Por Alejandro FallaSocio de Bullard Falla Ezcurra +
Si algo es capaz de sacar lo peor de uno, es el tráfico y la congestión vehicular en Lima
Por Alejandro FallaSocio de Bullard Falla Ezcurra +
Si algo es capaz de sacar lo peor de uno, es el tráfico y la congestión vehicular en Lima. Hasta el más calmado puede transformarse en un animal furioso. Así comienza la película ?Un día de furia?, protagonizada por Michael Douglas. La congestión vehicular ha hecho de la calle un campo de batalla donde abundan no solo agravios verbales, sino también violencia física. ?Métele el carro? es la regla de juego. Ocurre todos los días y en todos lados. Hemos normalizado este tipo de violencia. Ni la percibimos.
Lima es una de las ciudades más congestionadas del mundo (TomTom Trafic Index). Recorrer en automóvil 10 kilómetros requiere 28 minutos, más que en Buenos Aires, Bogotá, Río de Janeiro o Santiago de Chile. En horas de mayor congestión, cubrir la misma distancia puede tomar 43 minutos. La movilización en transporte público no es mejor. Según cifras incluidas en un último reporte del Banco Central de Reserva (diciembre 2024), la velocidad promedio en transporte público durante el 2022 fue de 8,3 kilómetros por hora, menos a las registradas en Santiago de Chile o Río de Janeiro.
La congestión vehicular nos cuesta. No solo ?hacemos hígado?, también nos estresamos y ?perdemos vida? en el tráfico. Hay consecuencias económicas que se suman a la pérdida de bienestar y salud de las personas. Los vehículos parados en el tráfico consumen más combustible. Los camiones de carga se ven forzados a reducir la frecuencia de sus operaciones, lo que hace más caros sus servicios. Pero también los mayores tiempos de desplazamiento de las personas a sus centros de trabajo, generan pérdidas de horas de trabajo.
Según estimaciones del Banco Central de Reserva, durante el 2023 una persona habría perdido S/3.800 en Lima por este concepto; en agregado esto equivale a una pérdida de S/20.000 millones (alrededor de 2% del PBI).
Sin duda se requiere mejorar la infraestructura vial y el sistema de transporte público masivo. Bienvenidos sean los buses adicionales para el Metropolitano, los puentes, la expansión de la Vía Expresa, así como el tren a Chosica. Ojalá lleguen pronto. Pero no es suficiente. Se requiere generar incentivos en quienes controlan los vehículos. Hace unas pocas semanas se ha empezado a cobrar en Nueva York un peaje por congestión. Los vehículos que entren a la ciudad entre las 5 a.m. y 9 p.m. deben pagar US$9. Fuera de esas horas el peaje es de US$2,25. Un sistema similar se aplica en Londres desde el 2003 donde ?según declaraciones oficiales? se logró reducir la congestión en un 30%.
La congestión es una externalidad negativa generada por quienes deciden poner sus autos en circulación. Si no se hacen responsables del costo que generan a otros, seguiremos en lo mismo. El peaje por congestión es un mecanismo para lograrlo. El ?pico y placa? (¿se quedó en el olvido?) es más intrusivo. Cualquiera fuere el mecanismo, ¡mejor eso a dejar que los viejitos y las madres sigan siendo mentados en cada esquina!
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