Tiempo de escombros

No recuerdo que, en tiempos como estos, donde la crítica parece ir por un lado, los fans acérrimos por otro y con un público general situado en medio, algo indefenso, mientras los anteriores batallan, no recuerdo una instancia de mayor consenso en torno a una película que la condena universal sufrida por "Joker: Folie à Deux" en los últimos días. Le han dado con todo y desde todos lados: en la web, en las redes, en la calle, a la salida del cine y hasta en mitad de la función; al punto que uno se pregunta si tamaño chaparrón está justificado, si acaso no hay nada que salvar del malogrado estreno o si aparecerá alguien por ahí que asuma la solitaria defensa de una película que, tal como el personaje de los cómics, parece camino a convertirse en enemigo público número uno.
Dudo que un defensor así aparezca: aunque existe una que otra cosa rescatable en medio del naufragio, toda la empresa en verdad es un total y absoluto desastre. De esos que se recuerdan en el tiempo, de esos que imparten lecciones sobre cómo hacer las cosas pero ante todo cómo NO hacerlas. Al respecto y más allá de las múltiples teorías, día tras día intentan dar sentido al hundimiento de un filme que no lo tiene, pocas dudas caben de que el principal responsable de la debacle es Warner Bros., el estudio que dio luz verde al proyecto después de, seguramente, presionar y tentar hasta el límite a unos realizadores que en efecto habían concebido al Joker de 2019 como un one shot , una película sin aparente continuación y que, independiente de las polémicas suscitadas en torno a ella, emergió como uno de los productos más interesantes producidos durante la gran avalancha de películas de superhéroes de los 2010.
Ahora, tan gravitantes como el culpable corporativo son Todd Phillips (director) y Joaquin Phoenix (protagonista) quienes abordaron esta segunda parte con sendos cheques de veinte millones de dólares en sus cuentas corrientes, los que contrastan con el cinismo, desinterés y descaro con que abordaron el encargo; porque, si bien la premisa argumental de "Folie à Deux" puede hacer sentido, la desidia con que está ejecutada es infamante: en prisión y en espera de su próximo juicio, el comediante Arthur Fleck alias Joker (Phoenix) se enamora de Lee (Lady Gaga), una fan junto a la que plasma su pasión y obsesión en un conjunto de números musicales que reflejan su delirio, su tenue lazo con lo real y su aterradora fisura sicológica. Si por escrito el relato tiene potencial, llevado a la pantalla el concepto descarrila de forma tan radical que cabe preguntarse si acaso se trata de un acto deliberado, una tomadura de pelo monumental por parte del mismo equipo de cineastas que salió a flote en la película anterior pero que ahora, en una operación de autosabotaje digna del Guasón, hunde la nave hasta un abismo del cual nadie, ni siquiera ellos mismos, podrán rescatarla. Incluso si así fuese, ello no los exime de haber orquestado un show que con los mismos elementos -mismas canciones, elenco y diálogos, incluso- podría haber resultado mejor en cualquier otra combinación.
A su manera, lo que empantana a Joker 2 es lo mismo que ha plagado a otros espectáculos fílmicos de la temporada, con la notoria excepción de "Duna Parte 2": una creciente incapacidad de los cineastas para poner en escena algo que siempre fue una especialidad hollywoodense: los diseños de gran despliegue. Los que se suponían grandes estrenos del año, "Mad Max: Furiosa", "Guerra Civil", "Deadpool & Wolverine" e incluso la serie "Los anillos de poder", ese spinoff de "El señor de los anillos" que nadie estaba pidiendo, resultaron menos espectaculares y atractivas de lo que sus productores querían y de lo que sus espectadores imaginaban. Lo mismo corre para el total de los filmes y series de superhéroes estrenados después de "Avengers: Endgame" (2019), todos los productos de "Star Wars" (salvo "The Mandalorian") y decenas de precuelas y secuelas comercializadas vía cines y streaming . ¿Se acuerdan de "Indiana Jones 5", de "Bad Boys 4", de "Fast & Furious 10"? Ojalá que no. Puro material venido a menos, épica predecible y de tercer enjuague, contenido de relleno que acaba sepultado en apps y plataformas. La última chance para contravenir esta deprimente tendencia en lo que queda de aquí a diciembre corresponderá a "Gladiador 2" (programada para mediados del próximo mes), pero por esa tampoco pondría las manos al fuego.
Una de las características que ha definido al cine estadounidense de gran formato, desde los días de "Lo que el viento se llevó" y "Los diez mandamientos" en adelante, es su capacidad para volcar en la pantalla no solo una eficiente combinación de historia y emociones sino, además, su voluntad por ofrecer -en paralelo al espectáculo mismo- una síntesis de las pulsiones que animan a los espectadores, una foto del "aquí y ahora" que, para bien o para mal, filmes como "El planeta de los simios", "Tiburón", "Volver al futuro", "El día de la independencia", "Titanic" o "The Avengers" supieron en su momento captar con oportunismo pero también con destreza y, en más de algún caso, con creatividad de primer orden. Nada de eso hay en "Joker: Folie à Deux", salvo unas cuantas ideas sueltas y un presupuesto millonario ahora convertidos en escombros. A lo mejor este es tiempo de escombros.
JOKER: FOLIE À DEUX
Dirección de Todd Phillips. Con Joaquin Phoenix y Lady Gaga. Estados Unidos, 2024, 138 minutos. DRAMA/COMEDIA