Por MARTINHIDALGOJefe editorial
las bancadas parlamentarias empiezan las rondas de negociaciones con miras a las elecciones de la Mesa Directiva 2024-2025
Por MARTINHIDALGOJefe editorial
las bancadas parlamentarias empiezan las rondas de negociaciones con miras a las elecciones de la Mesa Directiva 2024-2025. La elección del nuevo presidente del Congreso se llevará a cabo en julio y todo apunta a que el bloque de derecha mantendrá el control legislativo, pero existe bastante indecisión sobre el grupo político que encabezará la lista.
Si tenemos en cuenta que Acción Popular (antes de ?Los Niños?), Alianza para el Progreso (en dos oportunidades) y Avanza País ya presidieron el Congreso, en esta elección le correspondería encabezar la lista a Fuerza Popular, Somos Perú o Renovación Popular. Bajo esa misma lógica, los fujimoristas deberían tener la preferencia al ser la primera minoría (23 de 130 votos). Pero si algo nos enseña la historia parlamentaria es que en el Congreso rara vez se sigue la lógica y se elige la mejor opción.
Cada vez que se encuentra cerca del período electoral, la estructura partidaria de Fuerza Popular suele tomar más control de su bancada parlamentaria, y suele orientarla hacia un discurso más técnico. Hay temas en los que les resulta casi imposible aplicar este control, pero empezamos a vislumbrar algunas señales a través del debate de la reforma del sistema de pensiones.
La disyuntiva para Fuerza Popular es cuán acertada sería la decisión de asumir la presidencia del Congreso en temporada electoral. Desde el trono legislativo se asumen los pasivos de los 130 parlamentarios y de cada escándalo que surge semana a semana. Las bancadas legislativas pueden restar puntos en elecciones.
Las elecciones del 2026 incrementarán los ánimos populistas en el Parlamento, y se necesita un perfil técnico en la presidencia que sepa poner un alto a los pedidos descabellados que surgen en la Junta de Portavoces. La presidencia del Congreso no puede seguir siendo una mesa de partes de los intereses personalistas de ciertos grupos parlamentarios que introducen agendas informales e ilegales en el debate legislativo.
Fuerza Popular cuenta con algunos perfiles técnicos para dicho encargo, como Patricia Juárez, pero también con perfiles de carácter más accesible a los temas antitécnicos como Arturo Alegría y Héctor Ventura. El Congreso cometería un error si le diera una tercera oportunidad a APP, que ya tuvo una presidenta censurada (Lady Camones) y un presidente investigado y sin transparencia (Alejandro Soto). No resultaría extraño que APP intente postular a su nuevo jale: José Luis Elías Ávalos, un congresista que ingresó a este Parlamento con Podemos Perú y que en anteriores períodos representó a Fuerza Popular.
Darle la presidencia a alguien sin experiencia política ?porque exigir experiencia parlamentaria es mucho pedir? terminará en agendas infiltradas como sucedió con José Williams y Alejandro Soto. La presidencia del Congreso será clave, no solo para poner un alto a la agenda populista, sino también para ordenar el ruedo legislativo que se resiste a trabajar de manera presencial, para delimitar una agenda respecto de las normas que se requieren para llegar con reglas de juego claras a las elecciones del 2026, o para asumir la presidencia de la República (ahora que se vuelve a escuchar la palabra ?vacancia? en los Pasos Perdidos).
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