro en la decisión, anunciada al final de esta semana, de apurar una línea de crédito de Findeter para estirar la caja de las comercializadoras. Esperemos que la medida se cumpla y no se quede en el anuncio, como tantas cosas en este gobierno. De lo contrario, pronto estaremos familiarizándonos con el deselectrizado género del punk acústico. @tways / tde@thierryw.net
Tubo de ensayo
Thierry Ways
El sector eléctrico enfrenta adversidades que exigen del Gobierno señales de orden.