Sábado, 27 de Abril de 2024

Grass4Girls

ChileEl Mercurio, Chile 28 de marzo de 2024

Más allá de los evidentes desafíos que enfrentamos como país, vale la pena dejar de mirarse el ombligo y levantar la vista para analizar lo que ocurre en otras latitudes

Más allá de los evidentes desafíos que enfrentamos como país, vale la pena dejar de mirarse el ombligo y levantar la vista para analizar lo que ocurre en otras latitudes. Así podemos aprender de otros, copiar buenas prácticas y valorar aquellas fortalezas que se tienen incorporadas.
En el continente africano la vida es muy diferente a la de otras zonas del planeta, incluyendo diversas zonas en un mismo país. En materia de desarrollo, la nación que siempre destaca por sus indicadores generales es Sudáfrica. Sin embargo, Kenia se asoma como un nuevo hub regional. Su economía (fundamentalmente dependiente de turismo y agricultura) hoy muestra brotes relevantes, muchos de los cuales están apalancados por una significativa penetración de la tecnología e innovación digital. A pesar de ser una nación compuesta por 44 etnias, es un país donde reina la paz; a diferencia de la violencia en Ruanda, a pesar de tener solo dos etnias de la misma cultura, idioma y religión. Kenia cuenta con infraestructura y capital humano muy superior al de sus vecinos. Esto, sumado a un poder judicial muy sólido, ha favorecido a que capitales chinos hoy estén abocados a hacer de Nairobi una estrella emergente en el continente africano.
La semana pasada me tocó visitar iniciativas agroalimentarias y pude verificar dos valores significativos. El primero es un pueblo consciente del valor de la naturaleza. Los recursos naturales tienden a cuidarse más, sin duda también por el hecho de contar con la oficina de la ONU para el Medio Ambiente; el valor de la tierra es clave; las cabezas de ganado son la base del estatus para muchos; y la cultura de ayudarse está claramente presente en las zonas rurales de Kenia. Me tocó visitar bancos de alimentos donde los vecinos se organizaban para rescatar los excedentes de cosechas (o cosecharlos ellos mismos), de modo de suministrar alimentos para las escuelas, la única ración nutritiva del día.
Cuando hablamos de la crisis climática, muchas veces nos referimos a que esta afecta con mayor intensidad a mujeres y niñas del sur global. Tengo la suerte de ser mentor de Dorcas, una emprendedora Masai de 24 años, proveniente de una familia que valora la educación (su madre es profesora), sin embargo, ella tendrá que esperar hasta que sus hermanos completen su educación para poder ir a la Universidad. La cultura es extremadamente machista e injusta. Pero además dependen de la actividad ganadera, la cual está sufriendo producto de la crisis climática. La falta de pasto ha provocado que las familias recurran cada vez más a la de venta de niñas menores de 12 años (sí, leyó bien, venta a unos US$ 1.000), previa mutilación genital. Dorcas creó una iniciativa que se dedica a rescatar a estas niñas para llevarlas a un internado donde reciben educación, alimentación y refugio. A su vez, Dorcas levanta fondos para conseguir pasto para el ganado (Grass4Girls) junto con empoderar a las mujeres.
Con sus bemoles, al parecer, infraestructura, sistema judicial, capital humano, empoderamiento femenino, adaptación al cambio climático, amplia penetración de la tecnología, el cuidado propio, del entorno y del tejido social, son parte del éxito de Kenia.
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