Sábado, 21 de Diciembre de 2024

Democracia

ChileEl Mercurio, Chile 7 de octubre de 2024

El endiosamiento de la democracia la transforma en una palabra vana.

La revolución y su secuela de males han descompuesto la institucionalidad y la creencia democrática. El problema de ahora es tener claro en qué consiste nuestra democracia para definir el camino a seguir. Primero hay que precisar que cuando las invocaciones a la democracia son pan de cada día, debemos entender que este régimen de gobierno está mal, y que probablemente aquellos que más expresan su adhesión a él son los que menos están dispuestos a practicarlo. Visto así, la democracia tan voceada sería casi una falacia, sin capacidad de enfrentarse a la revolución que está en marcha.
Lo primero que debe caracterizar a un régimen bueno es que todos como colectividad creamos que constituimos un orden que nos singulariza y, por ende, que es bueno porque es el resultado de siglos de convivencia, teniendo claro que es el futuro el que impulsa la historia, y nos impele a la acción en el presente. Cuando se menoscaba la creencia de que el orden bueno, en este caso democrático, es fruto de la acción cotidiana de todos, se pierde la fortaleza de este: los problemas y los logros parecen ser responsabilidad de otros, lo que a la larga genera una desmoralización del conjunto: es la decadencia que llega.
El endiosamiento de la democracia la transforma en una palabra vana, que abre el camino a unos pocos que se sienten iluminados para que nos guíen en nuestra vida colectiva. Estos, cuando alcanzan el poder con una mayoría circunstancial, se apresuran a establecer mecanismos que les mantengan ese pedestal con el objeto de constituir "su orden", que enraíza en ideologías ajenas por completo a la trayectoria histórica que nos ha ido definiendo a lo largo de los siglos, que es la que genera la unidad del presente y la comunidad de aspiraciones cuando se mira al futuro.
Pero este orden novedoso es polémico por cuanto subvierte el sentido de las palabras, tendiendo a dividir entre unos y otros considerando buenos a los iluminados, y malos a quienes valoran sus orígenes en el acervo de siglos. Es la situación ideal para llamar a alcanzar acuerdos y consensos, que no son más que un camino para profundizar el debilitamiento del orden tradicional porque aleja paulatinamente a los "malos" de sus perversas ideas y costumbres seculares, lo que permite afianzar gradualmenteel predominio de los "buenos", de modo de hacerlo incontrastable. Es el relajamiento que nos lleva a la nada de la decadencia. Es preciso conocer el punto en que nos encontramos para precisar el futuro a que debemos apuntar.
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