La caída del imperio estadounidense
Por segunda vez en lo que va del siglo XXI, Estados Unidos ha decidido echar un reversazo y volver a los capítulos más oscuros de la Historia de la humanidad con la elección -otra vez- de Donald Trump a la presidencia
Por segunda vez en lo que va del siglo XXI, Estados Unidos ha decidido echar un reversazo y volver a los capítulos más oscuros de la Historia de la humanidad con la elección -otra vez- de Donald Trump a la presidencia. EE. UU. se ha convertido en el villano de la película, no ya salvando al mundo del nazismo como en 1945, sino hundiéndolo en el mismo. Duele ver las miradas desoladas por las calles. Produce impotencia que un país tan poderoso esté constituido por un sistema tan mal concebido, ineficiente y laxo que aún hoy separa a blancos y negros por barrios y practica la segregación de facto en zonas de esparcimiento e iglesias. Duele que en un lugar donde podría haber grandeza, haya egoísmo y se premie a quienes irrespetan la ley. El Estados Unidos del Ku Klux Klan sigue vivo. Quienes votaron por Donald Trump lo justifican aduciendo una crisis migratoria sin parangón y una crisis económica de grandes proporciones que supuestamente Trump va a solucionar. No fueron suficientes las explicaciones desde todos los medios de noticias, desde la academia, desde el exterior para que estos individuos comprendieran que estaban siendo manipulados y que en realidad votaron por un régimen dictatorial -según el mismo Trump- que va a fracturar las relaciones diplomáticas de EE. UU. y va a hundir ese país en el más profundo oscurantismo. Tan pronto se posesione Trump, se perseguirá a los opositores, se contratarán y despedirán a servidores públicos según el capricho del Líder, se fusionarán Iglesia y Estado y se hará realidad la profecía de Margaret Atwood con su novela, The Handmaid’s Tale. El negacionismo, las teorías conspiratorias, una desinformación generalizada y un nivel alarmante de simple y llana estupidez lograron que este individuo se atornillara al poder de una vez y para siempre. Está claro que en EE. UU. es mayor la misoginia que el rechazo al fascismo. Es mayor el racismo que el deseo de preservar la democracia. Es mayor, también, el odio a nosotros, los inmigrantes, que el imperativo de votar por un presidente sin un pasado judicial vergonzante. La derecha ganó, pero no en franca lid, pues sus tácticas tramposas, la oleada de desinformación liderada por Elon Musk, sumado a las amenazas de bomba en decenas de centros de votación históricamente demócratas en Georgia, dejan un sabor amargo. Mientras que EE. UU. se cae a pedazos, empezará la diáspora de quienes no comulgan con el régimen; empezará la deportación masiva de refugiados, la prohibición del matrimonio gay, el veto nacional del aborto. No sorprendería que se eliminara el derecho al voto femenino y que se prohíba el divorcio, por no hablar de la autonomía financiera, el acceso al sistema educativo y el derecho a denunciar situaciones de violencia de género. Esta semana ganó la presidencia un individuo condenado por 34 delitos comprobados, condenado por acoso y abuso sexual, estafador, racista, misógino, xenófobo, ignorante hasta los tuétanos, amigo de la violencia con fines políticos. En suma, ha ganado la estulticia y se ha desperdiciado una oportunidad de oro para sacar a ese país del Medioevo con una mujer preparada, empática, capaz. Queda el matoneador, con un poder inconmensurable, listo para volver a la Casa Blanca a reanudar sus cuestionables conversaciones con Putin y Kim Jong-un. Llega para quedarse, instaurando un sistema dictatorial vitalicio que heredará a JD Vance. Se vienen décadas de horror para esta bella nación y para el mundo, a merced del temperamento impredecible e irascible de este hombre con la madurez de un crío de tres años. @caidadelatorre
Otra vez Donald Trump
María Antonia
García de la Torre
Se vienen décadas de horror para esta bella nación y para el mundo, a merced
del temperamento impredecible e irascible de este hombre con la madurez de un crío de tres años.