¿Como puede crecer Argentina mas allá de una estabilización macroeconómica?
El presidente Javier Milei
En estos días, el presidente Javier Milei a través de una publicación en el diario LA NACION explicó su visión del rumbo de la economía y como debe seguir el proceso de reformas
El presidente Javier Milei
En estos días, el presidente Javier Milei a través de una publicación en el diario LA NACION explicó su visión del rumbo de la economía y como debe seguir el proceso de reformas.
La situación económica heredada por el mandatario en 2023, como la heredada por el presidente Macri en 2015, al momento de tomar el poder de manos de un gobierno populista era, sin lugar a dudas, crítica.
El foco en reducción del déficit fiscal durante el 2024 para lograr una reducción de la inflación y evitar una hiperinflación, que hubiera generado un mayor impacto negativo a una economía castigada con índices de pobreza e indigencia en torno al 50% y el 20% respectivamente, es un logro destacable.
La importancia de la estabilización macroeconómica, que aun requiere logar objetivos clave como la liberalización del cepo cambiario, la normalización del comercio internacional, el desarrollo del mercado de crédito, entre otros, es innegable y los logros actuales no deben ser minimizados. Tampoco deben minimizarse avances significativos como la sanción de la Ley Bases y otras medidas desreguladoras de la economía que son clave en el proceso de transformación que requiere el país. Esto sin perder de vista, y con la mirada puesta en el futuro, del papel jugado por fuerzas políticas como Pro, que iniciaron el cambio y quieren que continúe para que Argentina desarrolle su potencial al máximo. También se debe tomar conciencia que una vez levantado el cepo y otras restricciones, la vulnerabilidad política aumenta frente a un populismo que hoy encarna el kirchnerismo, que a pesar de la crisis que atraviesa, siempre estará al acecho.
Quisiera detenerme en llamar la atención sobre la importancia de una agenda de competitividad en la generación de crecimiento, entendiendo que un país es más competitivo a medida que sus productos y servicios pueden ganar participación en el mercado internacional, algo bastante intuitivo.
Lograr este objetivo no es posible solo con un proceso de desregulación y desburocratización, si no que tiene que ver con un proceso sistemático de mejora de todos los componentes que afectan la competitividad. Muchas veces hablamos del costo argentino, que tiene componentes distorsionados al estar el país desacoplado de los mercados internacionales en muchos aspectos.
La competitividad de un país está dada por una diversidad de factores. Los factores empresariales son aquellos sobre los cuales las empresas tienen control. Los estructurales aquellos sobre los que las empresas tienen un control relativo, como lo son la influencia de instituciones, regulaciones, oportunidades de acceso a productos internacionales, etc. Los sistémicos son aquellos sobre los que no tienen las empresas control alguno como la infraestructura, macroeconomía, disponibilidad de crédito, política tributaria, política arancelaria, políticas públicas de educación y formación de recursos humanos, seguridad jurídica, defensa de la competencia y factores internacionales como los flujos de comercio e inversiones.
Por lo tanto, hay cuestiones que el sector privado no puede solucionar por sí mismo . Como ejemplo, las empresas argentinas siguen en 2025 estando sujetas al pago de aranceles en el exterior y enfrentan trabas técnicas, sanitarias y fitosanitarias para más del 70% de sus exportaciones en los mercados y geografías más variadas. El sector privado es sujeto de nuevas regulaciones para el comercio y la inversión todo el tiempo, como las relacionadas con cambio climático y huella de carbono. De la misma forma Argentina, como parte del Mercosur mantiene uno de los aranceles de importación promedio más altos del mundo y sostiene restricciones a la importación, legado de décadas de gobiernos populistas y políticas económicas proteccionistas erradas, que hemos compartido con nuestro principal socio comercial, Brasil.
En estos aspectos, para evolucionar se requieren instrumentos institucionales, la mayoría de ellos negociados estado-estado.
Para que el PBI de Argentina crezca y genere empleo sostenible es necesario avanzar en una agenda con foco en competitividad para los bienes y servicios que el país produce para el mercado interno y el internacional. A esto, en el mundo actual, hay que sumar una estrategia que incorpore tecnología y capacidad de innovación, dado que de lo contrario seguiríamos quedando relegados.
En ese sentido resulta de interés conocer el diagnóstico que hacen países desarrollados para sus propias economías. La Unión Europea, que representa más del 20% del PBI global tiene un diagnóstico preocupante para sí misma. En septiembre de 2024 la UE publicó el largamente esperado informe de Mario Draghi denominado "El Futuro de la Competitividad Europea". En este informe se hace un crudo diagnóstico: analistas estiman que la UE estaría condenada a crecer al 1.45% por año en la próxima década si no es capaz de mejorar su competitividad e innovación, lo que la alejaría de EE.UU. y China. El bajo crecimiento, además, no permitirá brindar los bienes y servicios a los que los ciudadanos de la UE están acostumbrados. En el plano externo, considera que, de seguir el actual camino, la influencia de la UE se reducirá y quedará relegada a ser un jugador de segundo nivel muy por detrás de EE.UU. y China.
Por esto propone entre otras medidas: (i) reducir el gap de innovación que se ha desarrollado entre Europa por un lado y EE.UU. y China por otro, particularmente en tecnologías avanzadas, (ii) vincular la agenda de descarbonización con la de competitividad, sin privilegiar una sobre la otra y (iii) incrementar la seguridad en Europa y reducir la dependencia de terceros países.
Este diagnóstico es relevante dado que muestra como está viendo una de las regiones con mayor calidad de vida para sus ciudadanos su actual situación y la importancia asigna a la competitividad y la participación en el desarrollo tecnológico avanzado.
El escenario en que la Argentina tiene el desafío de desarrollarse al máximo es complejo dados los cambios y movimientos geopolíticos . Algunos representan sin duda una oportunidad, como por ejemplo la incertidumbre en lo que respecta a seguridad alimentaria y energética consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Por otro lado, cabe la pregunta: ¿por qué debería Argentina iniciar un proceso de integración y liberalización económica cuando el presidente electo de Estados Unidos ha anunciado que aplicará aranceles a China pero también a sus socios comerciales Canadá y México? No es necesario detenerse mucho en esto dado que la posición del país es completamente distinta a la de EE.UU. Mientras Estados Unidos está plenamente integrado a las cadenas de valor global por las que fluye el comercio internacional y es uno de los líderes del cambio tecnológico, la Argentina solo tiene acuerdos con el 10% del PBI global y el gran desafío de integrarse a las cadenas de valor y no participa estratégicamente del cambio tecnológico avanzado.
El Mercosur por su parte, se encuentra en una situación delicada por no haberse integrado al comercio internacional ni haberse convertido en una plataforma para atraer inversiones. Tanto la Argentina como Brasil se han alternado para bloquear este avance. Solo ha habido respiro con el anuncio en junio 2019 de la conclusión de las negociaciones para un acuerdo estratégico con la Unión Europea que luego fue modificado eliminando rispideces entre bloques para concluir esta etapa y que comience un proceso de firma y ratificación parlamentaria, proceso que no estará exento de obstáculos de ambos lados del Atlántico. Sin dudas constituye una gran oportunidad para la agenda de competitividad mencionada. A cuerdos como el de Mercosur-UE nos llevan a competir con un bloque con un PBI per cápita de US$ 34.000 por habitante, lo que implica salarios medios altos y altos estándares laborales y nos fuerza a converger con reglas y patrones internacionales. Quienes miden el beneficio de estos acuerdos solo a partir del impacto marginal en la balanza comercial a régimen cometen un grave error, dado que su principal valor está en la institucionalización y la atracción de inversiones, más allá de la gran importancia geopolítica que tendría para el Mercosur, en un contexto de conflictos entre EEUU y China. Acuerdos de este tipo generan incentivos para competir con otras economías con plazos de 10 años para poder transformarse y en el caso de la UE accediendo a un gran mercado con una participación del 15% de las compras mundiales extra-UE. Generan una señal de largo plazo que ordena tanto al sector privado y al sector público. Al sector público a ejecutar las reformas para ser competitivos y al sector privado a realizar inversiones y adecuaciones.
Respecto al futuro del Mercosur, el bloqueo a la integración internacional de sus miembros no debe permitirse ya más. Para lo cual es necesario reformar su funcionamiento interno dando mayor flexibilidad de negociación. De no haber acuerdo para negociaciones conjuntas se debe dar libertad a quienes quieren avanzar con la posibilidad de que el resto de los miembros se adhiera en el futuro . Existen variadas modalidades y ejemplos en el mundo que llevan adelante otros bloques para negociar que permiten tener en cuenta las sensibilidades de los distintos miembros manteniendo la institucionalidad del bloque.
A nivel internacional hay interés en que la Argentina se afiance como destino de inversiones , no hay duda de ello. Para que este interés se materialice necesitamos, además de logar una estabilización macroeconómica, ejecutar las reformas que permitan avanzar en la agenda de competitividad. La reducción de la carga fiscal y la eliminación de impuestos distorsivos, la reforma laboral, la reducción del costo logístico, la atracción de capital humano para tener el conocimiento de aplicar nuevas tecnologías, asegurar la competencia para evitar monopolios y situaciones abusivas, el desarrollo del mercado de crédito y de capitales, un plan de innovación para participar en las cadenas del desarrollo tecnológico avanzado, son todos elementos que forman parte de una agenda de competitividad de carácter sistémico.
En un marco de creación de confianza, respeto a la propiedad privada, fortalecimiento de las instituciones, justicia independiente y expeditiva y libertad de expresión, la Argentina puede crecer con una mejora constante de competitividad e innovación. Para ello necesitamos una agenda que perdure a través de los cambios de gobierno, para lo que será necesario que el apoyo de la sociedad se canalice a través de la política para sostener el cambio.
El autor fue secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Nación