Tregua relativa en Líbano

La tregua entre Israel y el grupo chiita libanés Hezbolá se recibió con alivio en ambos lados de la frontera, pero nadie es demasiado optimista para esperar que los enemigos cumplan el acuerdo a cabalidad y se consiga, efectivamente, un cese permanente de hostilidades. A las pocas horas de la entrada en vigor, ya se escucharon disparos y detonaciones en el sur de Líbano, señal de que la situación sigue siendo explosiva, con ambas partes culpándose de no respetar el acuerdo. Con todo, lo pactado baja la tensión, después de meses de temor por la inminencia de una guerra regional a gran escala.
Según los términos consensuados, Israel debe retirar totalmente sus tropas desde Líbano dentro de los próximos 60 días, y no debe haber presencia de milicianos de Hezbolá al sur del río Litani, desde donde parte una zona de separación hasta la frontera israelí, que estará controlada por el ejército libanés y las fuerzas de Naciones Unidas, Unifil. Habrá una comisión internacional de monitoreo, liderada por Estados Unidos y Francia, que supervisará la implementación. Estas directrices no son muy diferentes a las de la resolución 1701 de Naciones Unidas, de 2006, que puso fin a la anterior guerra en ese territorio, reiteradamente violadas por Hezbolá, que construyó ahí su bastión. Esta vez, Washington le reconoce a Israel el derecho a actuar contra Hezbolá si este viola los términos de la tregua.
Hezbolá está muy debilitado, con su cúpula dirigente diezmada y sus cuadros infiltrados por la inteligencia judía, situación que contribuyó a que aceptara negociar y renunciar a la promesa de seguir atacando a Israel hasta que terminara la guerra en Gaza. Por ahora, el grupo, que tiene un influyente brazo político, con presencia en el gobierno y el Parlamento libaneses, dice que se enfocará en la reconstrucción de las localidades destruidas, algo que demandará un enorme esfuerzo y recursos, pues son más de cien mil las viviendas dañadas total o parcialmente, tanto en las localidades del sur como en los barrios chiitas de Beirut. No obstante, se levantan suspicacias de que en paralelo intente restaurar su poder militar, diezmado pero no eliminado por los israelíes. Miles de sus milicianos han sido muertos o heridos, y una parte de su arsenal, de decenas de miles de cohetes y misiles, destruido, pero otro tanto sigue escondido en barretines dispersos por el sur libanés.
Para Israel, la tregua era necesaria por razones políticas y militares. Es una oportunidad para que sus fuerzas de defensa, que luchan una guerra de dos frentes, recuperen energía, y para ajustar su estrategia internacional. Su prioridad es "enfocarse en Irán", según dijo Benjamin Netanyahu, y esto tiene que ver con Hezbolá, pero también con Hamas, que aún retiene 100 rehenes y ha dicho que está abierto a una negociación. Como se ven las cosas, Israel no cambiará su objetivo de destruir al grupo palestino y liberar los cien rehenes, a pesar de la condena internacional por la situación humanitaria de Gaza. Así, las esperanzas de que llegue pronto la paz al Medio Oriente son reducidas.
Se baja la tensión, pero las esperanzas de una pronta paz en Medio Oriente son reducidas.