Viernes, 25 de Octubre de 2024

Matrícula condicional

ColombiaEl Tiempo, Colombia 16 de junio de 2024

Ricardo ávila - especial para el tiempo @ravilapinto
A medida que se acerca el 20 de junio -día que marca el final de la presente legislatura- también es inminente la hora de la verdad para una serie de iniciativas que hacen curso en el Congreso

Ricardo ávila - especial para el tiempo @ravilapinto
A medida que se acerca el 20 de junio -día que marca el final de la presente legislatura- también es inminente la hora de la verdad para una serie de iniciativas que hacen curso en el Congreso. Tras la aprobación de la reforma pensional, la mayoría de las miradas se concentran ahora en el proyecto de ley estatutaria que reglamenta la educación como un derecho fundamental. No hay duda de que el clima es tormentoso. El consenso que se había construido entre las bancadas que apoyan al Gobierno y a la oposición se rompió por cuenta de la postura de Fecode, que rechaza la más reciente versión del texto y decretó un paro indefinido de maestros a partir del miércoles pasado. Ahora la plenaria del Senado deberá escoger entre dos ponencias que representan puntos de vista muy diferentes, por lo cual la polémica continuará más allá de cuál sea el desenlace. Así quedaron enterradas las esperanzas de un acuerdo en torno a un tema de capital importancia, a partir del cual se habrían podido modernizar una serie de normas. La controversia hace más difícil la suerte de un sector en el que hay tanto por hacer. De un lado entorpece la mejora en la calidad y cobertura de la enseñanza en los diferentes niveles, respecto a los cuales Colombia se encuentra mal ranqueado cuando se hacen comparaciones en el ámbito internacional. Del otro deja en el limbo la solución de una serie de problemas, algunos de los cuales tienen carácter urgente. Ese es el caso de las instituciones de educación superior que se encuentran en una especie de "tormenta perfecta", en opinión del exministro Gabriel Silva. Según el especialista, una serie de factores han confluido para hacer todavía más desafiantes retos que vienen de antes, junto con obstáculos nuevos. Para decirlo con claridad, hay una crisis, palabra que la Real Academia define como "cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o en una situación". Y esta tiende a ahondarse debido a una política oficial que exacerba la que ya era una realidad compleja. Fuerzas encontradas Entender lo que ocurre requiere comenzar por reconocer variaciones estructurales que se observan en múltiples latitudes. Para no ir muy lejos, desde México hasta Chile aparecen síntomas comunes a algunos que se ven aquí y que han dado lugar a reflexiones de fondo. Por ejemplo, en América Latina, la edad promedio de la población viene al alza, no solo debido a una mayor esperanza de vida, sino a un agudo descenso en las tasas de natalidad. Ello quiere decir que el número de jóvenes apunta a ser menor, lo cual se combina con la existencia de más fuentes de aprendizaje. De tal manera, la virtualidad y los cursos en línea han llevado a que el modelo tradicional de asistir a un sitio físico con el fin de atender una clase no necesariamente resulta obligatorio. Aunque ese giro empezó a insinuarse con el avance de las telecomunicaciones, la pandemia lo aceleró. Es verdad que muchas universidades colombianas se han subido a esa ola, algunas con mucho éxito. Pero distintas plataformas consiguen quedarse con un pedazo de la torta, atrayendo a aquellos que no ven la utilidad de ir a sentarse en una silla durante ocho o más semestres. Otros más prefieren irse al exterior, a pesar del esfuerzo financiero que ello conlleva. España, para citar un caso concreto, ha logrado posicionarse como un destino atractivo con el argumento de que es una manera no solo de abrir puertas en la Unión Europea, sino de conectarse más rápidamente con un planeta globalizado y formar parte de redes internacionales de conocimiento. No menos importante es que el apetito de los estudiantes cambia con los tiempos. Carreras que antes parecían seguras han perdido adeptos, pues varias profesiones se ven amenazadas por cuenta de la revolución tecnológica o por la percepción de que conseguir un empleo es mucho más desafiante en un mercado más competido. Puede sonar contradictorio, pero en medio de los vientos cruzados también se ha visto una mayor capacitación del cuerpo docente. Si hace unas pocas décadas encontrar profesores con título de doctorado era una rareza, hoy es algo mucho más usual. Tanto como contar con posiciones de planta que garantizan estabilidad y medios para hacer investigación. Al mismo tiempo, los costos han venido aumentando. Parte de lo sucedido está relacionado con un personal más calificado, aunque también se han cometido excesos en la construcción de instalaciones. Ya sea bajo la creencia de que las matrículas o el presupuesto nacional acabarían sufragando las inversiones en ladrillo, el punto de equilibrio a la hora de operar está más arriba que antes. Todo lo anterior desemboca en las presiones que recibe el sistema mixto vigente en el territorio nacional. El término, según el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) adscrito a la Universidad Javeriana, "se refiere a un enfoque educativo que combina diferentes modalidades de enseñanza y aprendizaje, incluyendo la educación ofrecida por instituciones privadas y públicas". Una radiografía del LEE muestra que al cierre del año pasado había 300 instituciones de educación superior en Colombia, sin contar las seccionales. De ese total, 216 son de carácter privado y el resto pertenecen al sector oficial que, en conjunto, cuentan con 7.851 programas activos en pregrado y 7.338 en posgrado, incluyendo 421 de doctorado. Respecto a la cantidad de matriculados, los datos de 2022 -que son los más recientes- muestran que a nivel nacional había 2,4 millones de estudiantes de educación superior (que abarca técnica, tecnológica y universitaria), de los cuales 43 por ciento asistían a una entidad privada en pregrado y 72 por ciento en posgrado. Dicha cifra global da una cobertura cercana al 55 por ciento, la cual es la más alta de la historia, pero inferior a la que se ve en otras partes de Latinoamérica. En cuanto a entidades, el primer lugar lo ocupa el Sena con algo menos de una tercera parte del total, seguido a cierta distancia por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, la Corporación Universitaria Minuto de Dios, la Universidad Nacional de Colombia y el Politécnico Grancolombiano. Estas y las demás instituciones les otorgaron un grado a más de medio millón de alumnos en 2021. Planes y propuestas Cuando Gustavo Petro llegó al poder, vino acompañado de la promesa de crear 500.000 nuevos cupos para la educación superior pública. No obstante, tanto los tropiezos en la ejecución como la estrechez de recursos han llevado a que el objetivo esté muy lejos de concretarse. Más ambicioso aún es lo que propone el proyecto de ley estatutaria sobre la eventual gratuidad y ampliación de la cobertura de la educación que se adoptaría como principio rector. En su momento, Gloria Bernal, directora del LEE de la Javeriana, señaló como "irresponsable" el no tener una estimación de los gastos para cumplir con semejante objetivo, al cual debería llegarse en el largo plazo. Cálculos hechos por la universidad mencionada muestran que aplicar lo que dice la propuesta valdría, al menos, 40,8 billones de pesos adicionales al año para todos los niveles educativos, sin contar lo que se haga en calidad e infraestructura. Y en lo que atañe solo a educación superior la factura sería de 24,4 billones anuales. Tales cuentas se ven opacadas por las angustias de corto plazo que conciernen especialmente a las universidades privadas. Aparte de una intensa competencia que se ha sentido en el valor de las matrículas y de otros factores citados, la política oficial llevó a que las cosas cambiaran con el Icetex, cuyos préstamos son clave para quienes estudian en entes privados. Para comenzar, un artículo de una ley posteriormente declarado inexequible por la Corte Constitucional llevó a que las universidades privadas tuvieran que asumir una parte importante de los intereses, algo que siguió en la práctica tras la sentencia del tribunal. A lo anterior se agregó una demora en los giros correspondientes a las matrículas del primer semestre de 2024, que sumaron más de medio billón de pesos. Mientras tanto, la demanda se ha resentido. Entre las hipótesis que se esgrimen, aparte de los asuntos estructurales, está la mediocre salud de la economía colombiana que golpea la capacidad financiera de cientos de miles de hogares. Para Luz Karime Abadía, decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la Javeriana, "cada vez hay menos primíparos en programas universitarios en instituciones privadas". En concreto, disciplinas como Historia y Geografía, Ingeniería Civil o Electrónica, Comunicación Social y Derecho están de capa caída. Por el contrario, Ingeniería de Sistemas, Matemáticas o una nueva carrera llamada Ciencia de Datos atraen más postulantes. Igualmente, Medicina, Bacteriología o Nutrición tienen más alumnos en sus aulas. Dentro del balance es indispensable señalar los errores cometidos. Algunas instituciones se han equivocado en el manejo de su portafolio de inversiones y otras exageraron con la construcción de edificios de gran diseño, pero cuya racionalidad económica se considera como discutible. Tal como sucede cuando la realidad se transforma de manera acelerada, hay reticencia al cambio y la adaptación, con lo cual los correctivos toman más tiempo que lo necesario. Sea por una causa o por otra, la coyuntura no es nada fácil y tampoco se ve la luz al final del túnel. En otras épocas, la crisis habría dado para que el Gobierno buscara fórmulas con el fin de aminorar las angustias, pero en la actual surgen las voces que abogan por que el país tome una senda más comprometida con el sistema público. Dejar que la ideología tome partido en la materia sería un error garrafal. Tal como sucede en múltiples latitudes, el esquema mixto trae grandes ventajas que bien aprovechadas darían como resultado más y mejores estudiantes. Debido a ello, lo que vale la pena es la creación de círculos virtuosos para salir de la perniciosa espiral actual. Lo anterior demanda tener en cuenta los pecados que se observan en las entidades públicas, que no son más eficientes. Un alumno de una universidad estatal vale tanto como el de una privada, con la diferencia de que su costo lo asume el presupuesto nacional. Además de la burocratización y el exceso de personal, se encuentran incentivos perversos que dan lugar a grandes inequidades por cuenta de publicaciones cuestionables o autocitas, que deforman el propósito de promover la investigación y la excelencia académica. Eso, aparte del peligro de volverse una herramienta política, como lo demuestra lo sucedido con la rectoría de la Nacional. Y para completar la lista aparece un mercado laboral difícil en el cual la prima por haber estudiado una carrera larga o un posgrado acaba siendo baja, para no hablar de aquellos que obtienen dos títulos. Al no encontrar un reconocimiento a esas capacidades, muchos deciden emigrar, así en otras latitudes deban trabajar en oficios que no tienen que ver con lo que aprendieron en las aulas. Son tantos los campanazos de alerta que se escuchan que las autoridades deberían prestarles atención. Más allá de cuál sea la versión de la ley estatutaria que salga adelante, lo que está en juego es un esquema que puede mejorarse y merece ser fortalecido. Cruzarse de brazos no es una opción y menos cuando las señales disponibles sugieren que en lo que hace a la educación superior, Colombia no obtiene buenas notas y se arriesga a perder el curso.
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