Entre oposición-reacción y cambio de curso
Carlos Enrique Cavelier
En la política, como en la física, existe el principio de acción y reacción
Carlos Enrique Cavelier
En la política, como en la física, existe el principio de acción y reacción. En el medioevo, los soldados aprendieron que, al disparar un cañón, el retroceso podía ser igual de peligroso como la bala misma. En la política actual, la oposición parece actuar solo bajo el mismo principio: reacciona con fuerza ante cada movimiento del Gobierno, sin entender el impacto de la reacción; sin un cambio de curso que refleje las necesidades del país, más que las de los políticos que las proponen. El llamado ‘Gobierno del cambio’ ha sido objeto de constantes críticas, no solo por sus decisiones inesperadas y emotivas, con desenlaces peligrosos como el de la semana pasada, sino por su incapacidad para ejecutar, de llevar a buen término sus promesas. Ganó las elecciones con un discurso de transformación, prometiendo nuevas ideas y nuevos actores en el poder; y fueron ellos los que no supieron ejecutar. La oposición, por su parte, se ha centrado en señalar esos errores no forzados. En temas como seguridad y procesos de paz, su crítica es difícil de rebatir. Lo mismo ocurre con la crisis del sistema de salud, donde la falta de medicamentos y los retrasos han disparado quejas y tutelas. Hace unos meses, diversas encuestas mostraban un panorama particular: si bien el rechazo al Gobierno era evidente, la desconfianza en la política tradicional y el deseo de cambio de curso seguían siendo más fuertes. Entre esa indignación de la oposición y la necesidad de un cambio real hay un abismo. Y aunque la clase política ha sorprendido con una actitud más mesurada ante algunas reformas del Gobierno, esto no ha sido suficiente para recuperar el favor ciudadano. Mientras tanto, los llamados ‘siete magníficos’ alcaldes han demostrado que el buen gobierno sí es posible. Por ejemplo, en solo un año, el antes cuestionado Dumek Turbay ha convertido la Plaza del Reloj en Cartagena en un espacio ordenado y limpio. Hace dos años, este lugar era sinónimo de prostitución infantil, robos y montañas de basura. Casos como este muestran que la política puede ser efectiva cuando hay voluntad y gestión; el ciudadano común empieza a percibir que sí es posible proponer y cumplir. Y su labor no se ha centrado en la oposición sino en el cambio de curso. El verdadero reto es lograr cambios de curso que no solo impulsen el crecimiento de la economía, sino que distribuyan mejor sus beneficios. Sin embargo, si la oposición se limita a reaccionar contra el Gobierno, la polarización seguirá aumentando. Una victoria de la derecha basada solo en la reacción, parecida a la del Centro Democratico el 7 de agosto del 2018 abriría la puerta a un nuevo giro pendular en la siguiente elección, trayendo de vuelta a la izquierda y perpetuando un ciclo de confrontación, como ha ocurrido en Argentina. Esta oposición no debe olvidar que la izquierda van a seguir en la política, para bien o para mal. El cambio de curso no puede ser meramente reactivo. Debe tener una dirección clara y una propuesta propia. Pero hasta ahora, más allá de la oposición reactiva, no parece haber un liderazgo que encarne ese camino.
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