Soluciones inconvenientes

Está terminando marzo y aún hay cientos de niños y jóvenes que permanecen sin matrícula en el sistema escolar. Las explicaciones de las autoridades no le hacen mayor sentido a la ciudadanía y las familias siguen esperando una solución a un problema que no existía. En efecto, antes de que se instalase un sistema de admisión centralizado a los planteles estatales y particulares, se producía una coordinación mucho más efectiva entre oferta y demanda. Por cierto, en ese contexto, se sostenía por algunos que los colegios eran discriminadores en sus admisiones. Era efectivamente una posibilidad, pero había mucho de autoclasificación de los postulantes y también de diferencias en la intensidad de las preferencias que explicaban la distribución de la matrícula. De hecho, las acusaciones de casos concretos de discriminación eran escasas. Ahora, el sistema de admisión escolar centralizado evita ese problema, pero puede producir otros. Desde luego, debilita la libertad de enseñanza; un diácono, por ejemplo, no tiene ninguna certeza de que su hijo quede matriculado en el colegio parroquial donde colabora. Eso lesiona la diversidad de proyectos educativos que la sociedad chilena ha valorado desde el siglo 19.
Una ventaja particular del sistema de admisión centralizada es que entrega información valiosa sobre los procesos de postulación y los lugares donde se producen mayores divergencias entre postulaciones y cupos en el sistema escolar. El procesamiento de esos antecedentes debería permitir resolver con relativa certeza la falta de vacantes. Sin embargo, todo indica que en este proceso ese análisis no se realizó ni se previeron soluciones apropiadas a tiempo. En cambio, se optó por privilegiar de nuevo una fórmula centralizada para un problema que tiene un evidente carácter local. Así, se creó una plataforma, "Anótate en la lista", donde debían inscribirse los alumnos no matriculados en ningún colegio luego del proceso regular, en la idea de por esa vía coordinar la demanda por matrícula con la oferta de cupos escolares. Pero el calce esperado no se ha producido. Hay que recordar que lo que se buscaba evitar eran las filas que, a tempranas horas, se instalaban en las afueras de algunos establecimientos para lograr un cupo. Estas ofrecían una solución descentralizada que sí resolvía el problema. Por cierto, no era el mecanismo más eficiente, pero a partir de esa experiencia se podría haber construido una alternativa distinta. La información para ello estaba: la proveniente del proceso centralizado de admisión escolar y la histórica respecto de las áreas geográficas donde era más habitual que se produjesen esas filas, pero ello habría supuesto involucrar a actores locales. El camino elegido, en cambio -y como era de esperar, dada la probada incapacidad del Estado central para resolver problemas locales y específicos-, no rindió frutos.
Desde la subsecretaría se defiende la plataforma "Anótate en la lista" por el valor público que ella involucraría, toda vez que el proceso de búsqueda de vacantes escolares sería más transparente y eficiente. Se olvida que su principal propósito era asegurar a niños y jóvenes un cupo antes de que se iniciara el año escolar. Se trata, entonces, más bien de un fracaso estrepitoso. Como explicación se dice que no habría suficientes planteles que sean atractivos para las familias, pero la responsabilidad de que ello ocurra ¿no es acaso del propio ministerio? Más allá de eso, el problema con este argumento es que hasta hace poco esa falta de vacantes no se producía. Ha sido el mal manejo del sistema de admisión escolar el causante de este gran problema y la manera en que se está intentando resolver no parece acertada. Además, ella desaprovecha la información del sistema de admisión escolar para producir soluciones de otra naturaleza que tengan más arraigo local. Mientras esto no ocurra, los problemas continuarán.