Crítica: Argylle: Agente secreto es una divertida y hueca intriga internacional de un director ocurrente

Lo mejor que puede decirse de Matthew Vaughn, el director de Argylle: Agente secreto, es que es un tipo ocurrente. Y eso a algunos les alcanza para considerarlo un visionario: sabe cómo resolver algunas ideas estrafalarias, apoyarse en la comedia y aportar un ritmo alocado.



Vaughn -que es como un primo cercano y menos intersante, de otro británico, Edgar Wright y, nada que ver, es el marido de Claudia Schiffer- ha desarrollado una carrera con sagas como Kick Ass o Kingsman, que ya lleva tres películas y es mencionada en Argylle. Acá va por la creación de un universo. Es el comienzo de algo.

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Es la historia de Elly Conway (lindo personaje de Bryce Dallas Howard), una novelista de éxito por sus libros del agente Argylle, interpretado en su imaginación por un Henry Cavill de peinado ochentero y saco Nehru. Los libros de Elly (más cerca de Bridget Jones que de Atómica) se parecen demasiado a la realidad, así que es reclutada por una agencia representada por el buenazo de Aiden (Sam Rockwell) y el omnipresente Samuel L. Jackson, para ir contra una organización villana dirigida por Bryan Cranston, más divertido que aterrador. Hay un gato simpático que acompaña la aventura.



Es una intriga internacional con paisajes conocidos, persecuciones alocadas, despliegue técnico y un tono lúdico que no la salva del todo pero dan para pasar un buen rato.

Argylle. Agente secreto [***]. Origen: Estados Unidos, 2024. Director: Matthew Vaughn. Guion: Jason Fuchs. Fotografía: George Richmond. Editores: Lee Smith, Tom Harrison-Read, Col Goudie. Música: Lorne Balfe. Con: Bryce Dallas Howard, Sam Rockwell, Bryan Cranston, Catherine O’Hara, Henry Cavill, Sofia Boutella, Dua Lipa, Ariana DeBose, John Cena, Samuel L. Jackson. Duración: 139 minutos. Estreno: 1° de febrero en cines