El economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial (BM), William Maloney mantuvo un encuentro con periodistas en su visita a Uruguay donde expondrá hoy en el evento ¿Cómo repensar la innovación en América Latina y el Caribe?
Redacción El País El economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial (BM), William Maloney mantuvo un encuentro con periodistas en su visita a Uruguay donde expondrá hoy en el evento ¿Cómo repensar la innovación en América Latina y el Caribe? Sobre la situación de la innovación y lo que falta para que los países de la región acorten la brecha respecto a los desarrollados y logren un mayor crecimiento económico.
Maloney trabaja hace más de 20 años en Banco Mundial. Antes fue economista jefe para Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones, y Comercio y Competitividad, y del Grupo de Investigación sobre Economía del Desarrollo. Fue profesor visitante en la Universidad de los Andes y trabajó de forma estrecha con el gobierno colombiano en asuntos de innovación y modernización de empresas. Tiene un doctorado en Economía por la Universidad de California Berkeley.
El economista jefe del BM planteó que la brecha que se ha generado entre las economías desarrolladas y las de la región "es un problema de un siglo, hemos estado perdiendo oportunidades de usar el conocimiento de afuera, aplicarlo a nuestra base de ventajas comparativas, diversificar, dinamizarnos. Podemos discutir cosas particulares, pero tomar esta visión de muy largo plazo, creo, nos coloca un poquito los retos que enfrentamos. El problema de capital humano, por ejemplo, sigue siendo clave".
Maloney dijo que "si uno mira, por ejemplo, el Uruguay al final del siglo XIX, estuvimos entre las superestrellas en términos de alfabetismo. Otros países comparables como Suecia y Dinamarca tenían niveles de más o menos 100% o 90%, y estuvimos en 70%, que fue lo mejor de la región. Pero ahora si se mira, por ejemplo, qué porcentaje de niños de 10 años en Uruguay tienen la capacidad de leer una frase de nivel apropiado, solo 42% lo logra".
Si bien eso está por encima de muchos países en la región "no es suficiente para tener una economía dinámica, para generar nuevos empresarios capaces o científicos de talla mundial. Entonces este tema de capital humano es clave", afirmó.
El economista expresó que "también la innovación es fundamentalmente un proceso de apostar. Hay una idea, hay una tecnología, quizás resultaría en una nueva empresa, una nueva industria aquí en Uruguay, una nueva forma de hacer las cosas que estamos haciendo, pero es sumamente riesgoso y se necesita gente que sepa cómo identificar una idea, cómo manejar riesgo alrededor, cómo conseguir el financiamiento, especialmente en países donde los mercados financieros son bastante, poco profundos, donde tenemos muchas complicaciones en términos de armar negocios".
Luego hizo hincapié en la forma que existe de aprender en América Latina y el Caribe respecto a lo que pasa en otros países. "Tenemos que tener en cuenta que si bien hace 50, 70 años era posible aprender hacia dentro de nuestros países en forma cerrada, ahora no es posible. Necesitamos una posición abierta en muchas dimensiones, sea por comercio, sea por tener nuestros hijos estudiando afuera. Por ejemplo, si uno mira los unicornios en la región, las empresas de (valorización de) más de US$ 1.000 millones, la mitad de ellos (los emprendedores) estudiaron en Stanford o trabajaron donde se aprende algo técnico sí, pero también se aprende cómo manejar las redes internacionales, muchos en Silicon Valley. También se aprende cómo hacer cosas distintas y cómo se ven oportunidades", explicó.
"Tenemos que estar mucho más afuera. Si uno mira, por ejemplo, el porcentaje de alumnos con grados terciarios que estudian en los Estados Unidos -digo los Estados Unidos solamente porque tengo los datos sobre eso, pero podría ser de Europa u otro-, los más enchufados en la educación norteamericana son coreanos, taiwaneses, vietnamitas, y después viene México, y después yendo al Sur se va reduciendo", añadió. "Tenemos universidades decentes, no excelentes, no estamos en los primeros 100 del mundo, pero decentes, entonces es muy costoso mandar gente a estudiar afuera, pero es donde tenemos que enchufarnos fuertemente en los aceleradores de nuevas ideas y ahí, en Europa, Estados Unidos, donde sea", remarcó.
"Somos como África"
Maloney puso como ejemplo el caso de Noruega y la explotación petrolera. En ese caso "un modelo podría ser 'vamos a subcontratar toda la exploración y extracción de petróleo a las empresas multinacionales'. Otro es 'vamos a intentar hacerlo por nosotros, pero no tenemos la tecnología y no vamos a llegar a la frontera por nosotros'. Entonces, lo que hicieron fue negociar una forma en la que se compartieron conocimiento, a través de 20 o 30 años, de ayudar a las capacidades de los noruegos para explorar y extraer y generar su propia industria", indicó.
"Entonces, creo que tenemos que pensar en esta forma. ¿Dónde está la tecnología? ¿Cómo lo vamos a hacer y traerlo acá? Y en el proceso tenemos que tener muchos más empresarios que estén dispuestos a hacer este arbitraje tecnológico", agregó.
En América Latina y el Caribe, según el ejecutivo del BM "no aprovechamos la oportunidad y puede ser una combinación de no tener las capacidades en los empresarios, en nuestras universidades, en nuestros científicos para hacerlo bien y lo segundo es que cuando se termina con todas las distorsiones y problemas en nuestros sistemas, el rendimiento no resulta tan alto al final".
La clave, para Maloney, está en el "vínculo entre universidades y el sector privado", en que "haya retroalimentación".
Cuando funciona, "tenemos gente en la industria comercializando ideas. Y tenemos las universidades pensando un poquito más profundo, sirviendo como antena para buscar nuevas ideas", explicó y añadió: "Por ejemplo, los nórdicos tienen un shop en Silicon Valley, monitoreando lo que están haciendo los gringos en Silicon Valley".
En cambio "nuestras universidades en América Latina son de los más bajas en el mundo en términos de interacción con el sector privado. Es decir, medida en términos de co-patentes, en términos de financiamiento de las empresas a las universidades, que representan la forma de los servicios intelectuales que proveen las universidades. Somos como África", cuestionó.
"Y es un lujo que no se puede sostener, si queremos aumentar nuestras tasas de crecimiento (económico al) 4% o 5%. No es una cuestión de cultura. Se habla de cambiar el chip, sí, pero los finlandeses, con su notable capital social, tuvieron el mismo problema hace 30 años", agregó.
Maloney recordó que en Finlandia también había esta desarticulación entre sus universidades y sus empresas "y cuando se cayó la Unión Soviética también querían cambiar mucho su modelo y lo que hicieron fue enfocar los recursos de innovación en en proyectos colaborativos. Entonces, como profesor, si tú puedes trabajar con la Nokia o algo así, entonces hay un proyecto conjunto, ambos ganan, pero efectivamente aumenta la colaboración entre las universidades y el sector privado".
"También tenemos que regresar a los think tanks y a organizaciones público-privadas para investigación. Pero, orientar parte de la investigación hacia el sector privado, es absolutamente necesario. Es clave en los Estados Unidos, clave en Europa, en los países nórdicos, que son para mí referentes, porque empezaron también como países exportando recursos naturales", planteó.
Problemas de comercio exterior
Maloney también fue crítico con la oportunidad que se pierde en el comercio exterior. "Si uno mira el comercio de América Latina se encuentra que sub exportamos dada nuestra distancia a los mercados grandes y nuestros tratados de libre comercio. Es decir, estamos leaving money on the table (dejando dinero arriba de la mesa) hay mucha más oportunidades".
En ese sentido, mencionó a España y Portugal. "Si uno mira el promedio de ingresos en comparación a los Estados Unidos, España y Portugal se ven como países latinoamericanos promedios hasta 1950 pero después de la segunda guerra mundial sí hicieron un par de reformas educacionales, varias reformas importantes. Pero, creo que fue la proximidad a la comunidad europea, de decir 'tenemos que hacer cosas distintas, ¿cómo están haciendo los alemanes, los franceses? Qué podemos traer aquí?' Entonces, España y Portugal tuvieron una pista distinta, mientras nosotros en esa época no vimos esta alternativa. Por eso es que vamos a aprender todo por nosotros, vamos a poner las barreras arancelarias super altas", apuntó Maloney.
El economista jefe regional del BM dijo que en América Latina y el Caribe "tenemos los sectores tradicionales que van a seguir siendo importantes como la minería, todo el sector agro, eso va a seguir siendo importante y tenemos que tener mucha innovación en eso también, especialmente con las restricciones que van a venir de Europa y de otros países. El programa que armaron acá en trazabilidad en el sector ganadero va a ser muy importante como modelo para la región".
"Estamos explorando nuevas fuentes de energía renovable. Tenemos que tener algo de cuidado porque no somos los únicos sitios con sol y viento. Sin embargo, estamos apostando y tenemos que apostar, aprender. Si la cosa funciona, listo, sigamos. Hacemos escala. Si no, creo que con nuestra matriz eléctrica, podríamos, como dicen, hacer greenshore, es decir ofrecer una plataforma: si quieren manufacturar cosas con energía verde, América Latina tiene esa ventaja. Entonces, en teoría, si todo fuera igual, eso podría ser una oportunidad", concluyó.