Mangione y el contagio social
El 4 de diciembre, saliendo de una reunión de accionistas en Nueva York, asesinaron a Brian R
El 4 de diciembre, saliendo de una reunión de accionistas en Nueva York, asesinaron a Brian R. Thompson, de 50 años, CEO (algo así como gerente) de una de las más grandes aseguradoras de salud en Estados Unidos. Después de una investigación y búsqueda fue capturado y acusado por el crimen un joven de 26 años, Luigi Mangione. El asesinado creció en una granja, hijo de un trabajador, estudió en colegio y luego en universidad públicos y se graduó con honores. Ascendió rápidamente en sus trabajos y desde hace tres años era el CEO de la compañía. El acusado es hijo de una de las más ricas familias de Baltimore. Estudió en un prestigioso colegio privado y en la Universidad de Pensilvania, una de la Ivy League (el grupo de universidades de mayor prestigio y costo en Estados Unidos). Se graduó con honores de magíster en informática. Después, algo extraño sucedió. Comenzaron manifestaciones en favor de Mangione. Se vendieron por miles camisetas con su foto. Los hashtags #FreeLuigi (liberen a Luigi) y #EatTheRich (cómete al rico) se volvieron virales (aunque acá el rico es el asesino). Una profesora de ciencias sociales de la Universidad de Pensilvania declaró estar orgullosa de trabajar en la universidad que formó a Mangione. Una encuesta encontró que 41 % de jóvenes menores de 25 años aprobaba el crimen. Esa reacción tan rápida y extendida en el público es una epidemia; un caso claro de contagio social. Esos contagios no son excepcionales en la historia. Hay muchos ejemplos. En 1518, en Estrasburgo (Francia) estalló una epidemia de baile. Jóvenes empezaron a bailar, unas contagiaban a otras, y no paraban hasta que caían exhaustas o se desmayaban. En el siglo XVII en Salem, Massachusetts, unas jóvenes empezaron a tener convulsiones y gritar que estaban poseídas por el diablo. Terminó en una cacería de brujas (‘obvias culpables’) y la ejecución de más de 20 inocentes mujeres. Nosotros también tuvimos nuestro caso en El Carmen de Bolívar cuando unas doscientas jóvenes sufrieron desmayos y parálisis después de una vacunación contra el virus de papiloma. La campaña de vacunación aún no se ha recuperado. Es tentador comparar esos contagios sociales con los otros, los infecciosos. Simplificando, son necesarias tres condiciones para que se den: un agente que causa la infección, un medio que facilita la dispersión del agente, y unos individuos susceptibles. En el caso biológico, los agentes son virus y microorganismos, como el Sars-cov-2 que causó la reciente pandemia de covid-19, o el plasmodio que causa la malaria, o la salmonela que causa la fiebre tifoidea. El medio que facilita la transmisión en el primer caso fue el aire; en el segundo, un mosquito, y en el tercero, alimentos o agua contaminados. La susceptibilidad de los recipientes depende de su grado de inmunidad y de exposición. En el caso de contagios sociales la susceptibilidad para infectarse depende de la educación, pero no de cualquier educación. En este caso se infectaron jóvenes en su mayoría universitarios e incluso profesores suyos. Pareciera que se necesita una educación especial para no ser embaucado por modas biempensantes. El medio de transmisión para lograr esa velocidad y esa amplitud fue seguramente el de las redes sociales. No son culpables, solo son el medio facilitador. El factor infectante es más difícil de determinar; será un buen reto para los psicólogos. Me atrevo a adelantar que son relatos infecciosos. Uno de ellos, actual, es que todo es relato; pero eso no es cierto, también existe la realidad. Hay relatos que describen y explican la realidad, pero hay otros que la sustituyen. Esos últimos son buenos para la literatura, pero son unos patógenos graves para la economía, la política y la sociedad. @mwassermannl
Los factores infectantes
Moisés Wasserman