El glamping gana adeptos en Chile y el mundo, con una fuerte alza tras la pandemia
Ofrecen calefacción, frigobar, camas cómodas y desayunos gourmet, en una carpa premium en medio de la naturaleza. En el último año, este tipo de alojamientos ha aumentado cinco veces el número de reservas en el país.
Para quienes buscan conectarse con la naturaleza, pero sin perder la comodidad, el glamping puede ser una opción. El concepto nació de la unión de las palabras glamour y camping , ya que las instalaciones cuentan con camas cómodas, un buen baño, electricidad e incluso calefacción y frigobar, pero durmiendo en carpas premium o domos.
Olvidarse de preparar comida en una cocinilla es otro de sus beneficios: la oferta también puede incorporar el servicio de desayuno, almuerzo y cena en un elegante comedor, además de tinajas calientes, masajes y actividades al aire libre como cabalgatas y trekking .
En el mundo, las ganancias de los glampings se han triplicado tras la pandemia. Según Grand View Research, pasó de US$ 1.085 millones en 2020 a US$ 3.454 millones en 2024, y se espera que la cifra llegue a más de US$ 6 mil millones en 2030.
Y Chile no escapa a este fenómeno. Cristóbal Benítez, director de Sernatur, explica que "los campings han experimentado grandes transformaciones durante los últimos años, adaptándose a las nuevas necesidades y expectativas de los viajeros. Hoy muchos de ellos han evolucionado hasta convertirse en glampings , ofreciendo una experiencia más sofisticada y cómoda, sin perder la conexión con la naturaleza".
Precisamente algo que valoran los glampers o aficionados a esta práctica. "Es una comodidad absoluta en plena naturaleza. El sentir los pajaritos y rayos de sol en las mañanas combina ese vínculo con lo natural, pero con las facilidades de un hotel", cuenta Paula Alvarez (56), quien ha ido dos veces a un glamping , en el Cajón del Maipo y Santa Cruz.
El sitio Glampi.com reúne a una treintena de lugares donde realizar glampings a lo largo del país. Tomás Collados, cofundador de la plataforma, cuenta que desde que iniciaron en 2023 ya acumulan más de 1.500 reservas, que involucran a cinco mil glampers . A fines de 2024 tuvieron cinco veces más reservas que cuando partieron.
Un auge similar reconoce Ramón Elizalde, dueño del glamping itinerante Ultracamp, quien comenta que "han crecido exponencialmente". El año pasado solo tenían dos locaciones; este verano tienen veinte, con casi un 90% de ocupación.
Elizalde asegura que ellos partieron hace 15 años como pioneros del glamping en el país, pero haciéndolo por encargo de privados. Luego, debido a la demanda, abrieron su negocio al público general.
En sus inicios a nivel local, los glampings "estaban en destinos más icónicos, como la Patagonia; mucho más enfocados a extranjeros. Entonces, los valores eran altísimos", cuenta Cristóbal Ruiz, fundador de Villa Glamping, que funciona en el Cajón del Maipo desde 2021.
Pero eso cambió pospandemia, cuando se crearon más alternativas. "Hubo un impulso gigante de la gente por querer salir de sus casas y recorrer, porque la angustia de haber estado encerrado tanto tiempo era enorme", plantea Elizalde.
En la actualidad, el precio promedio de un glamping varía desde los $65 mil hasta los $300 mil por noche. Todo depende de la ubicación geográfica, el tamaño del alojamiento y los servicios que se incluyan.
Nuevos interesados
El éxito de estos alojamientos, estima Collados, es porque "hay gente que no se atreve a acampar tradicionalmente o le complica. Esta es una forma fácil que la acerca a la naturaleza". Según explica, es complicado conseguir los implementos para acampar, ya sea pedirlos prestados o comprarlos cada vez a mayor precio. Y agrega: "Todo el proceso es engorroso, te la pasas instalando, armando y desarmando cosas".
Paula Alvarez destaca que "es increíble que esté todo listo. Después de andar en bicicleta todo el día, llegué y había un cóctel rico. Cuando me fui a acostar tenía una cama muy cómoda. Dormí tan bien... Me repuse mucho mejor para hacer actividades físicas al día siguiente que cuando he acampado normalmente".
La gente que va a este tipo de alojamiento es variada. "Generalmente son familias que les complica viajar (en un camping tradicional) con sus hijos pequeños", opina Collados.
Además, agrega, van varias parejas y grupos de mediana edad. "Otro público interesante son los adultos mayores que volvieron a atreverse a acampar en esta modalidad, pensando que nunca más lo harían en su vida".
Asimismo, destaca que es mucha gente de ciudad, "que tienen una necesidad potente de conectarse con la naturaleza, por el estrés y aburrimiento de la rutina urbana".
Alvarez cuenta que al trabajar todo los días en Santiago, "siento que mi vida se vuelve muy rápida y ajetreada. Me pongo en piloto automático. Entonces me hace muy bien tener estas escapadas que me permiten interactuar con la naturaleza y contemplarla cómodamente".