Discurso público en el PNUD
Las referencias a los medios parecieran una recopilación de prejuicios habitualmente proclamados por la izquierda chilena.
El informe sobre desarrollo humano en Chile 2024, presentado recientemente por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ha dado lugar a interesantes controversias. Cabe suponer que esa era una de las aspiraciones del programa de Naciones Unidas, pues, tal como ellos lo señalan, buscaban estimular un diálogo sobre las condiciones que permitieran facilitar los cambios en la sociedad chilena. Pero quizá no esperaban que la discusión que se suscitaría no se centrara tanto sobre los aspectos de fondo y de largo plazo que ellos proyectan, sino sobre sesgos y faltas de equilibrio en sus planteamientos. Si la idea de sus autores era salir de la contingencia y favorecer un debate público basado en evidencias, muchos analistas han considerado que se trata de un informe que servirá de apoyo a un sector en las próximas campañas presidenciales, lo que parece abiertamente contradictorio con las finalidades previstas.
Particular interés ha despertado la crítica al informe sobre su supuesta base en evidencias, puesto que los datos que ellos mismos obtuvieron de las encuestas y de los grupos focales muchas veces aparecen como contradictorios con las conclusiones del trabajo. En lo que se refiere al discurso público, es decir, las opiniones que se registran en los debates en la esfera pública, el informe juzga que los espacios para esas discusiones son en Chile muy limitados. Sin tomar en cuenta la inmensa variedad de medios que existen hoy para que una persona pueda participar en los debates públicos, más allá de los tradicionales -prensa escrita, radio y televisión abierta-, el informe se limita a analizar lo que aparece en solo tres medios: La Tercera, El Mostrador y "El Mercurio" de Santiago. Tampoco parece claro que hayan leído a todos quienes escriben en esos medios, puesto que rápidamente concluyen que estos muestran claras tendencias, posiblemente refiriéndose a sus secciones de editoriales, sin considerar las múltiples voces que se aprecian, incluso, en sus páginas editoriales. Pareciera, más bien, una recopilación de prejuicios proclamados por la extrema izquierda chilena, que se repiten ahora bajo las banderas de Naciones Unidas.
Nada de lo anterior facilita los cambios necesarios en Chile. Por el contrario, al describir la realidad entre lugares comunes y conclusiones no bien sustentadas, en lugar de estimular un debate, convierte a quienes leen esta clase de trabajos en personas que se separan entre quienes están de acuerdo con sus diagnósticos y quienes reaccionan en contra. Más aún, las descripciones no parecen esforzarse por lograr grados de objetividad aceptable, sino que afirman en forma tajante circunstancias sumamente discutibles. En cuanto a los medios, ya cuestionados por sus tendencias, no parecen serias sus advertencias de que optan por el mercado o por el Estado, sin ver otras posibilidades, como podría ser la cooperación público-privada en diversos campos. Más aún, se señala que "la discusión en medios devela una incapacidad para pensar en términos" de colaboración institucional. Por cierto, de ser estrictamente como lo describe el informe, se fomentaría la polarización entre dos polos de apariencia contradictorios, pero en la realidad no es el caso, puesto que los medios considerados han propuesto soluciones mixtas para toda suerte de materias. Por ejemplo, ante los problemas de salud que experimenta nuestro país y que en forma algo superficial examina el informe, ninguno de los medios considerados jamás ha propuesto una solución que sea nítidamente de corte estatal o de corte privada, sino que han dado argumentos y señalado experiencias comparadas exitosas de soluciones mixtas. Pero eso pareciera que no lo hubieran leído los autores del trabajo, pese a la gran reducción de lectura que han hecho para alcanzar sus conclusiones.
Los informes del PNUD sobre desarrollo humano han sido valiosos para Chile, pues han demostrado avances en los indicadores que ellos mismos han promovido y arrojado luces sobre problemas poco atendidos. Así, han estimulado discusiones productivas. Lamentablemente, el actual parece no alcanzar esos objetivos.