Liliana Iturriaga irrumpe en el GAM con su arte cinético

No solo es la exposición más grande que ha presentado -se desplegará por varias zonas del GAM-, también es la de mayor amplitud técnica. En "Geometría angular", Liliana Iturriaga (1965) contempla, entre varias otras piezas, trabajos murales de gran formato en cerámica, madera lacada o acrílico; un centro de trabajo digital, para que los públicos creen imágenes cinéticas, y una obra en video, que va proyectada al muro, como mapping , y que se complementa con la música electrónica de Luis Alberto Izquierdo. El compositor la pensó especialmente, en base a la vibración y al movimiento que la artista produce a través de líneas, colores, retículas, y una notoria presencia de las cerchas que marcan la arquitectura del edificio.
Al inicio de la muestra, la robot Fiona guiará a los asistentes, quienes una vez adentro incluso se podrán meter a un mural amarillo, a través de dispositivos de realidad virtual ( oculus ). Para conseguir todo esto, la autora convocó a diversos profesionales y armó un equipo que incluye al Centro de Inteligencia Artificial de la U. Católica (Cenia). Contó, además, con contribuciones privadas y del Estado, vía Fondart.
"Esta muestra está en sintonía con el espíritu del edificio original del GAM, la Unctad III. Entonces, para concretar algo tan grande en tan poco tiempo, se convocó a artesanos, artistas y arquitectos. Quise hacer un guiño a eso e incorporar al público, a todo el equipo del centro cultural y todos los que trabajan conmigo", explica Iturriaga, en un paréntesis dentro de agitadas jornadas de montaje.
La exhibición se inaugurará el 15 de octubre, a las 19:00 horas, y comienza en el patio central. Allí, la artista instala seis obras ploteadas en un gran formato. Iturriaga busca establecer un diálogo con el icónico vitral "Volantín" (1972), de Juan Bernal Ponce, y desde allí invitar a los públicos a la sala. En el trayecto hacia esta también habrá más obras cinéticas, colores y sorpresas, como la que ocurrirá, la noche antes del día de apertura, sobre la Torre Villavicencio y en colaboración con Delight Lab.
Desde que volvió a Chile, tras vivir en Venezuela durante tres décadas, Iturriaga emprendió un camino intenso de exploraciones para expandir las posibilidades del arte cinético e ir transformando sus sistemas de composición. Así, en 16 años, ha transitado por la sinuosidad y la superposición de la línea, su colapso o disolución y también por los concéntricos que presentó en el Museo de Bellas Artes, en 2022. "Mientras indagaba en la expansión del centro y del círculo, ella se plantea la posibilidad de conformar ambientes cinéticos", apunta Patricio M. Zárate, quien asumió la curaduría de esta muestra con el argentino Rodrigo Alonso.
Entonces, luego de investigar la arquitectura del GAM, introdujo en su quehacer las líneas más angulares. "El edificio, con su geometría, es un punto de partida clave para esta exhibición. Las superposiciones, patrones, líneas rectas, formas triangulares y cerchas de su estructura juegan un rol fundamental. Por eso incorporé formas angulares", relata la autora.
Operaciones visuales
"El arte óptico-cinético enfatiza el rol de la percepción en la experiencia visual, en tanto fenómeno orientado hacia el 'ojo desnudo' (el que asegura la simple capacidad de ver) y no al 'ojo cultivado' (el que ha sido formado por la historia del arte). De ahí su vínculo inmediato con las más variadas personas, que encuentran en sus ritmos y variaciones los elementos para la construcción de una actividad participativa y lúdica", escribe Alonso.
"El ojo desnudo juega. Eso pasa cuando una persona viene de una manera ingenua o limpia a experimentar esta tridimensionalidad, esta experiencia cinética del movimiento. Allí, el ojo juega, y es un sentir del alma", complementa Iturriaga, quien anhela conquistar a múltiples públicos. "Siempre me ha intrigado cómo el arte puede convertirse en un lenguaje universal que conecta a las personas", remata.