Graves desaires presidenciales
Las diferencias ideológicas aparecen anteponiéndose a los intereses permanentes de los Estados y de sus respectivos pueblos.
El Presidente Boric decidió utilizar la excusa de una agenda sin espacios disponibles para no aceptar la solicitud de reunión que le formulara la Primera Ministra de Italia durante la cumbre del G20, en Río de Janeiro -Chile había sido invitado por el país anfitrión-, dejando perplejos a los observadores y en una inconfortable posición a la mandataria afectada.
La sorpresa resulta inevitable, toda vez que Giorgia Meloni se ha transformado en una figura prominente en la escena europea e Italia es un país con el cual Chile ha mantenido, tradicionalmente, cercanos lazos de amistad, además de comerciales y artísticos. Se ha especulado que sería la distancia ideológica la razón de la negativa a reunirse. Si así fuera, sería el resultado de otro errado juicio del mandatario en el manejo de sus actuaciones públicas, en que no pocas veces el gesto testimonial o la impulsividad se imponen a las consideraciones de Estado, como ocurrió, por ejemplo, al negarse a recibir las cartas credenciales del embajador de Israel, hace dos años.
Otras versiones, en tanto, han indicado que la razón del desaire habría sido el hecho de que el CEO de Enel también quería participar de la reunión -la concesión que esa compañía eléctrica posee en la Región Metropolitana enfrenta un proceso de caducidad luego de los prolongados cortes de servicio ocurridos tras los temporales de agosto-. La negativa habría sido, según esta versión, una forma de evitar exponerse a presiones. Un proceder así, sin embargo, solo revelaría inexperiencia y rusticidad diplomática: la cita podría haber servido, justamente, para ilustrar a la autoridad italiana respecto de nuestra institucionalidad eléctrica y garantizar que ella operará con independencia y respetando los derechos de todas las partes.
Las relaciones entre los mandatarios deben ser conducidas en concordancia con las formas que la diplomacia ha ido estableciendo, precisamente, para que las posibles animadversiones, antipatías o distancias ideológicas personales no afecten los vínculos entre Estados. A este respecto, aún más lamentable es la situación que se ha generado con Argentina, en la víspera de la conmemoración de los 40 años del Tratado de Paz y Amistad. Si ya era inentendible que los Presidentes Boric y Milei descartaran reunirse -de nuevo, aduciendo "problemas de agenda"- para tan relevante fecha, muy grave resulta que, según informa la prensa trasandina, Milei haya instruido a su canciller para no viajar al Vaticano a la ceremonia conmemorativa que encabezará mañana el Papa Francisco. El motivo sería la molestia con Boric luego de fuertes tensiones entre ambos a propósito de sus respectivas intervenciones en el G20, originadas, otra vez, en diferencias ideológicas que aparecen aquí anteponiéndose a los intereses permanentes de ambos países y de sus respectivos pueblos.